Con la luz verde dada a la cuarta vacuna para los inmunodeprimidos y muchas esperanzas depositadas en el primer envío del fármaco de Pfizer contra el coronavirus que aterrizó este jueves en el Aeropuerto Ben Gurion, Israel afronta la quinta ola con cambios en su estrategia sanitaria básicamente en lo que concierne a los protocolos de cuarentena. Menos intervencionismo y más responsabilidad ciudadana (mascarillas y el Pase Verde en espacios interiores y vacunas) con el objetivo de capear la llamada Tormenta Ómicron sin necesidad de un confinamiento declarado o no.
Ante la esperada propagación de la variante, el Gobierno israelí aplica medidas inesperadas hace unas semanas cuando fue el primero en el mundo en cerrar el acceso de extranjeros además de ampliar el círculo de los aislados en sus hogares. El motivo del alivio de las medidas radica por un lado que no se puede evitar o controlar la ola de contagios y por otro que ésta no incrementa de forma significativa los casos más graves. Mientras los contagios diarios ya superan los 4.000 en la peor cifra desde septiembre, el número de enfermos graves se queda en 92 de los cuales el 85% no está vacunado. La tasa de positividad es del 2,98% y la de reproducción se eleva al 1,62 confirmando que el nuevo enemigo es mucho más rápido y escurridizo que lo conocido hasta entonces pero también menos virulento.
“La previsión es que en una semana superaremos el récord de contagios desde el inicio de la pandemia, más de 10.000 casos por día, y posiblemente seguiremos con este ritmo en las dos semanas siguientes”, ha declarado al periódico El Mundo el profesor Eran Segal en el prestigioso Instituto Weizmann. Según avisa, “los vacunados estarán más protegidos ante una enfermedad grave por lo que, más que nunca, conviene vacunarse”. Se prevé que en unos días, el 90% de los contagios en Israel se deberá a la nueva variante.
Seguer (en hebreo, cierre) es una palabra prohibida en el heterogéneo Gobierno formado el pasado mes de junio y explica en parte su zig zag en las últimas dos semanas de gestión de la pandemia. Unos ministros apoyan restricciones para combatir la nueva variante mientras otros piden "vivir junto a ella hasta que pase". Nadie apoya el confinamiento ni tampoco limitaciones de aforo en las fiestas de fin de año aunque el director general de Sanidad Nachman Aish sorprendió este jueves por la noche al ordenar la obligación de mascarillas en espacios abiertos con más de 50 personas. En Nochevieja, la Policía tendrá mucho trabajo en los locales para asegurarse que se cumpla el uso de la mascarilla o la entrada solo con el documento covid-19.
Sin aislamiento para vacunados
Dado que la estricta política de aislamientos -ya sean vacunados o no- conducía a un cierre de facto, Israel ha modificado su rumbo. Ahora, los vacunados o que superaron la enfermedad que entraron en contacto con un contagiado no están obligados a un aislamiento de siete días, siempre y cuando la prueba de antígenos realizada en puntos sanitarios resulte negativo. Eso sí, se les recomienda no estar expuestos a personas de grupos de riesgo o en lugares de ocio con mucha gente durante una semana. Si el resultado de la prueba es positivo, deberá hacer un examen de PCR. Solo en el caso que se confirme su contagio deberá cumplir un aislamiento de 10 días. A los no vacunados, les espera una cuarentena de dos semanas que pueden reducir si pasan el PCR en el séptimo día. Respecto a los vuelos, decenas de países han sido borrados de la lista vetada.
Dado el contagio en la comunidad, el ministro de Sanidad, Nitzan Horowitz, se muestra a favor de la vuelta de extranjeros. “Gracias a medidas que tomamos de antemano, la situación en Israel es mucho mejor en comparación al resto del mundo. Eso no quiere decir que debamos confiarnos”, ha afirmado.
Aunque en el Gobierno israelí nadie habla de una política activa de “contagio masivo” frente a ómicron, la profesora Siegal Sadetzki considera que Israel se dirige a ese modelo. “¿Cómo es posible que para prepararse ante la llegada de la ola de ómicron declararon un aislamiento de contactos incluyendo los vacunados durante siete días y ahora con la ola en ascenso, el aislamiento se anula?”, se pregunta la que fue una de las principales responsables del ministerio de Sanidad en la gestión de la pandemia en 2020. Y añade en un artículo en Yediot Ajaronot: “Yo tengo reservas ante la idea de un contagio masivo. No nos ayudará a avanzar hacia el final de la pandemia”.
Mientras unos acusan al Gobierno de “no presentar batalla ante el ómicron”, otros le exigen que levante el Pase Verde impuesto en los centros comerciales y tiendas de grandes dimensiones. Sus dueños amenazan con una huelga si se prorroga más allá del martes.
Esfuerzo combinado
“Estamos actuando de forma correcta y ordenada en un esfuerzo combinado de pruebas, vacunas y ahora medicamentos. Juntos, superaremos la ola de ómicron”, señaló el primer ministro Naftali Bennett poco después de recibir las primeras decenas de miles de medicamentos de Pfizer. Según los estudios, tienen una efectividad del 90% para evitar casos graves y de muerte de los enfermos de covid-19. "La medicina ha llegado en el momento adecuado poco antes de que Israel entre en la cima de la ola de ómicron", añadió.
Bennett avisó hace tres semanas por teléfono a varios líderes mundiales que la variante registraría unas cifras de contagio sin precedentes mientras ordenó medidas para ganar tiempo aumentando la vacunación y retrasar el impacto de la ola en Israel. Con la cuarta dosis vacunación aprobada este jueves a las personas inmunodeprimidas a la espera de más pruebas para extenderla a los mayores de 60 años y equipos sanitarios, Israel se convierte en pionero de la cuarta inyección como ya fue en la primera hace exactamente un año y la tercera en verano.
De una población de 9.4 millones en Israel, 4.232.076 han recibido las tres vacunas mientras casi seis millones tienen dos pautas. La tercera vacuna ronda el 45%. 8.243 personas han muerto en la pandemia en Israel.
Como los problemas nunca vienen solos, las autoridades sanitarias afrontan la quinta ola del virus con el reto adicional del elevado aumento de casos de gripe.
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