domingo, 25 de abril de 2021

¿Se está cuidando la salud de los sanitarios?

Carmen Fernández
carmenfernandez
Dom, 25/04/2021 - 09:00
Covid-19
Sanitarios de la Fudnación Jiménez Díaz agradeciendo los aplausos de la ciudadanía en marzo de 2020.
Sanitarios de la Fudnación Jiménez Díaz agradeciendo los aplausos de la ciudadanía en marzo de 2020.

Defiende Montserrat Esquerda, directora del Instituto Borja de Bioética, que la salud de los sanitarios tendría que ser considerada un indicador de calidad y seguridad asistencial más. Su salud es cosa suya, de los que les emplean y, especialmente, de los pacientes que se ponen en sus manos.

Por ello no debería ignorarse el estudio presentado esta semana Repercusiones de la COVID-19 sobre la salud y el ejercicio de la profesión de los médicos de España, elaborado por la Fundación Galatea, la Organización Médica Colegial, el Colegio de Médicos de Barcelona, Mutual Médica y las profesoras Núria Mas, de IESE Business School, y Judit Vall, del Institut d’Economia de Barcelona (IEB-UB), con la participación de 4.515 médicos españoles.

Entre sus conclusiones más preocupantes sobre el impacto de la pandemia sobre la salud física y mental de los profesionales: una cuarta parte (25,5%) ha estado de baja en algún momento desde el inicio de la pandemia por motivos relacionados con la covid-19 (han sido positivos o presentaron sintomatología), un 2% ha sido hospitalizado y el 8% ha vivido la muerte de algún compañero de trabajo por esta causa. Tienen peor salud percibida (23% considera que su salud es mala o regular) y seis de cada diez presentan algún indicador de fatiga, dolor o estrés y la misma proporción sufre síndrome de burnout. En consecuencia, entre ellos ha habido un incremento del consumo de tranquilizantes e hipnóticos: del 18,6% al 29,4%.

Hace años que se sabe que la tasa de suicidio en médicos es mayor que en la población general y que suelen prestar poca atención a su propia salud mental y física. Que son malos autodiagnosticándose y pésimos pacientes lo reconocen ellos mismos. También es conocido su riesgo, especialmente durante el periodo del MIR, a sufrir alcoholismo y dependencia de drogas; y que su tendencia a la  automedicación es alta, especialmente de hipnóticos, antidepresivos y analgésicos opiáceos.

El estrés, la elevada exigencia y responsabilidad, la competitividad en algunos ámbitos y las dificultades para conciliar vida profesional y personal hace de los médicos un colectivo de riesgo de mala salud.

El Programa de atención integral al médico enfermo, una iniciativa del Colegio de Médicos de Barcelona puesta en marcha en 1998 y que luego se extendió a todas la corporaciones de la Organización Médica Colegial, supuso un antes y un después en el abordaje de este asunto, de la máxima relevancia para el Sistema Nacional de Salud y sus usuarios.

Pero la pandemia ha puesto de relieve que ese programa no es suficiente, que hacen falta más recursos de apoyo a la salud y de monitorización del bienestar de unos profesionales que son estratégicos para los ciudadanos y el país.

Le dicen a Antoni Calvo, director de la Galatea, en el espacio de la entidad Converses (Conversaciones), Giorgio Nardone y Stefano Bartoli, cofundador y director de operaciones, respectivamente, del Centro di Terapia Strategica d’Arezzo (Itàlia), que a lo largo de la pandemia los profesionales de la salud han tenido que enfrentarse a situaciones muy difíciles y de un alto impacto emocional, que han provocado una “explosión” de psicopatologías, como ansiedad, ataques de pánico, estrés, trastornos de alimentación, etc.

La situación es ahora mismo extremadamente compleja, en plena pandemia, pero este problema no se puede posponer: los sanitarios, después de todo lo que nos han dado (algunos incluso su vida) durante esta terrible emergencia sanitaria, no lo merecen; y sus pacientes, tampoco.

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