Aunque a priori puede parecer sencillo, para muchos pacientes no lo es. Como si de un ritual se tratase, el uso adecuado de un inhalador lleva implícito una serie de pasos que deben seguirse a rajatabla. Un error en cualquiera de ellos puede traducirse en una pérdida de eficacia del tratamiento e incluso en un problema relacionado con la medicación (PRM). Son numerosos los fallos que suelen cometerse en el manejo de estos dispositivos y es ahí donde el farmacéutico debe desempeñar una importante labor de prevención y educación sanitaria.
Todas estas premisas son la base sobre la que se asienta un trabajo realizado en una farmacia comunitaria de Rincón de la Victoria (Málaga) que ha permitido poner nombre y apellidos a los principales errores que suelen producirse a la hora de utilizar inhaladores. El valor de este estudio se fundamenta en la alta prevalencia de las enfermedades respiratorias, que hacen que las consultas sobre el uso de estos dispositivos se produzcan a diario en el mostrador de la farmacia. “En el uso de inhaladores hay pasos que se olvidan o que no se aprenden bien. Muchos pacientes piensan que los están usando adecuadamente y que tienen una buena adherencia, pero el tratamiento no les está haciendo el efecto esperado porque cometen errores al utilizarlos”, explica Sara García Agudo, farmacéutica y coautora del estudio junto a otros dos compañeros: Fernando López Agudo y Antonio Marchena León.
El trabajo realizado por estos tres farmacéuticos se basa en 63 entrevistas planteadas durante los meses de enero y febrero de 2020 a pacientes que acudían a la botica a recoger sus inhaladores. En cada una de esas entrevistas se amplió la información que el paciente tenía sobre su enfermedad, se explicaron los problemas que conlleva una mala adherencia al tratamiento, se revisó el plan terapéutico y su comprensión, se utilizó el dispositivo placebo para su enseñanza y se observó la técnica de inhalación del paciente para detectar errores con el fin de corregirlos. “Nuestros objetivos eran investigar las causas del empleo incorrecto de los inhaladores en los pacientes que acudían a recogerlos a la farmacia y corregir las debilidades o puntos críticos en su uso”, expone García Agudo.
Únicamente el 40%
Tras analizar los datos obtenidos, los responsables del estudio concluyeron que “solo el 40 % de los pacientes realizó la inhalación correctamente” e identificaron cuáles fueron los principales fallos que suelen cometerse.
En el caso de los inhaladores de cartucho presurizado, estos errores son el no agitar el cartucho o agitarlo mal, la falta de coordinación entre la inspiración y el disparo, la realización de la maniobra inspiratoria demasiado rápida y la no realización de la pausa de apnea (o del tiempo de la misma) después de la administración de la dosis, y la ejecución de varias pulsaciones en una misma respiración.
El trabajo muestra que solo un 40% de los pacientes realizó la inhalación correctamente
En lo que respecta a los inhaladores de polvo seco, entre los fallos detectados más generalizados figuran el no generar el mínimo flujo inspiratorio necesario para aspirar el fármaco, el exhalar en el dispositivo antes de la inhalación, el mantener una posición inadecuada del dispositivo (favoreciendo pérdida de dosis de polvo), el no saber abrir el blíster o perforar inadecuadamente la cápsula, y el no abrir o cerrar el dispositivo correctamente.
Un fallo que se suele cometer con el inhalador de polvo seco es no mantenerlo en una posición adecuada
“Es necesario que el paciente conozca bien todo los pasos del proceso. Son pautas que pueden parecer simples, pero en la práctica se detecta que se cometen errores en los que el profesional puede incidir con educación desde la farmacia. Los inhaladores son un tema de consulta muy común para el farmacéutico y se puede trabajar mucho en este terreno para mejorar los resultados de los tratamientos”, añade García Agudo.
Coordinar mal la inspiración y el disparo es un error común al utilizar los de cartucho presurizado
Las conclusiones de este estudio sobre inhaladores fueron presentadas en el último Congreso Nacional de Farmacéuticos Comunitarios, organizado por la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (Sefac). En ellas, además, se hace hincapié en la necesidad de que el farmacéutico tenga conocimiento de los diferentes dispositivos que existen en el mercado y cuente con la formación necesaria para ayudar al paciente en su manejo.
No dejar de recordarlo
Sobre la importancia que tiene la atención farmacéutica en la educación sobre el uso adecuado de inhaladores también habla Guillermo Estrada, farmacéutico comunitario en Arganda del Rey (Madrid) y coordinador del Grupo Respiratorio y Tabaquismo de Sefac. Según explica, además de en la primera dispensación, el farmacéutico debe incidir en este aspecto cada vez que el paciente acude a la farmacia a retirar su tratamiento: “Nosotros, siempre que hacemos una dispensación, preguntamos si es la primera vez que lo va a usar y si sabe cómo utilizarlo. Los problemas suelen venir cuando el paciente no comprende bien el método de uso o empieza a utilizarlo de una manera inadecuada y adquiere vicios de mal uso. Por eso, es importante que en cada ocasión se le recuerde la técnica de utilización. Hay que pedirle al paciente que nos muestre cómo lo emplea e introducirle las correcciones que sean necesarias”.
Además, Estrada incide en que cada punto del proceso cuenta. “La técnica hay que repasarla desde el comienzo hasta el final. En cada punto se pueden producir fallos. El simple hecho de no enjuagarse la boca puede hacer que se desarrollen llagas o problemas que pueden llevar a que se deje de utilizar el inhalador porque se asocia su uso a afecciones y dolores bucales”, asegura.
No enjuagarse la boca puede hacer que se generen llagas que deriven en afecciones bucales
Por ello, considera esencial que se conozca con detalles el proceso que se debe seguir para lograr un uso adecuado.
Recogido en guías
Existe abundante bibliografía relativa a cómo asesorar al paciente en el uso de inhaladores. Una de las obras disponibles es la Guía española para el manejo del asma (GEMA), elaborada conjuntamente por 17 sociedades científicas y cuya última actualización data de 2020. En ella, se recoge información práctica para la población (tanto en formato textual como gráfico) que refleja, paso a paso, cómo deben utilizarse cada uno de estos dispositivos.
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