sábado, 12 de marzo de 2022

La ciencia, a la busca y captura de las nuevas drogas de diseño

Medicina Preventiva y Salud Pública
gemasuarez
Sáb, 12/03/2022 - 08:00
Una labor compleja
Foto de archivo de un alijo de drogas de diseño incautados por la Policía Nacional.
Foto de archivo de un alijo de drogas de diseño incautados por la Policía Nacional.

A finales de 2019, el Observatorio Europeo de la Droga y las Toxicomanías identificó más de 700 nuevas sustancias psicoactivas (NPS), diseñadas para imitar las drogas tradicionales (cocaína, anfetaminas, etc.) y evitar la legislación y la posible ilegalización por parte de la Unión Europea. Son las conocidas como drogas de diseño, que se clasifican en cuatro grupos, como detalla a CF Jordi Camarasa, decano de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona y miembro del Grupo de Investigación de Neuropsicofarmacología de los Derivados Anfetamínicos de la Universidad de Barcelona: "Las catinonas sintéticas, las fenetilaminas, los canabinoides sintéticos y las triptaminas, cuya novedad son los efectos alúcinógenos, que no venían provocando el resto de sustancias". En concreto, los psicoestimulantes y los alucinógenos tiene efectos muy potentes y los daños en la salud humana que podrían provocar a corto y largo plazo todavía se desconocen. 

Lo cierto es que, aunque este observatorio da esta cifra, Camarasa, explica a CF que es difícil precisar el número total de estas drogas de diseño, "porque cada semana y cada mes tenemos presencia de nuevas sustancias psicoactivas en el mercado ilegal. Hablar de 700, 500 o 1.000 no es posible, porque el auge es imparable". Además, afirma que es "un mercado enormemente cambiante, de tal manera que, a medida que se van ilegalizando, se van sintetizando otras nuevas".  

Es más, el decano apunta otro efecto perverso de esta realidad y es que "desde que se detecta una de estas sustancias en el mercado ilegal hasta que se declara su ilegalización o posible ilegalización transcurren meses o, incluso algún año; por tanto, en ese tiempo esa sustancia está circulando y es consumida por el ser humano". Según la Universidad de Barcelona, este consumo deriva en casos de intoxicaciones con víctimas mortales.  

Otro problema es que no se sabe quiénes están detrás de su producción. "Realmente no se dispone de esta información -reconoce Camarasa-. Pero no es como hacer una metanfetamina en el tercer piso o en el garaje de una granjita". Lo que se intuye es su procedencia, que se sitúa en China e India "y acceden a Europa por los países del Este". 

Qué pasa en España

Mario Martínez Ruiz, de la Facultad de Medicina de la Universidad CEU San Pablo (Madrid) y miembro del Instituto de Estudios de las Adicciones IEA–CEU, asegura que en España la prevalencia de consumo de nuevas sustancias psicoactivas parece ser menor del 2%. "En el caso de los jóvenes, el 1,4% de los de estudiantes de entre 14 y 18 años admite haberlas consumido en el último año, según datos de la Encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España. Estudes 2021. En el caso de la población general, el 1,6% de personas de entre 15 y 64 años admite haber consumido NSP alguna vez en la vida, según la Encuesta sobre el Alcohol y las Drogas en España. Edades 2019/2020.

Sin embargo, reconoce que la prevalencia real de consumo de NSP en España puede estar subestimada, "ofreciendo una falsa imagen idílica de que aquí no pasa nada, como si España estuviera en una especie de luna de miel para las NSP. Y eso puede no ser verdad".

A su juicio, el problema de que desconozcamos la realidad de las NSP en España, como en el resto de Europa y del mundo, radica en varias características comunes a todas las NSP. En primer lugar, apunta a la indefinición de las propias NSP. "Aunque estas sustancias se definan como nuevas sustancias psicoactivas sintéticas no controladas por convenciones internacionales de fiscalización, muy a menudo se siguen incluyendo en esta definición a las nuevas sustancias psicoactivas recientemente controladas". Y, en segundo lugar, resalta que el mercado de las NSP tiene unas características específicas: "Se pueden comprar a través de minoristas en Internet, redes sociales o, a veces, de proveedores de la calle; se pueden comercializar como reemplazos "legales" de las drogas ilícitas; también pueden venderse junto con o como otras sustancias controladas más conocidas; su coste es relativamente bajo y su potencia es elevada; son más difíciles de detectar e identificar en los análisis de orina de rutina, pero son fáciles de ocultar; existe una gran cantidad de nuevas sustancias psicoactivas y de diversidad química y, por último, aparecen rápidamente en el mercado". 

Las drogas sintéticas que son relativamente frecuentes en España son, según Martínez Ruíz, en primer lugar, los cannabinoides sintéticos (Spice); en segundo lugar, los estimulantes y entactógenos sintéticos, como catinonas sintéticas (metilona, mefedrona, N-etilpentinona o Bk-EBDP), valeronas (alfa-PVP o Flakka) y, en menor grado, piperacinas (mCPP), y, en tercer lugar, las NSP disociativas, como los análogos de la ketamina. "Son infrecuentes los consumos de opioides sintéticos (fentanilos), hipnosedantes sintéticos (análogos del alprazolam) o alucinógenos (serie NBOMe)", añade.

Todas son peligrosa  

Para el experto del CEU, "todas (y lo dice en mayúsculas) son peligrosas para la salud, porque desconocemos su verdadera composición, su patrón de consumo y su toxicidad a corto y a largo plazo".
Analizando por el tipo de sustancias, en el caso de los cannabinoides sintéticos, dice que los daños asociados pueden ser más graves que los asociados con los cannabinoides de origen vegetal, o completamente diferentes, y pueden provocar muertes. "En comparación con el cannabis vegetal, los cannabinoides sintéticos tienen más probabilidades de generar dependencia y pueden provocar síntomas de abstinencia más graves. Por último, se han detectado productos de cannabis adulterados con cannabinoides sintéticos en varios países".

Si hablamos de las catinonas sintéticas, apunta que quienes las consumen "presentan síntomas de uso compulsivo y dependencia. Su consumo también se ha observado en algunos grupos de personas que se inyectan drogas y se ha asociado con un riesgo de infecciones bacterianas o virales graves (VIH). Por último, pueden consumirse involuntariamente, ya que son, a menudo, drogas de falsificación que se pueden consumir en lugar de cocaína o éxtasis, o mezclada con estas drogas".

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Expertos en Neuropsicofarmacología están inmersos en un proyecto que busca anticiparse a la aparición de nuevas sustancias psicoactivas y evaluar sus riesgos para la salud. Off Gema Suárez Mellado. Madrid Investigación Grado Off

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