jueves, 8 de diciembre de 2022

Por qué fingir una sonrisa te puede alegrar el día

Opinión
saradomingo
Jue, 08/12/2022 - 08:00
Ciencia inútil
¿Pero qué impacto puede tener que una sonrisa sea tan falsa como Judas? Ilustración: MIGUEL SANTAMARINA
¿Pero qué impacto puede tener que una sonrisa sea tan falsa como Judas? Ilustración: MIGUEL SANTAMARINA

Desde que Joseph Nicéphore Niépce, considerado como el precursor de la fotografía, utilizó una cámara oscura portátil para exponer a la luz una placa de peltre recubierta de betún, a los que se ponen delante de una cámara se les suele pedir que sonrían. Aunque acabemos de salir de un funeral, suframos una depresión de caballo o no nos apetezca posar para la enésima foto delante de un monumento, la tendencia natural y casi inconsciente pasa por estirar los labios, alzar las comisuras de la boca y enseñar los dientes. También hay quien tiene otras intenciones: el "dientes, dientes, que eso es lo que les jode" de la Pantoja frente a los paparazzi es la mejor prueba de ello.

Los americanos dicen cheese, en varios países de Latinoamérica dicen whisky y en España decimos patata, vaya usted a saber por qué, todo con tal de generar una expresión facial de fingida felicidad. Esto en la era de Instagram se ha convertido en una dictadura diseñada por Mr. Wonderful. Pues bien, una reciente investigación de un equipo de científicos de la Universidad de Stanford, publicada en la revista Nature Human Behavior, señala que este tipo de sonrisas postizas pueden hacernos un poco más felices.

Este artículo vendría a confirmar la hipótesis de la retroalimentación facial, que llevaba décadas generando un encendido debate entre expertos en la materia. Esta teoría, sugerida por primera vez por Charles Darwin, se basa en la idea de que los gestos y muecas faciales no solo sirven a los humanos para expresar una emoción, sino que también funcionan a la inversa: fruncir el ceño nos puede llevar al enfado y la preocupación o simular una sonrisa a sentirnos mejor la mayoría de las veces. 

Midiendo las sonrisas

No hace falta que digamos patata o que pongamos en marcha los seis pares de músculos que intervienen en la sonrisa, el equipo dirigido por el psicólogo Nicholas Coles ya lo ha hecho por todos nosotros. Como el propio Coles se consideraba un indeciso en la materia y no existía quórum entre los expertos, el principal responsable de este estudio organizó la Colaboración de las Muchas Sonrisas. Sí, el nombre también tiene guasa, pero sus objetivos eran muy serios: reunir a un grupo con partidarios, equidistantes y detractores de la hipótesis de la retroalimentación facial para diseñar tres experimentos ad hoc que complacieran a todas las partes y estableciera una conclusión lo más unánime posible. 

Las técnicas implicaban hacer sonreír a los 3.878 sujetos de 19 países que participaron en el estudio, pero los métodos fueron bien distintos. A un tercio de ellos se les pidió que utilizaran el método del lápiz en la boca, porque se cree que, al sujetarlo con los dientes, se activan los mismos músculos faciales que cuando sonreímos.

Otro tercio tuvo que imitar las expresiones faciales que veían en fotos de actores sonrientes -auténticos maestros en esto de la felicidad fake-, mientras el último tercio recibió instrucciones para que movieran las comisuras de los labios hacia las orejas y levantaran las mejillas utilizando solo los músculos de la cara.

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En cada grupo, el 50% de los participantes fingió sus sonrisas mientras veía imágenes alegres de cachorros, flores, fuegos artificiales y gatitos (ya
Off Tomás Cabal. Madrid Opinión Opinión Opinión Off

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