lunes, 1 de marzo de 2021

"Hoy por hoy no hay razones epidemiológicas ni éticas que justifiquen la vacunación obligatoria"

Medicina Preventiva y Salud Pública
lauraibanes
Lun, 01/03/2021 - 12:28
Covid-19
Set de vacunación
Una cuarta parte de la población mundial alberga reticencias y dudas sobre la posible vacunación frente al coronavirus.

Los grupos de trabajo de Ética y Protección de Datos y Vacunaciones de la Sociedad Española de Epidemiología se han posicionado este lunes de forma conjunta rechazando firmemente la vacunación obligatoria planteada por Galicia, que ha aprobado una normativa que impone multas de hasta 60.000 euros a quien se niegue a vacunarse de contra la covid.  “Hoy por hoy, no hay razones epidemiológicas ni éticas que justifiquen la obligatoriedad de la vacunación”, afirma el posicionamiento conjunto de los grupos de trabajo de la Sociedad Española de Epidemiología.

Según el manifiesto, que va en línea con el rechazo también expresado por el Ministerio de Sanidad a esta idea,  “es cierto que la legislación española permite que las autoridades puedan imponer la obligatoriedad de la vacunación en determinadas circunstancias , aunque está menos claro que una comunidad autónoma pueda hacerlo unilateralmente en todo su territorio, sobre todo si su situación es mejor que otras muchas. Hoy por hoy, no hay razones epidemiológicas ni éticas que justifiquen la obligatoriedad de la vacunación. Todo lo contrario. Desde el punto de vista epidemiológico, la población española acepta estas vacunas mayoritariamente, más del 80% en las últimas encuestas, porcentaje que probablemente sería suficiente para conseguir inmunidad de grupo”. 

Los epidemiólogos detallan que “desde el punto de vista ético, la obligatoriedad de la vacunación solo tiene sentido si hay un rechazo importante de la población a recibir una vacuna para la que hay pruebas fehacientes de su eficacia y seguridad y si ese rechazo impide que se pueda lograr la inmunidad colectiva necesaria para frenar la circulación del agente infeccioso”.

Así, en su opinión “la obligatoriedad solo tiene sentido si la protección del bien común tiene que hacerse a costa necesariamente de no respetar las decisiones individuales de los contrarios a vacunarse. Pero ese no es el caso de la vacunación frente a la covid-19. La vacunación es una actividad preventiva que se aplica a personas sanas pero que supone ciertos riesgos y ciertas molestias, aunque sean pequeños. No es una actividad terapéutica que se aplica a personas enfermas para curar o aliviar su enfermedad. Tanto en las actividades preventivas como en las terapéuticas se debe aplicar todo lo que sea posible el principio de respeto a las personas —que supone que las personas deciden libremente si reciben esas medidas—, siempre que ello no ocasione un perjuicio a terceros”.

Sobre esta base, los epidemiólogos explican que “mientras el porcentaje de personas que rechazan la vacunación sea relativamente pequeño, las políticas de salud pública más razonables aconsejan armonizar la búsqueda del bien común y de la solidaridad con el respeto a las decisiones individuales, libres y sin coacciones. Con ello se aplica el consejo de recurrir a las medidas de apoyo a la salud pública que sean menos restrictivas de las libertades individuales”. 

Además, el grupo de ética y de vacunaciones de la Sociedad Española de Epidemiología opina que “en cualquier caso, la obligación de las autoridades sanitarias estatales y autonómicas es persuadir y convencer a todos aquellos que puedan tener reservas contra la vacunación de los enormes beneficios que aportarán a todos frente a unos riesgos muy pequeños a que se exponen”.

Desconfianza

Y lo que es más, en su opinión “el recurso a medidas punitivas u obligatorias puede generar en la población, además, una desconfianza en las autoridades muy poco aconsejable para la gestión de la pandemia. Las autoridades deben ganarse la confianza aplicando medidas basadas en la mejor ciencia, con rendición de cuentas y transparencia. La obligatoriedad, aunque sea relativamente encubierta, solo puede ser un último recurso cuando la situación así lo exige y no quedan otras alternativas”, concluye su posicionamiento conjunto ante la ley gallega.

Normas como la gallega que imponen multas a quien no se vacune no se justifican ya que hay aceptación de las vacunas y generan desconfianza en las autoridades. Off Laura G. Ibañes Off

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