Para Cristina Solano, enfermera de la Unidad de Insuficiencia Cardíaca del Hospital de Torrevieja, el papel de las enfermeras en IC es fundamental porque sus recomendaciones y seguimiento tanto a la hora de mejorar hábitos como de avanzarse a posibles complicaciones detectando síntomas, redundan en una mejor situación general de los pacientes.
PREGUNTA: ¿Cuál es el impacto de la insuficiencia cardíaca?
RESPUESTA: La IC es una enfermedad crónica que se produce cuando el musculo cardíaco no tiene capacidad suficiente para bombear la sangre y, por lo tanto, de hacer llegar suficiente oxígeno y nutrientes al resto de los órganos. Y es un auténtico problema de salud pública: los datos epidemiológicos que disponemos indican que es la tercera causa de muerte de tipo cardiovascular y supone la primera causa de ingreso hospitalario en pacientes mayores de 65 años. Además, la mortalidad es elevada: en estudios poblacionales, la mortalidad después de un ingreso por IC es próxima al 50% el primer año, presentando una letalidad superior a la mayoría de cánceres más frecuentes. Este hecho, junto con una tendencia creciente de las tasas de ingreso por esta causa en los últimos años, ha motivado que esta condición se convierta en una de las amenazas de los sistemas de salud en los próximos años.
P: Ese impacto justifica la existencia de unidades específicas...
R: La Unidad de IC que funciona del Hospital Universitario de Torrevieja atiende a unos 150 pacientes anuales. Su objetivo es mejorar el pronóstico y calidad de vida de los pacientes con IC y reducir la frecuencia de hospitalización. Para ello, ofrece una atención basada en la asistencia por parte de cardiólogos y enfermeras especializada en IC conjuntamente con la participación de fisioterapeutas, neuropsicólogos, farmacéuticos y trabajadores sociales, los cuales garantizan una atención de alto nivel tecnológico e integral de estos pacientes.
P: Y dentro de las mismas, ¿cuál es el papel que juegan en las enfermeras?
R: La figura de la enfermería especializada es fundamental en el proceso porque “instruimos al paciente” y a su familiar responsable ofreciéndoles educación para la salud orientada a su perfil clínico para fomentar el autocuidado. Por ejemplo, dado que la retención de líquidos es habitual, les enseñamos a controlar los diuréticos; les asesoramos en hábitos de vida saludable y la importancia de seguir una dieta sana y evitar los tóxicos como el tabaco y el alcohol. Asimismo, les ayudamos a practicar ejercicio adaptado una vez por semana en grupos reducidos, dentro del programa de rehabilitación cardíaca. Es un trabajo que, en colaboración con otros perfiles profesionales (personal facultativo, enfermeras gestoras de casos, trabajadoras sociales etcétera), redunda en un mejor control del paciente y evita las visitas sucesivas a urgencias.
También les “ayudamos” a identificar los síntomas que indiquen un empeoramiento de la IC antes y sobre lo que tienen que estar alerta, como la disnea y el aumento brusco de peso, la fatiga o edemas en miembros inferiores. La enfermera especializada realiza también atención telefónica una herramienta que tranquiliza al paciente consciente de que puede contactar con este recurso para resolver sus dudas.
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