jueves, 28 de mayo de 2020

La farmacia rural, un ejemplo de labor social y sanitaria

Opinión
carmentorrente
29/ 05 / 2020
Tribuna
Jaime Espolita, presidente de Sefar.
Jaime Espolita, presidente de Sefar.

No es ninguna novedad decir que la actual crisis sanitaria que padecemos se ha cebado especialmente con el sector sanitario. Y, dentro de este sector, la oficina de farmacia no iba a ser inmune a sus consecuencias: mayor carga de trabajo, incertidumbres, miedo al contagio, ausencia de medios de protección, polémicas estériles, etc. han constituido el pan nuestro de cada día desde hace más de dos meses.

"Está en el centro de la atención sanitaria de la España vaciada"

Pero dicho lo anterior, me gustaría que todos hiciésemos una reflexión sobre lo que todo esto ha supuesto y está suponiendo para la farmacia rural. La farmacia rural española se ha chocado de bruces con una situación de alarma que la ha convertido en el centro de la atención sanitaria de la España Vaciada.

Por mucho que desde Sefar lleváramos años insistiendo en la precaria situación en la que se encontraban estos pequeños pero esenciales establecimientos, lo cierto es que la crisis sanitaria se ha encontrado con una farmacia rural sin recursos, empobrecida, sin personal de ayuda y sobrecargada de servicios de guardia deficitarios.

Inviable en la farmacia rural

Acciones habituales estos días en otra tipología de oficinas de farmacia (instalación de medidas de protección, establecimiento de turnos para evitar contagios, etc.) son económica y personalmente inviables en este tipo de farmacias. Es fácil para cualquiera de nuestros compañeros hacer un ejercicio de imaginación y pensar cómo habrían superado esta situación ellos solos, sin un colchón financiero que les hubiera permitido realizar inversiones en seguridad y sabiéndose, prácticamente, el único pilar sanitario al que sus pacientes han podido agarrarse. Y, a pesar de todo ello, la farmacia rural española ha dado una lección de comportamiento en su impecable labor social y sanitaria y ha sabido adaptarse, con lo poco que tenía, a una etapa ciertamente dura.

"La crisis sanitaria se ha encontrado con una farmacia rural sin recursos"

Bastan unos pocos datos de un estudio que Sefar está realizando actualmente para ser conscientes de lo que ha supuesto la existencia de estas farmacias en el mundo rural:

  • En el 88% de los casos ha habido una disminución en las horas de consulta médica (que, además, se realizaba exclusivamente por vía telefónica).
  • Un 64% de estas farmacias ha visto incrementada su jornada laboral.
  • Un 73% ha contactado con sus pacientes para informarse sobre su estado y ofrecer ayuda.
  • Un 87% ha prestado atención domiciliaria a los pacientes más frágiles o en situación de riesgo.

Con estos números es difícil imaginar qué hubiera ocurrido si la oficina de farmacia rural no hubiese estado presente en semejante escenario, cómo se hubiera garantizado la asistencia sanitaria o el acceso universal al medicamento en el medio rural o qué hubiera pasado con la cohesión sanitaria y social de nuestro país.

La farmacia rural ha demostrado, por enésima vez, que es un centro sociosanitario absolutamente esencial e imprescindible para nuestros pacientes.

Y todo lo anterior ha tenido como protagonista y eje principal al propio paciente: es curioso observar cómo la preocupación de estos profesionales ante un contagio era dejar a sus poblaciones sin asistencia en unas circunstancias tan críticas, cómo se han volcado en la atención a las residencias de mayores de sus localidades en un momento en el que, en muchos casos, habían quedado abandonadas a su suerte o cómo han recorrido kilómetros y kilómetros fuera de su horario laboral para garantizar que ningún paciente se quedara sin su tratamiento.

"Confío en que se refuercen aquellos servicios sanitarios que han demostrado ser trascendentales"

De cara al futuro nadie dudará que nuestra forma de actuar y de trabajar va a tener que ser diferente. Y, dentro de este cambio de mentalidad al que nos obligará esta crisis sanitaria, confío en que nuestros responsables hayan tomado nota y se refuercen aquellos servicios sanitarios que han demostrado ser trascendentales aunque su labor pase desapercibida en nuestro día a día. Y, dentro de esos servicios, se encuentra indudablemente la farmacia rural. Ya no bastarán palabras de reconocimiento o palmaditas en la espalda: hay que tomar medidas estructurales que garanticen su supervivencia si queremos garantizar la excelencia de nuestro sistema de salud.

Jaime Espolita, presidente de la Sociedad Española de Farmacia Rural (Sefar), reflexiona sobre el papel de la botica rural durante el estado de alarma. Off Jaime Espolita. Opinión Profesión Off

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