domingo, 26 de diciembre de 2021

Sexta ola: más vale llorar que lamentar

Carmen Fernández
carmenfernandez
Dom, 26/12/2021 - 09:00
Covid-19
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dando a conocer los resultados de su reunión con los presidentes de las comunidades autónomas.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dando a conocer los resultados de su reunión con los presidentes de las comunidades autónomas.

Volver con excepciones al uso de la mascarilla en exteriores, cuando desde junio es obligatoria si no hay una distancia de seguridad de un metro y medio entre no convivientes, parece una medida algo pobre para lo que tenemos encima (una sexta ola que más parece una pared) y por la forma en que se ha decidido: nada menos que en una reunión de presidentes del Gobierno y de las comunidades autónomas. Seamos serios: la mayoría de la gente no se la ha quitado bajo ningún concepto en espacios libres; yo misma me he visto en la situación de llevarla en paseos por el campo y la playa por aquello de "y si me cruzo con alguien".

A mi juicio la conclusión real de esa reunión fue esta: que cada gobierno autonómico proceda, de acuerdo con sus competencias, como crea conveniente según su situación pandémica (y, esperemos, de acuerdo con la actualización del Documento de Actuaciones de Respuesta Coordinada para el control de la transmisión de COVID-19).

El panorama nacional es el que es -IA/14 días de 784,2 casos por 100.000 habitantes y seis comunidades por encima de 1.000- pero al situación es heterogénea incluso dentro de una misma población y no hay que olvidar que, en cuestión de positivos, pueden ser muchos más de los registrados oficialmente puesto que mucha gente es asintomática y desconoce si ha estado en contacto con un positivo y mucha otra, con covid-19 leve o contacto de positivo confirmado, se está autogestionando por dificultad de acceso a atención primaria para diagnostico y control.  

En el caso de las comunidades me centraré en la que ha adoptado, por ahora, la medida más extrema: Cataluña. El Gobierno de Pere Aragonès (ERC-Junts) se lanzó esta semana pidiendo al Tribunal Superior de Justicia catalán, entre otras medidas, el toque de queda de 1 a 6 h. en municipios por encima de 250 casos de incidencia por 100.000 habitantes en los últimos 7 días y durante 15 días.

Este tribunal, en contra del criterio de la fiscalía por ir en contra derechos fundamentales, lo autorizó el jueves porque entiende que, siguiendo al Tribunal Constitucional, esas medidas sí resisten el triple juicio de proporcionalidad: "Una, que la medida sea apta para el fin (juicio de idoneidad); dos, que sea necesaria, en el sentido de que no exista otra medida más moderada para la consecución de tal propósito con igual eficacia (juicio de necesidad); y, tres, que sea ponderada o equilibrada, por derivarse de ella más beneficios o ventajas para el interés general que perjuicios sobre otros bienes o valores en conflicto (juicio de proporcionalidad en sentido estricto)".

Que sí, que el 79,7% de la población total de España tiene la pauta de vacunación completa; que las vacunas de la covid-19 funcionan y se ve en la proporción de hospitalizados en camas convencionales y en UCIs y en fallecidos respecto a no vacunados, y que la tercera dosis está dando resultados positivos en los mayores (la IA/14 es de 209,31 casos por 100.000 habitantes en mayores de 80 años, y de 254,16 en los que tienen entre 70 y 79 años), pero la pandemia hay que domarla para que no se deboque. Aun hay que confirmar qué pasará cuando la variante ómicron del SARS-CoV-2, que parece inducir enfermedad menos severa que la delta, sea hegemónica.

Si nos ponemos en la piel de los presidentes, claro que es duro obligar a restricciones en estos momentos, y no por las cañitas que dejemos de tomar sino por todos aquellos sectores de la economía que justo ahora están remontando. Pero hay que tomar decisiones y trasmitirlas a la ciudadanía de forma clara y acompañadas de argumentos científicos sólidos. En los Países Bajos, por ejemplo, ya se han impuesto un confinamiento estricto hasta el 14 de enero.

Y es que algo hay que hacer, más allá de avanzar en la generalización de la tercera dosis de las vacunas y de que, quien no lo haga, se ponga la mascarilla en la calle. Como indica la sabiduría popular: más vale que sobre que no que falte, más vale perder un poco que perderlo todo, más vale despacio prevenir que despacio arrepentir, más vale llorar que lamentar...

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