Si Alejandro Dumas se hubiera dedicado a la salud en la época actual es muy posible que le hubiera dado una aplicación distinta a su famoso Uno para todos y todos para uno, de su célebre novela Los tres mosqueteros, porque esa especie de juramento de auxilio innegociable, ese espíritu de apoyo perpetuo entre compañeros es que el que deberíamos trasladar cuanto antes al trabajo de los profesionales sanitarios. Esto, que parecería obvio si se quiere mejorar la coordinación y, en definitiva, la atención que reciben los pacientes, no siempre resulta tan evidente; de hecho, la realidad dista mucho de ser la ideal.
El 43º congreso de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), celebrado a principios de octubre en Zaragoza, ha vuelto a evidenciar que la mejora de la colaboración y del trabajo multidisciplinar entre médicos, farmacéuticos y otros sanitarios es, en muchas ocasiones, más un deseo apoyado en buenas intenciones que, realmente, un hecho consolidado. Muchas veces es el trabajo voluntarioso y a título individual el que permite que médicos de atención primaria y farmacéuticos comunitarios tengamos una relación consolidada y continuada a lo largo del tiempo, pero aún se echan en falta políticas continuadas y estructuradas que alienten y den la cobertura necesaria a esta colaboración multidisciplinar; incluso, en ocasiones, surgen extraños recelos sobre las competencias que pueden desempeñar los diferentes colectivos sanitarios, lo que impide un progreso colaborativo del que salen perjudicados principalmente los pacientes.
Muchos motivos para colaborar
Como farmacéuticos comunitarios y desde sociedades científicas, como la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (Sefac), siempre hemos tenido claro que la suma de esfuerzos es imprescindible para superar los grandes retos que tiene que afrontar la sanidad.
La pandemia de covid-19 ha sido un ejemplo claro de que solo sumando recursos se pueden superar eficazmente retos globales. Pero, además, hay otros grandes problemas que precisan, de forma urgente, afianzar esta colaboración multidisciplinar: uno de ellos es la falta de adherencia terapéutica que asuela a muchos de los pacientes que toman medicamentos, especialmente, los crónicos y polimedicados; de hecho, se estima que prácticamente la mitad de estos pacientes no son adherentes a sus tratamientos. Esto es un gravísimo problema de salud pública con efectos muy perniciosos sobre la salud de la población y sobre la eficiencia de los recursos de la sanidad. Los pacientes no adherentes no pasan solo por las manos de un único profesional de salud, tienen distintos perfiles y motivaciones variopintas para abandonar sus tratamientos (por su condición social, su educación, los efectos de la medicación en su salud, etc.) y es por esto que una comunicación y una relación fluida entre médicos, farmacéuticos y enfermeras es clave para frenar este problema.
Esto es extensible a toda la problemática derivada del envejecimiento poblacional, la dependencia y la atención domiciliaria, que deben afrontarse con un enfoque común para que las personas que precisan estos servicios de atención sanitaria en sus domicilios puedan tener una calidad de vida adecuada. Y no olvidemos que España es uno de los países más envejecidos del mundo y cada vez serán más las personas que precisen este tipo de cuidados.
Del dicho al hecho
Por lo tanto, no hay tiempo que perder. Llevamos muchos años poniendo sobre la mesa la importancia de mejorar la colaboración multidisciplinar en la sanidad, pero no siempre conseguimos pasar de los buenos deseos y lo que se necesita es pasar a los hechos. Algunas cosas pueden hacerse ya, como, por ejemplo, habilitar un modelo de receta electrónica que permita una comunicación bidireccional mucho más fluida entre médicos y farmacéuticos; institucionalizar protocolos de actuación y derivación en síntomas menores como Indica+PRO, consensuado con varias sociedades científicas; llevar a la práctica documentos como el redactado entre Semergen y Sefac sobre el uso de los sistemas personalizados de dosificación (SPD); celebrar sesiones clínicas conjuntas o tener una participación mayor en mesas multidisciplinares en los distintos congresos sectoriales, como ha ocurrido en el congreso de Semergen.
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En todo caso, si no avanzamos firmemente en esa dirección no podremos mejorar la atención sanitaria de la población, especialmente en un momento de profundas transformaciones sociales y tecnológicas, que están cambiando también la manera de relacionarse entre personas.
Trabajemos juntos, porque el éxito y la fuerza de los mosqueteros está en su apoyo incuestionable.
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