Se dice que ya Cleopatra dormía con mosquitero. Este pequeño animal, el más mortífero del planeta, acaba con la vida de casi 800.000 personas al año debido a enfermedades como la malaria, el dengue, el zika, la fiebre amarilla o el virus del Nilo. Se alimenta del néctar de las flores, aunque para generar los huevos las hembras necesitan proteínas que obtienen de la sangre, en muchos casos de animales. Algunas especies son más gourmet y prefieren la sangre humana.
A finales de 2017, un investigador de la Universidad de Melbourne, en Australia, publicó en Twitter un vídeo de mosquitos alimentándose de su brazo como minivampiros, hasta 5.000 al día, todo por la ciencia. La imagen impresiona, pero no es lo habitual en los laboratorios, como hemos podido comprobar tras visitar el insectario que la farmacéutica británica GlaxoSmithKline (GSK) tiene en la localidad madrileña de Tres Cantos, el único de tipo industrial en Europa (hay dos académicos, uno en Países Bajos y otro en el Imperial College de Londres).
El insectario está dentro del laboratorio de contención biológica 3 (BSL3), el único de tipo 3 que tiene la farmacéutica a nivel mundial, que forma parte del centro de I+D de GSK, el primer centro privado español de investigación, y uno de los pocos del mundo, dedicado en exclusiva a descubrir nuevos tratamientos para las denominadas enfermedades olvidadas (porque no se invierte ni investiga en ellas), concretamente la malaria o paludismo y la tuberculosis, así como enfermedades por kinetoplástidos (Chagas, leishmaniosis).
Con motivo de su 30 aniversario, el centro abrió sus puertas por primera vez tras la pandemia a un grupo de periodistas. Pero solo la que suscribe estas líneas y quien firma estas imágenes tuvimos acceso exclusivo al insectario. Nunca habíamos firmado tantos permisos ni habíamos leído tantos protocolos, dejándonos claro que la seguridad es primordial en este centro y por eso el acceso es restringido solo para personas autorizadas.
Por fuera, el edificio de GSK no tiene nada de especial, es como muchas de las empresas que lo rodean en el Parque Tecnológico de Madrid, en la localidad tricantina. Dentro cuenta con dos plantas, la inferior es la de biología y la superior la de química. De los más de cuatro millones de moléculas que tiene GSK en sus colecciones, usan más de dos millones para hacer screening (ensayos) modificándolas y probándolas en los laboratorios de ambas plantas, que no dejan de ser habitaciones normales con placas multipocillo (antiguamente se usaban tubos de ensayo), microscopios, vitrinas de aspiración e instrumental típico de laboratorio.
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