domingo, 23 de mayo de 2021

El futuro no hay que adivinarlo sino afrontarlo

Carmen Fernández
carmenfernandez
Dom, 23/05/2021 - 09:00
Política
El presidente, Pedro Sánchez, ha lanzado esta semana su propuesta para el 2050.
El presidente, Pedro Sánchez, ha lanzado esta semana su propuesta para el 2050.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha presentado esta semana la estrategia España 2050, con la que pretende fomentar un debate público sobre el futuro del país dentro de 30 años. La reacciones públicas, con toda probabilidad sin leerse previamente el documento, no se han hecho esperar: “Autobombo”, “habla de 2050 porque no tiene capacidad de gestionar la crisis de 2021”, “catequesis progre”,… . A mí, personalmente, lo que me ha sorprendido de esta iniciativa es que Sánchez nos quiera hacer pensar en el 2050 cuando aún no tenemos claro si lograremos cumplir con los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la Asamblea General de la ONU, que el presidente y otros miembros de su equipo siempre recuerdan luciendo en sus solapas las chapas multicolor que la representan.

Dice Sánchez en el prólogo de ese informe sobre 2050 que “España cuenta con todos los ingredientes para converger con los países más avanzados de Europa. Lo que nos falta es más ambición y una estrategia de largo plazo holística y eficaz que compartan la mayoría de los agentes sociales. España 2050 pretende ser la semilla de ambos. Para ponerla en marcha hemos juntado a un centenar de expertos y expertas de reconocido prestigio y de disciplinas académicas, edades, procedencia geográfica y sensibilidades políticas muy diversas”. Y añade: “Es solo un primer paso; una propuesta inicial que tendrá que ser corregida, ampliada y mejorada en los próximos meses a través de un diálogo nacional en el que participen las principales instituciones públicas, empresas, sindicatos, patronales, universidades, centros de pensamiento, fundaciones, cuerpos funcionariales, asociaciones y fuerzas políticas de nuestro país”.

Lo recogido en ese texto también ha sido criticado por excesivamente genérico. En lo tocante a la sanidad incluye que “el gasto sanitario podría aumentar en más de 1 punto de PIB” y  las ayudas a la dependencia “podrían duplicarse, con el gasto público en cuidados pasando del 0,8% actual a más del 2,0% del PIB”. También aboga por crear una Estrategia Nacional de Envejecimiento Saludable, por que “la salud mental y las enfermedades neurodegenerativas, por su especial prevalencia e impacto en la población mayor, deberían ser ejes prioritarios en las políticas de salud” y por que hay que “establecer una Agencia de Evaluación de Políticas en Salud, de carácter autónoma e independiente”.

Para “apuntalar” la solvencia del Sistema  Nacional  de  Salud propone incrementar  la  transparencia de la información proporcionada a los usuarios, los profesionales y la ciudadanía; mejorar los mecanismos de rendición de cuentas de la parte responsable en materia sanitaria; favorecer la participación y el compromiso de la ciudadanía y el sector profesional en la toma de decisiones, y cultivar la evaluación de las estrategias y políticas en salud.

También, defiende, “transitar de un modelo organizativo sanitario como el actual, muy orientado al tratamiento de eventos agudos, a un modelo más centrado en la cronicidad” y “reforzar la atención primaria, y ahondar tanto en la mejora de la coordinación asistencial (atención  primaria  y  hospitalaria)  como  en  la  coordinación  entre  los  servicios  sanitarios y los cuidados de larga duración”.

Asimismo, incluye que “será crucial la preparación ante potenciales enfermedades emergentes, como nos ha demostrado la crisis sanitaria de la covid-19” y “ garantizar  que  la  financiación  pública  y  la  utilización  de  servicios  y  prestaciones  sanitarias se orienten a una obtención eficiente y equitativa de resultados en salud”.

Como reza el propio texto: “La prospectiva estratégica acarrea grandes ventajas, de ahí que sea ampliamente usada por los gobiernos, las empresas, y las organizaciones internacionales más avanzados del mundo. No sirve para adivinar el futuro, pero sí ayuda a afrontarlo, promoviendo una conversación informada y constructiva sobre los temas cruciales que marcarán el porvenir de un país y sus habitantes en el medio y largo plazo”.

Visto lo que hay negro sobre blanco, más allá de estar a favor o en contra de cada uno de los objetivos recogidos o de verlos más o menos genéricos, ¿dónde está el problema? Llevamos años lamentando que las políticas nacionales sean cortoplacistas y que se aplacen crónicamente las reformas estructurales, incluso las que urgen. Y cuando un responsable institucional hace el esfuerzo de intentar hacer una propuesta de debate sobre el futuro, rápidamente es crucificado (en sentido figurado, por favor).

Pablo Casado, el líder del PP, por ejemplo, salió de inmediato ante la opinión pública a criticar a Sánchez por vender “humo” con la España de 2050, cuando están sin resolver los problemas de la España de 2021. Pero, ¿se ha leído el documento? ¿Lo puede mejorar? ¿Tiene una propuesta alternativa que ofrecer a los agentes sociales y sectoriales y la ciudadanía para iniciar un debate profundo sobre el futuro de España y sus servicios públicos básicos?

El optimismo es una estrategia para crear un futuro mejor. A menos que creas que el futuro puede ser mejor, es poco probable que asumas la responsabilidad de construirlo” (Noam Chomsky, profesor emérito de lingüística en el Instituto Tecnológico de Massachusetts-MIT y una de las figuras más destacadas de la ciencia del lenguaje en el siglo XX).

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