La terapia CAR-T podría sumarse al arsenal terapéutico de uno de los tumores infantiles de peor pronóstico. La revista The New England Journal of Medicine avanzaba el pasado mes en sus páginas los resultados de un estudio con células CAR-T en niños que sufrían neuroblastoma de alto riesgo. Los resultados del trabajo, realizado por el grupo de Franco Locatelli, del Hospital Pediátrico Niño Jesús, en Roma, apoyaban el beneficio de la terapia en estos enfermos, así como un perfil de seguridad similar al de otras terapias CAR-T.
Para Antonio Pérez-Martínez, jefe de Servicio de Hemato-Oncología Pediátrica del Hospital Universitario La Paz, en Madrid, y experto en el manejo de esta terapia avanzada, los resultados alcanzados en el ensayo constituyen “un dato esperanzador en un grupo de pacientes donde la sobrevida a largo plazo no es superior al 10%”.
El trabajo del grupo italiano es un ensayo clínico en fase I/II con una terapia CAR-T de tercera generación (4-1BB y CD28) dirigida a la diana GD2.
En el ensayo se incluyó a un total de 27 pacientes con neuroblastoma de alto riesgo en recaída o refractario al tratamiento, alcanzando una probabilidad de estar vivo y sin enfermedad del 36% a los tres años con un perfil de seguridad adecuado, sin haber alcanzado toxicidad limitante de dosis, llegando hasta 10x106/kg.
Asignatura pendiente
Como recuerda el especialista de La Paz, “el neuroblastoma de alto riesgo en recaída o refractariedad es una de las asignaturas pendientes de la oncología pediátrica”.
El fármaco CAR-T construido para ese ensayo tiene como particularidades, según destaca este experto, el dominio extracelular GD2 (que expresan casi en exclusividad las células tumorales de neuroblastoma, además de otros tumores, como osteosarcoma y retinoblastoma, entre otros); los dominios intracelulares de señalización y amplificación con dos moléculas coestimuladores (CD28.4-1BB.zeta), que amplifican la señalización y, por tanto, la potencia citotóxica, y, por otro lado, una especie de interruptor del tratamiento: el sistema inducible de caspasa (iCasp9) que permite la destrucción del CAR-T en caso de toxicidad amenazante para la vida, mediante la administración del fármaco rimiducid (un análogo lipídico similar a tacrolimus).
La terapia CAR-T está demostrando en cánceres hematológicos que aquellos pacientes con menor carga tumoral se benefician más. Esto podría ser extrapolable a los tumores sólidos, tal como apunta este estudio, donde los pacientes con una menor carga tumoral tienen mejor supervivencia, indica Pérez-Martínez.
“Por lo que pacientes con estadios más tempranos de la enfermedad o con menos carga tumoral después de la quimioterapia puente citotóxica podrían beneficiarse de la inmunoterapia celular”.
El trabajo abre una puerta a la esperanza de poder ensanchar las indicaciones de las CAR-T a más tipos de enfermedad oncológica, una vez que se han hecho imprescindibles en el tratamiento del cáncer hematológico.
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