19 meses después de inicio de la pandemia y tras 23.891 fallecimientos y 985.387 positivos registrados en la región, el Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña ha anunciado hoy que ha constituido formalmente un comité científico asesor para la covid-19, a propuesta del consejero Josep Maria Argimon, y que lo integran personas vinculadas al conocimiento científico de diferentes profesiones y ámbitos de trabajo que actuarán con independencia de criterio.
"El Departamento de Salud y la Secretaría de Salud Pública han trabajado los últimos meses y de forma continuada en contacto con los diversos expertos que hay en el país a la hora de asesorar a las diferentes acciones de control de la pandemia. Con el fin de constituir formalmente este Comité Asesor, el consejero de Salud, Josep Maria Argimon, ha decidido dar un paso más y aprobar la creación de este Comité. El Comité Científico Asesor de la Covid-19, actuará como órgano de asesoramiento técnico, de acuerdo con su conocimiento científico, en la determinación de las estrategias de control de la Covidien-19 del Departamento de Salud y emitirá recomendaciones y propuestas sobre el abordaje de la problemática que la pandemia plantea", reza el comunicado de la consejería.
"Estará formado por un mínimo de 20 y un máximo de 35 miembros de entre profesionales de reconocido prestigio en el campo de la sanidad, la medicina, las ciencias de la salud y las ciencias sociales, jurídicas y económicas. Todos sus integrantes son nombrados por un período de tres años. La independencia de criterio en el funcionamiento del Comité es una garantía de servicio de la ciudadanía. Por ello, su composición es suficientemente amplia para asegurar que puedan contribuir a conformar la actividad asesora personas vinculadas al conocimiento científico desde diferentes profesiones y ámbitos de trabajo", añade.
Para garantizar la operatividad del Comité, se prevé que, además de en sesión plenaria, actúe también en comisiones de trabajo. El comité se reunirá en sesión ordinaria, al menos una vez cada trimestre y en sesión extraordinaria siempre que lo requiera el consejero o consejera de salud o el secretario o secretaria de salud pública.
La creación de este comité se aviene con los consejos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha señalado como buena práctica para los gobiernos en la gestión de la pandemia, el hecho de contar con un comité científico asesor de carácter independiente.
Este comité estará presidido por Magda Campins, jefe de Medicina Preventiva del Hospital Valle de Hebrón de Barcelona, y formarán parte: Montserrat Martinez Marcos (Secretaría Salud Pública), Daniel Prieto-Alhambra, Silvia de Sanjose Llongueras, Julià Blanco Arbués, Antoni Plasència Taradach, Antoni Trilla García, Tomás Pumarola Suñé, Oriol Mitjà Villar, Miquel Pujol Rojo, Clara Prats Soler, Àlex Arenas Moreno, Yoseba Cánovas Zaldua, Anna Suy Franch, Anna Forcada Arcarons, Jaume Sellarés Sallas, Salvador Macip Maresma, Juan Pablo Horcajada Gallego, Joaquin Lopez-Contreras González, Robert Güerri Fernández, Josep M Jansà López del Vallado, Alba Vilajeliu Balagué, Begoña Roman Maestre, Guillem López Casasnovas, Antoni Soriano Arandes, Albert Bosch Navarro, Joaquim Sagalès Coma, Coral Fernandez Solana, Antoni Sisó Almirall, Josep Corbella Domenech, Francisco Fina Avilés, Jordi Casabona i Barbarà, Benito Almirante Gragera y Roger Paredes Derios.
Entre estos nombres figuran expertos críticos con la gestión de la pandemia en la comunidad autónoma, como es el caso de, por ejemplo, Oriol Mitjà, el epidemiólogo de cabecera del expresidente de la Generalitat, Quim Torra (Junts per Catalunya), siendo consejera de Salud Alba Vergés (ERC).
Campins explicó en una entrevista en este diario publicada en junio pasado: "No se nos tuvo en cuenta en absoluto. En Cataluña, debíamos seguir de forma estricta los protocolos de Salud Pública del Departamento de Salud de la Generalitat, que no permitían un diagnóstico rápido de los casos sospechosos y no se actualizaban con la velocidad necesaria. Nosotros, en los hospitales, reclamábamos poder hacer el diagnóstico de los casos (PCR) en nuestros propios laboratorios (algunos ya teníamos capacidad para hacerlo), pero no nos hacían caso; todos los hospitales teníamos que derivar las muestras de los pacientes sospechosos al Hospital Clínic de Barcelona, cuyo laboratorio estaba colapsado. Eso nos obligaba a tener a personas aisladas a la espera. Epidemiólogos e infectólogos pedimos que nos dejasen tomar decisiones, pero no nos dejaban salirnos del protocolo, lo que creó un cuello de botella. Nos rebelamos porque no podíamos seguir en aquella línea y, finalmente, pusimos la directa: a cada paciente con posible neumonía le hacíamos una PCR y casi siempre el resultado era positivo: teníamos ya transmisión comunitaria".
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