lunes, 27 de julio de 2020

La epidemiología española no puede seguir de fiesta los fines de semana

Opinión
Josezarate
Lun, 27/07/2020 - 12:30
Vicente Rubio Zamora, profesor del Instituto de Biomedicina de Valencia (CSIC-CIBERER-ISCIII)
Curva de la pandemia del Ministerio.
La curva diaria de casos que proporciona, salvo los fines de semana, el Ministerio de Sanidad.

Si entran un viernes (yo entré el 25 de julio) en la página de la web del Ministerio de Sanidad que informa sobre los casos de covid-19 encontrarán la siguiente nota: “ATENCIÓN: Dada la evolución epidemiológica en nuestro país, la siguiente publicación de datos se producirá el lunes. Durante el fin de semana seguirán activos todos los sistemas de alerta de los servicios de Salud Pública de las CCAA para mantener la vigilancia y el control en todo el territorio español.”

Esa nota tiene ya cuatro semanas. Cuando se colgó, a finales de junio, la situación era idílica: los casos nuevos identificados en toda España solo excepcionalmente pasaban de los 500 por día, un valor casi 20 veces menor que el número de casos máximo declarado en un solo día (alrededor de 9.000, el último día de marzo o primero de abril). De hecho, la situación siguió aproximadamente igual hasta el 8 o 9 de julio.

Seguramente en una situación así podíamos permitírnoslo, aunque eso era una anomalía en Europa: los demás países de nuestro entorno, incluidos países en cierto modo similares por la pandemia y su ritmo, como Italia, seguían declarando los nuevos casos puntualmente día a día, fuera o no el fin de semana, como demuestran los registros diarios de declaración de la OMS (Coronavirus disease (COVID-19) Situation Report), donde España quizá ha sido (por sus vaivenes estadísticos) y sigue siendo (por darse fiesta en fin de semana) una de las ovejas negras.

Pero es que además la situación ha cambiado mucho desde que el Ministerio adoptó esa política de desconexión de noticias en fin de semana y publicó su nota incluyendo lo de “dada la evolución epidemiológica en nuestro país“, que equivalía a rebajarse horas cuando pintaban oros.

Ahora que pintan bastos y que las cifras han vuelto a ser las mismas de cuando declaramos el Estado de Alarma (estamos ya en casi un tercio del máximo histórico de declaración diaria), toca poner a funcionar de nuevo las ruedas todos los días del mes y todas las horas del día. Porque aunque la nota diga también que “durante el fin de semana seguirán activos todos los sistemas de alerta de los servicios de Salud Pública de las CCAA para mantener la vigilancia y el control en todo el territorio español”, si no estoy mal informado las Comunidades Autónomas han decidido la misma política de opacidad en fin de semana, como he podido comprobar en mis propias carnes para la laboriosa y epidemiológicamente hasta ahora bastante modélica Comunidad Valenciana, que nos tiene en blackout en sábado y domingo desde hace cuatro semanas, así que sabremos la cifra del viernes como pronto el lunes a última hora de la mañana.

¿Es importante que los ciudadanos estén informados al día? Pues sí, lo es, porque la situación cambia muy deprisa con esta historia de los rebrotes, que van teniendo cada vez más una pinta sospechosísima de nueva ola. No lo digo solo por los sanitarios, que tienen derecho a saber cuánto riesgo tienen de contagiarse en fin de semana (ellos trabajan todos los días), sino incluso para el ciudadano común.

Por ejemplo, yo tengo una cena de cumpleaños de mi primo Pepe el sábado por la tarde. ¿Voy o no voy? Debo manejar toda la información: cuántos seremos, dónde será y qué grado de exposición tienen los asistentes. Pesa en mi contra que soy varón (morimos el doble de covid-19 los hombres infectados que las mujeres infectadas), y que tengo 71 años, una edad para la que incluso los muy eficaces alemanes han registrado un índice de mortalidad (en fino, cuántos palman entre los infectados con síntomas) de uno por cada cinco pacientes varones (en realidad esta cifra es para las edades en el intervalo de 70 a 79 años).

Si te infectas, es casi como una ruleta rusa. Así que tengo que fijarme en mis probabilidades de infectarme. Mi primo Pepe seguramente juntará a diez personas en una mesa de restaurante, al aire libre, en una acera de una amplia avenida valenciana. Olvídate de las distancias en la mesa. Nuestra seguríííísima hostelería no guarda ni por el forro, ni entre vecinos de silla ni entre comensales enfrentados a través de la mesa, la distancia considerada segura para la transmisión por grandes gotas expulsadas al hablar, que es de dos metros (véase el Ébola) y ni siquiera la de metro y medio que, adaptándose al principio de realidad, recomiendan nuestros dirigentes.

Así que, resignémonos, tendré que soportar atenerme al riesgo estadístico de que un comensal esté infectado y sea transmisor. Por la declaración de casos acumulada en la Comunidad Valenciana en los últimos 30 días (máximo periodo de contagiosidad), aplicando un factor multiplicador de diez (nueve de cada diez se han venido escapando del radar de detección hasta hace bien poco; que me demuestren que ya no es así), puedo estimar que podría haber un infectante por cada 250 valencianos, que en mi cena incluirá a los comensales, a los camareros y personal de cocina (nuestro seguríííísimo personal de hostelería, tan superexperto en movilización de mascarillas por arriba y por debajo de la nariz, e incluso de la boca; y si no obsérvenlos un rato).

Pero mi estimación de riesgos puede ser errónea a la baja si, como está pasando para el conjunto de España, el número de casos sube rápidamente día a día. Así, que, en conclusión, hasta que la siempre anunciada vacuna proteja a los que debe proteger (sanitarios, otros servidores públicos expuestos, población de riesgo por edad o enfermedades coexistentes), lo que es poco esperable que suceda antes de enero, el sistema epidemiológico español tiene que funcionar a todo motor, sin vacaciones ni dilaciones de fin de semana.

Si en el primer semestre del año ha habido un exceso de mortalidad del 10% respecto al año anterior completo, tenemos que hacer lo indecible, cueste lo que cueste, para que ese exceso no suba a un 20% en el segundo semestre de 2020 con un segundo pico similar al primero. Recuerden que esto es bien posible, y si no, ¡lean para Inglaterra el informe de la Academy of Medical Sciences Preparing for a Challenging Winter , y eso que ellos sí tienen vacuna (la de Oxford) muy adelantada!

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