martes, 14 de junio de 2022

Barreras que dificultan mantener 'a raya' el colesterol

Cardiología
soniamoreno
Mar, 14/06/2022 - 08:00
Factores de riesgo CV
Estudios, como el PESA, han demostrado la importancia de explicar al paciente qué es la placa de aterosclerosis utilizando la ecografía. Foto: JOSÉ LUIS PINDADO.
Estudios, como el PESA, han demostrado la importancia de explicar al paciente qué es la placa de aterosclerosis utilizando la ecografía. Foto: JOSÉ LUIS PINDADO.

Todavía un porcentaje nada desdeñable de pacientes con dislipemia, en especial, aquellos con riesgo cardiovascular alto o muy alto, no alcanzan los niveles óptimos en concreto con el biomarcador de riesgo por excelencia, el colesterol LDL (c-LDL). Ese insuficiente control condiciona un peor pronóstico, con mayor tendencia a la recurrencia de enfermedades cardiovasculares.

Los expertos identifican las principales barreras que dificultan ese control; todas ellas, a modo de síntesis, podrían neutralizarse con la concienciación: por parte del paciente –de la mano de su médico- sobre su enfermedad y por parte del profesional sobre la importancia de la prevención secundaria y los avances terapéuticos que han surgido en los últimos años, y los que están por llegar.

Sobre los datos concretos del control del c-LDL, Eva María Moya Mateo, médico especialista en Medicina Interna, de la Unidad de Riesgo Cardiovascular avanzada del Hospital Universitario Infanta Leonor, en Madrid, expone que “a nivel europeo, disponemos de una publicación reciente, el estudio Da Vinci, llevado a cabo en 18 países europeos en unos 6.000 pacientes, la mitad en prevención primaria y la otra mitad en secundaria. En conjunto, en torno al 60% de los pacientes no consiguen los objetivos planteados en las guías europeas de dislipemias del 2016, y extrapolando estos datos a las más actuales del 2019 este dato llegaría hasta el 80%. Si nos centramos en prevención secundaria, teniendo en cuenta que son pacientes de muy alto riesgo cardiovascular, los datos no mejoran siendo el grado de control claramente mejorable. Por territorios afectados, el grado de control varía entre un 36% para la enfermedad cerebrovascular, 40% la enfermedad arterial periférica y 44% para la cardiopatía isquémica.  Y ya fijándonos en nuestro país, en un estudio realizado en servicios de Cardiología, unos 6.000 pacientes que han sufrido un evento isquémico coronario al año se consiguen niveles óptimos de LDL en un 60%, cifras algo mejores que las previas, pero sin duda mejorables”.

Manuel Mozota, responsable del Grupo de Trabajo de Dislipemia de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) recuerda que “los factores de riesgo modificables son los responsables de al menos el 90% del riesgo del primer infarto de miocardio; de esos factores (lípidos, tabaco, estrés, obesidad abdominal e hipertensión arterial, además de una dieta pobre en frutas y verduras, falta de ejercicio, diabetes y consumo de alcohol), la dislipemia supone un 50% del riesgo, tal como se vio en un estudio en The Lancet de 2004, que ha dado lugar a otros trabajos posteriores con conclusiones similares”.

Falta de adherencia terapéutica

Pero, ¿por qué se produce un inadecuado cumplimiento de los objetivos de riesgo CV cuando su asociación, antes o después, al evento clínico es tan clara? Son varias las causas, y una de ellas es la falta de adherencia terapéutica por parte los pacientes. Alejandra Gullón, de la Unidad de Riesgo Vascular del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario de La Princesa, en Madrid, alude a los diversos estudios “que han confirmado que más del 50% de los pacientes a los dos años del evento clínico abandonan el tratamiento con los diferentes fármacos (hipolipemiantes, antihipertensivos, entre otros). La adherencia es un problema real y además condiciona la evolución clínica de estos pacientes”, afirma. Manuel Mozota apostilla: “El colesterol no duele y a veces es fácil caer en el olvido del tratamiento”. Además, recuerda va María Moya “los tratamientos para bajar el colesterol tras haber sufrido una enfermedad cardiovascular son de por vida”.

La dislipemia es el factor modificable de más peso en el riesgo de infarto.
La dislipemia es el factor modificable de más peso en el riesgo de infarto.

A ello se suma el conocido como efecto nocebo de las estatinas, por el momento principal herramienta de control lipídico. Alejandra Gullón se detiene en esa “falsa percepción de intolerancia a estatinas” y cita un reciente metanálisis,  publicado en febrero, donde se analizó el porcentaje real de intolerancia a esos fármacos sobre una población de más de cuatro millones de personas.  “La intolerancia con criterios como haber probado varias estatinas, presentar una elevación de marcadores analíticos y síntomas refractarios, entre otros, se estableció en un 10%. Sin embargo, en la vida real en torno al 50% de pacientes tratados con estatinas reportan intolerancia”.

Para la médica internista, el paciente se ve influido por la desinformación, que a menudo encuentra en internet, y a la que hay que hacer frente “como profesionales de la enfermedad CV. Parte de nuestra tarea esta también informar a los pacientes, transmitir la importancia y la relevancia el cumplimiento del tratamiento y detenernos en explicarles por qué deben tomarlo; es clave incorporarlos al proceso del autocuidado”.

De igual forma se manifiesta Eva María Moya: “Solo si entiende cuál es el fin de los tratamientos y sus beneficios, va a estar dispuesto a tomárselos de por vida”. Esta especialista señala que “deberíamos hablar más con nuestros pacientes. Explicar detenidamente cuál es el papel que juegan en su enfermedad los tratamientos que reducen el colesterol-LDL. Insistir en que es un factor causal directo, y no solo un factor de riesgo. Insistir en la capacidad que tienen de reducir la placa de ateroesclerosis y, por tanto, incidir en la base fisiopatológica de la enfermedad. Solo así, seremos capaces de mejorar la cumplimentación. Por otro lado, también tenemos que reflexionar sobre nuestra inercia terapéutica, que en muchas ocasiones también nos hace ser excesivamente conservadores con nuestros tratamientos”.

 
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Y es que, como apunta Alejandra Gullón, “no todos los médicos estamos igualmente concienciados con la enfermedad cardiovascular, los objetivos de cont
Implicar al paciente en el control de su riesgo CV y abandonar una actitud terapéutica conservadora: dos claves que ayudan a alcanzar objetivos óptimos. Off Sonia Moreno. Madrid Medicina Interna Medicina Familiar y Comunitaria Off

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