Es difícil tratar de realizar una lectura positiva de la pandemia cuando a estas alturas el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 deja en España más de tres millones de contagios y setenta mil muertos. Sin embargo, es necesario hacerlo, porque el aprendizaje real se produce cuando la identificación y asunción de los errores va acompañada también del reconocimiento de los aciertos y el progreso alcanzado. Pues el verdadero espíritu crítico no es el que se desliza hacia la negatividad y el consiguiente encogimiento de hombros sino hacia la rectificación y mejora continua.
Y, en este sentido, además de justo, es crucial (o crítico) reconocer y asumir que también ha habido logros y avances en la gestión de la pandemia. No es solo ya la prodigiosa celeridad con la que hemos sido capaces de dar con una vacuna contra la covid-19, ni lo mucho que hemos sido capaces de aprender sobre el SARS-CoV-2, a pesar de todo lo que aún seguimos desconociendo. Es también cómo el sistema ha sido capaz de adaptarse y dar respuesta a la que –no lo olvidemos- representa la más importante emergencia sanitaria padecida en el mundo desde hace más de un siglo: cómo hemos sido capaces de sacar UCIs de donde no las había, de potenciar y desarrollar nuevas Unidades de Cuidados Respiratorios Intermedios (UCRIs) donde mantener vivos a pacientes que se estaban ahogando, de montar circuitos diferenciados de atención donde parecía imposible, adaptar plantas de hospitalización, intensificar la colaboración multi e interdisciplinar, poner en marcha experiencias pioneras, desarrollar la teleasistencia y, en medio de una presión asistencial sin precedentes, seguir investigando y publicando.
La pandemia ha sido una cura de humildad para el sistema, no cabe duda. Nos ha mostrado que no lo teníamos todo tan controlado y se han puesto de manifiesto sus costuras y sus debilidades. Pero en la gestión de esta crisis también ha habido mucha grandeza por parte de mucha gente: los propios pacientes, los cuidadores, los voluntarios… y por supuesto los profesionales sanitarios, a los que los aplausos de primera hora nos quedan ya muy lejanos. Hay mucho cansancio acumulado, y por eso, ahora más que nunca, es necesario hacer un balance ponderado.
Es crucial (o crítico) reconocer y asumir que también ha habido logros y avances en la gestión de la pandemia
Y este balance solo puede llegar desde la ciencia y la evidencia. Por eso, a pesar del desgaste, a pesar de la saturación, ochenta científicas que representan a más de 200.000 profesionales sanitarios, hemos promovido el segundo gran encuentro científico nacional sobre la covid-19, que se celebra siete meses después del primero y tras algo más de un año de pandemia, con el objetivo de favorecer el intercambio multidisciplinar de experiencias y conocimientos.
El Congreso acogerá a 380 ponentes en casi 90 sesiones, entre simposios, mesas redondas y conferencias magistrales, que serán emitidas de forma simultánea a través de cinco canales. En ellas se abordarán la gran mayoría de especialidades y áreas de gestión en las que el SARS-CoV-2 ha tenido impacto, incluyendo temas de tanta relevancia como la puesta al día de los factores pronósticos, la seguridad de las vacunas, el impacto biopsicosocial de la pandemia, la evidencia científica acumulada sobre la transmisión, los nuevos modelos asistenciales a raíz de la pandemia, la relación entre obesidad/desnutrición y covid-19, el impacto en la salud de la mujer y el recién nacido, entre otros muchos.
La heterogeneidad y amplitud de los contenidos abordados, y la calidad de los descubrimientos que en todas esas áreas y especialidades hemos logrado en apenas un año, es la mejor demostración del imponente avance alcanzado. A pesar de que la sensación es la de que aún queda mucho por saber del SARS-CoV-2, y así es realmente, no es menos cierto que en poquísimo tiempo hemos aprendido mucho, y un balance ponderado no puede excluir este caudal de conocimiento, respuestas, acciones y mejoras que hemos sido capaces de sacar adelante en un contexto de tormenta perfecta.
Del mismo modo, las más de 1.300 comunicaciones presentadas al Congreso son o deberían ser una inyección de autoestima para la percepción pública de nuestra capacidad de hacer ciencia y son la demostración del compromiso de los sanitarios españoles con la investigación y la divulgación como una parte consustancial a su crecimiento y desarrollo profesional. Las especialidades siempre han tenido fama de estar en nuestro país a un mejor nivel asistencial que científico, y es reconfortante ver cómo esta realidad está cambiando, desde la concienciación, el empeño, la voluntad y el esfuerzo de los propios profesionales.
Por todo eso este Congreso es necesario, y también porque llega un momento en el que será fundamental no bajar la guardia y acompasar el avance en la vacunación con las medidas de prevención, control y seguimiento adecuadas para impedir que lleguen nuevas oleadas y el retroceso en los contagios, hospitalizaciones y muertes sea en forma de diente de sierra. Como decíamos antes, hay mucho cansancio acumulado, y eso implica un riesgo real de relajación por parte de la población.
Finalmente, este Congreso es necesario porque hay que ir pensando ya también en el después de la covid-19 y hay que asumir que ese después no puede volver a ser lo de antes. Hay cambios que han llegado para quedarse y es necesario planificar de forma ordenada las transformaciones que necesita el sistema, incorporando las muchas lecciones que hemos aprendido y, aunque suene a tópico, convirtiendo esta dramática crisis en una oportunidad para mejorar.
Las especialidades siempre han tenido fama de estar en nuestro país a un mejor nivel asistencial que científico; esta realidad está cambiando
A los profesionales sanitarios esta crisis nos ha abierto a los ojos de hasta qué punto la sociedad necesita de nosotros un mayor compromiso fuera de los hospitales y los entornos sanitarios, una implicación más activa con las políticas sanitarias y de salud pública y por tanto un diálogo más intenso con las administraciones y autoridades sanitarias. No podemos esperar a que nos den voz en las políticas si no somos capaces de reivindicarla y conquistarla en el espacio público, haciendo más visibles y notorios nuestros planteamientos, y pretendemos que este segundo Congreso también sirva para ello, como sirvió el primero.
En definitiva, no podemos aspirar a mejorar sin un balance ponderado, inclusivo de aciertos y errores, basado en la evidencia científica y con perspectiva suficiente para conocer cómo hemos avanzado y cómo necesitamos seguir avanzando. A ello es a lo que nos dedicaremos desde el próximo 12 de abril en el II Congreso Nacional Covid-19.
coronavirus Off Carlos A. Jiménez Ruiz, presidente de Separ/Juan Antonio Riesco, presidente del Comité Organizador del II Congreso Nacional Covid-19 Opinión opinión Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/313UySU
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