domingo, 24 de marzo de 2019

Minimizar el riesgo de error humano, más cerca con la tecnología

Errar es humano. Esta expresión, no por repetida menos cierta, dio título al informe, publicado hace casi 20 años -fue en noviembre- por el Institute of Medicine de Estados Unidos, que destapó las devastadoras consecuencias de los eventos adversos (EA) de la asistencia sanitaria.

Si bien por un lado los EA se desvelaron como la tercera causa de muerte para los estadounidenses, el resultado del informe llevó, tanto al país norteamericano como al resto de Occidente, a tratar de poner coto a tan alarmantes cifras.

En España, aunque las tasas de EA fatales no son (o no parecen ser, porque no hay cifras oficiales) tan elevadas, sí se ha analizado en diversos estudios la presencia de errores e incidentes en distintos ámbitos de la asistencia sanitaria. En la mayoría de ellos, ganan por goleada los errores relacionados con la medicación, tanto por su presencia como por su evitabilidad.

 

 

Asumiendo la dificultad de lograr que el ser humano deje de equivocarse, gran parte de las iniciativas puestas en marcha en este sentido apuntan al uso de la tecnología para reducir al mínimo el factor humano y, con él, el error.

“Sistemas de prescripción electrónica asistida, sistemas automatizados de almacenamiento y dispensación de medicamentos, sistemas de trazabilidad y seguridad en la preparación de fármacos, bombas de infusión inteligentes, sistemas electrónicos de administración y app de ayuda al paciente en cuanto al manejo de fármacos” son algunos de los recursos más utilizados, según explica a Diario Médico Montserrat Pérez Encinas, jefe del Área de Farmacia Hospitalaria del Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid) y secretaria de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH). Estas tecnologías afectan a todas las fases del ciclo del medicamento: prescripción, validación, dispensación, administración y seguimiento.

Entre las que cuentan con mayor evidencia en reducción de errores, según detalla Pérez Encinas, se encuentra “la prescripción electrónica, más aún cuando se incorporan sistemas de soporte a la decisión clínica, que además de ayudar al profesional en la toma de decisiones clínicas y terapéuticas, contribuyen a la prevención de incidentes asociados a la medicación”.

A modo de ejemplo, cita “cómo estos sistemas de soporte pueden evitar que el paciente reciba un medicamento o una dosis contraindicado en una determinada situación clínica”.

Farmacovigilancia

Pero el apoyo tecnológico puede sobrevolar este ciclo e ir más allá, antes y después del error: “Las iniciativas más recientes en el campo de la farmacovigilancia se centran en facilitar la notificación de sospechas de reacciones adversas, mejorar las vías de comunicación de los riesgos y desarrollar fuentes de información que permitan realizar estudios farmacoepidemiológicos de forma más eficiente para caracterizar y cuantificar los riesgos y evaluar el impacto de las medidas que se toman encaminadas a minimizarlos”, según explican a este periódico fuentes de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps).

Así, el método principal para identificar nuevos riesgos es la notificación de sospechas de reacciones adversas por los profesionales y los ciudadanos. “Las notificaciones que están bien documentadas aportan una valiosa información, pero esto supone un trabajo extra por parte del profesional sanitario que hay que tratar de facilitar lo máximo posible. Se ha desarrollado un formulario web, bastante intuitivo y de fácil manejo, y adaptado para su uso desde tabletas y smartphones”, explica la Aemps.

En esta línea de uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), “también se está trabajando, en colaboración con las autonomías, en desarrollos tecnológicos que pudieran extraer esta información de la historia clínica electrónica, evitando el trabajo más tedioso del registro de los datos”, añade la Aemps.

Por lo que respecta a la caracterización y cuantificación de los riesgos y la identificación de posibles factores que pueden hacer al paciente más vulnerable a padecerlos, es necesario realizar estudios de farmacoepidemiología. En esta línea, la Aemps financia y gestiona el programa Bifap, “base de datos de historias clínicas informatizadas y anonimizadas de atención primaria, en la que colaboran 9 comunidades autónomas enviando información”. Esta base de datos integra información de más de 8 millones de pacientes y se actualiza cada año. Estos datos también permiten evaluar si las medidas que la Aemps ha tomado para minimizar los riesgos han sido eficaces.

Colaboración

Por último, “la comunicación de riesgos es una tarea esencial, pero también la más compleja y la que requiere una mayor colaboración”. Por ello, cuando la evaluación de un nuevo riesgo conlleva modificaciones relevantes en las condiciones en las que está autorizado, como nuevas contraindicaciones o precauciones que deben de tenerse en cuenta para seleccionar a los pacientes o durante el tratamiento, la Aemps informa a través de su web y envía una notificación a las sociedades científicas, las autonomías y otros puntos, “que a su vez amplifican la red para que llegue a todos los potenciales prescriptores y demás profesionales implicados”.

Especial atención merecen los fármacos antineoplásicos, para los que hay ‘softwares’ dirigidos a la preparación de la quimioterapia

Evidentemente, no todos los medicamentos son iguales: “Cabe destacar en este entramado cómo la gestión de la seguridad es un aspecto crucial en la asistencia a los pacientes oncológicos”, afirma Pérez Encinas.

En esta línea, la SEFH y la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) han realizado un estudio conjunto sobre la seguridad de la medicación antineoplásica “en el cual se revisan todas las fases de la utilización de estos medicamentos con cabida también de la tecnología y así se recoge en cada una de las fases, desde la selección del tratamiento hasta la administración al paciente”.

Para este grupo de fármacos, además de las tecnologías descritas para la selección y prescripción de los antineoplásicos, “hay que destacar los nuevos softwares y hardwares ligados a la preparación de la quimioterapia en los servicios de farmacia, pasando por sistemas de trazabilidad y seguridad gravimétricos y reconocimiento de voz a los robots más sofisticados”.

Entre estos sistemas, además, “hay varios que están conectados con bombas de administración que van por wifi y permiten controlan la administración remotamente, así como validar los correctos con lectores láser”, explican los responsables de la iniciativa Stop Errores de Medicación.

A su juicio, “el papel de la tecnología en la seguridad debería ser estructural, y es importante contar con esos filtros, pero lo que de verdad ayuda a mejorar la seguridad y disminuir errores es la mejora en la cultura de seguridad en cada servicio clínico y centro sanitario. Eso sí, es más difícil de incorporar ya que requiere esfuerzos en educación, formación y compromiso de comunicación y mejora continua”.

 

Un sistema de control español, presente en el 80% de los hospitales públicos

La tecnología está cada vez más presente en el ciclo del medicamento hospitalario. De hecho, más del 80% de los hospitales públicos españoles cuentan con el mismo sistema de control: FarmaTools, de la empresa española Dominion Digital. “FarmaTools monitoriza de forma interactiva el uso que hacen del medicamento los diferentes actores. La tecnología que aplicamos nos ayuda a prevenir, evitar y reducir los errores de medicación aportando sistemas de vigilancia en diferentes aspectos: controles de dosificación en función de los datos del paciente, vía de administración y diagnóstico del paciente, controles sobre las duplicidades terapéuticas, interacciones, teratógenos, alergias, alergias cruzadas, monitorización de prescripciones en función de los resultados de analíticas o situaciones del paciente”, explica a DM José Antonio García Pérez, responsable de producto de FarmaTools.

Asimismo, incorpora un sistema de ayuda a la decisión, y la empresa acaba de presentar un nuevo sistema de elaboración segura especializada en medicamentos de alta toxicidad que incorpora avances como la comunicación por voz, que permite gobernar la solución sin contaminar las cabinas de flujo laminar mediante el uso de teclado.

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