jueves, 24 de agosto de 2023

¿Y si sensores orgánicos adaptados a la piel orientasen en el diagnóstico de enfermedades?

Investigación
carmenfernandez
Jue, 24/08/2023 - 08:00
Inteligencia artificial
Sensores colocados sobre la piel en diferentes ubicaciones del cuerpo permitirán recibir señales fisiológicas y analizarlas, mediante un circuito que imita al cerebro. Imagen: DM.
Sensores colocados sobre la piel en diferentes ubicaciones del cuerpo permitirán recibir señales fisiológicas y analizarlas, mediante un circuito que imita al cerebro. Imagen: DM.

España, a través de la Universidad Rovira i Virgili (URV) de Tarragona y la empresa zaragozana de neurotecnología Bitbrain, es, junto con Alemania y Francia, uno de los países representados por los participantes europeos de un innovador y disruptivo proyecto de computación neuromórfica que lleva por nombre Bayflex y que está financiado por el programa Horizon Europe de la Unión Europea dentro del subprograma Pathfinder, que es tan exigente que únicamente acepta (de media) un 5% de las propuestas que le llegan.

La computación neuromórfica es un campo a caballo entre la informática y la neurociencia enfocado al desarrollo de sistemas inspirados en el funcionamiento del cerebro humano. Se trata de una tecnología emergente, que lleva en desarrollo una década y media, y que ya ha permitido, por ejemplo, a Intel desarrollar el chip Lohi 2, que incorpora un millón de neuronas programables artificiales y refleja mejor los procesos del cerebro humano que otras tecnologías de inteligencia artificial.

El Bayflex, en concreto, tiene por objeto desarrollar sensores neuromórficos con tecnología orgánica, basada sobre todo en polímeros. Esos sensores colocados sobre la piel en diferentes ubicaciones del cuerpo permitirán recibir señales fisiológicas y analizarlas, mediante un circuito que imita al cerebro. Porque tan importante en recoger y monitorizar esas bioseñales del organismo como procesarlas y traducirlas a información clínica relevante (alertas, orientación en el diagnóstico, analizar efectos de terapias, etc.).

Polímeros en todos los componentes

Benjamín Iñiguez, catedrático de Tecnología Electrónica de la URV y miembro del grupo de investigación Nephos, del Departamento de Ingeniería Electrónica, Eléctrica y Automática, participa en este proyecto coordinado por la Escuela Politécnica de París. Ha explicado a este diario que una de las aportaciones de este trabajo será el uso de materiales orgánicos, básicamente polímeros, en todos los componentes para la fabricación de los sensores. Eso permitirá que estos dispositivos orgánicos y no invasivos (adaptables a la piel) sean de bajo coste, sostenibles, imprimibles y flexibles. “Los sensores detectarán las bioseñales, que llegarán a una red neuronal de transistores y de aquí pasarán a un circuito clasificador (más probabilidad de que sea una cosa u otra). En todo este proceso utilizaremos materiales orgánicos en sustitución del silicio, que es el que se usa de forma habitual”, destaca.

Su aportación al proyecto se centra, en concreto, en el análisis y evaluación de las propiedades eléctricas de los sensores, el modelaje y el diseño de sus componentes y circuitos, y también en las simulaciones previas a su fabricación.

Los laboratorios participantes colaborarán con sus departamentos de Medicina (de las universidades implicadas) para validar los resultados en salud. Se ha constituido un comité asesor del Bayflex. En este comité participan expertos internacionales en las áreas de aplicación de este proyecto; uno de ellos es Jesús Tornero, director de I+D+i del Hospital Los Madroños de Madrid. El desarrollo del proyecto dará lugar a un prototipo, que a su vez  puede originar una patente, y asimismo podría crearse una spin-off o start-up como resultado del proyecto, pero, indica Iñiguez, no son estos el objetivo inmediato de esta fase de la investigación, sino el desarrollo, fabricación y demostración del prototipo de biosensor orgánico neuromórfico.

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