sábado, 22 de octubre de 2022

Las palabras que nos llegan de Norteamérica

Fernando Navarro
Fernando Navarro
Sáb, 22/10/2022 - 10:34
Para saber más...
Béisbol, bateador, cácher, fildear, hit and run, jonrón, shortstop, wild pitch son todas ellas voces importadas de los EE.UU.
Béisbol, bateador, cácher, fildear, hit and run, jonrón, shortstop, wild pitch son todas ellas voces importadas de los EE.UU.

¿Quién no ha comido corn flakes, popcorn, un perrrito caliente o una hamburguesa (de Burger King o de McDonald’s)? ¿Quién no sabe hoy lo que es un motel, un póster, una miss, un sheriff, Halloween, Tarzán, el Pentágono, Hollywood y los Oscar?

La supremacía económica y cultural de los Estados Unidos en el mundo actual es hoy indiscutible; pero era ya perceptible antes de que los primeros turistas estadounidenses llegaran a España en los años cincuenta, antes incluso de que la II Guerra Mundial entronizara al país de las barras y estrellas como primera potencia mundial.

En 1927, el novelista H. G. Wells escribía desde Inglaterra: «El pueblo de los Estados Unidos se ha convertido muy rápidamente, en los últimos cincuenta años, en la más rica, segura y poderosa nación del mundo». Y cinco años después, en España, Julio Camba era de la misma opinión: «Hoy los Estados Unidos se encuentran en una situación bastante semejante a la de España en los comienzos del siglo XVI, cuando terminada la reconquista y con todo el oro de América en sus gavetas, España era el árbitro del comercio del mundo, y el Nueva York actual no deja de tener grandes analogías con la Sevilla agitada, turbulenta y cosmopolita de entonces».

Términos acuñados en los Estados Unidos entran a diario en nuestra lengua, y dos publicaciones recientes recopilan ejemplos de este fenómeno y los estudian desde una perspectiva bien distinta.

En su Repertorio de voces llegadas de los Estados Unidos de América del Norte (1776-1969): de la conquista del Oeste a la conquista del espacio (2021), Recaredo Agulló Albuixech recoge más de dos mil cien palabras llegadas a España desde los Estados Unidos entre el 4 de julio de 1776 (Declaración de la Independencia de las trece colonias) y el 21 de julio de 1969 (primer paseo lunar de Neil Armstrong).

Hallamos en el repertorio nombres de animales; árboles y plantas; armas; automóviles, ferrocarriles y aviones; bailes; cine y televisión; comidas y bebidas; costumbres; delincuencia; deportes; desarrollo industrial; economía y el todopoderoso dólar; electrodomésticos; emancipación femenina; los cincuenta estados de la Unión; indumentaria; investigación científica; juegos; literatura; música; nombres propios; el lejano y salvaje Oeste; política; profesiones; pueblos nativos; religiones; segregación racial; siglas; viajes… Todo un batiburrillo léxico representativo de la variopinta civilización estadounidense, que ya es también la nuestra y hoy nos resulta más cercana que la España misma de nuestros abuelos.

Las 830 páginas del libro, empero, se quedan cortas y no están en él, desde luego, todas las que son. Sin salir de la medicina, podríamos compilar fácilmente un diccionario todavía mayor que este; en él encuentro, sin embargo, apenas un puñado de voces: adrenalina, audífono, behaviorismo, brain drain, brain storm, check-up, control de natalidad, cortisona, detector de mentiras, doping, drugstore, electrocución, feed-back, láser, monitoring, scalp, sex appeal, sonotone, Tampax, vacuna Salk, vaselina y poco más.

Muy distinta es la postura adoptada por Francisco Moreno Fernández en su Diccionario de anglicismos del español estadounidense (2018), que es un diccionario diferencial, descriptivo y de uso del español estadounidense. Esto es, no es normativo ni prescriptivo; no pretende señalar la oficialidad o falta de oficialidad de los términos registrados, ni determinar tampoco si es o no correcto usarlos. Se limita a describir su uso social, geográfico y estilístico en el momento actual; y lo hace de manera diferencial: reflejando lo que de diferente tiene el español de los Estados Unidos con respecto al que hablamos fuera de sus fronteras. No encontraremos en el diccionario, pues, anglicismos muy conocidos que son de uso general en gran parte de los países de habla hispana.

Son 112 páginas repletas de anglicismos hispanounidenses: desde abstracto (en el sentido de ‘resumen’), accesar, account number, acta (en el sentido de ‘decreto’ o ‘ley’) y afluente (en el sentido de ‘rico’) hasta yonquería (chatarrería), yufo (ovni), zip code, zipear y zíper.

No estoy seguro de si todos los lectores habrán sabido vislumbrar en el párrafo anterior, bajo los anglicismos ‘yonquería’ y ‘yufo’, los términos ingleses originales junkyard y UFO. La lista de anglicismos que nos chocan a la vista, pero quizá no tanto al oído, es interminable: aiscrin (helado), apoinmen o apuntamento (cita), baica (bicicleta), dauntáun (centro de la ciudad), espeletear (deletrear), fon (diversión, entretenimiento), gárbich (basura), hesitear (dudar, titubear), janguear (pasar el tiempo sin hacer nada, salir con los amigos), jomboy (pandillero), manachear (administrar, gestionar), mediquer (programa público de atención sanitaria), morosaico (moto, motocicleta), norsería (vivero, semillero), pántijos (pantis), picle (pepinillo), pinabara (crema [o mantequilla] de cacahuete), relativo (pariente, familiar), sikear (buscar), sumarizar (resumir), troca (camioneta), vegetales (verduras, hortalizas), wikén (fin de semana).

Muy útil es también el vocabulario inverso que incorpora este diccionario: nos permite pasar de ‘alimento’ a ‘grosería’, de ‘bromear’ a ‘gufear’, de ‘borrar’ a ‘deletear’ o ‘wipear’, de ‘cesta’ a ‘basqueta’, de ‘comer’ a ‘lonchear’, de ‘disfrutar’ a ‘enjoyar’, de ‘gripe’ a ‘flu’, de ‘jersey’ a ‘suera’, de ‘mentira’ a ‘feca’, de ‘pulsera’ a ‘bracilete’, de ‘seguidor’ a ‘supórter’, de ‘teta’ a ‘bubi’, y de ‘urbanización’ a ‘suburbio’.

Fernando A. Navarro

Hoy es indiscutible la supremacía económica y cultural de los Estados Unidos; y con ella entran a diario en nuestra lengua términos acuñados en el país de las barras y estrellas. Off Fernando A. Navarro Off

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