lunes, 4 de diciembre de 2023

Cine y medicina: entrevista con Benjamín Herreros, especialista en medicina interna y bioética (y II)

Fernando Navarro
Fernando Navarro
Lun, 04/12/2023 - 11:11
Firma invitada: Lois Balado Tomé
Benjamín Herreros es médico internista y profesor en la Universidad Complutense.
Benjamín Herreros es médico internista y profesor en la Universidad Complutense.

Segunda parte de la entrevista a Benjamín Herreros, especialista en medicina interna, filósofo y cinéfilo.

Pero a veces el cine también ha podido hacer daño, pienso en Alguien voló sobre el nido del cuco y todos los clichés que sacamos de esa cinta.

Hablamos sin duda de una grandísima película, producida por Kirk Douglas, basada en algo que se hacía en los países más avanzados del mundo durante mucho tiempo: lobotomías en las que se les cortaban a algunos enfermos mentales determinados circuitos. Evidentemente, a los síntomas positivos que se derivaban de esta técnica, se sumaba la anedonia, personas sin respuesta, sin apenas vida social. Si recuerdas la película, en realidad el protagonista no es un enfermo mental, sino alguien que se hace pasar por loco porque prefiere ir a un sanatorio mental, a un manicomio como se decía antes, que a la cárcel. Allí se da cuenta de que tratan fatal a la gente y levanta conciencias entre los enfermos mentales, y terminan aplacando esta rebelión practicándole a él esta lobotomía. Las lobotomías supusieron el premio Nobel para Egas Moniz, pero hoy es algo que está en desuso y forma parte de la historia.

La medicina siempre ha estado presente en el arte, estoy pensando en la famosa lección de anatomía de Rembrandt.

La película Hannibal tiene una secuencia en la que el psicópata organiza una cena en las que extirpa la carota a uno de sus invitados. Aquí se ve cómo el cine ha ido retomando gran parte de una iconografía pictórica mostrando imágenes terribles. Volviendo a Rembrandt, no hay más que ver los cuerpos humanos que se han visto en muchas películas, degollados, abiertos y en todo tipo de situaciones. En gran medida, se ha tomado la delantera a la pintura. Hay pinturas muy interesantes, estoy pensando en los cuadros sobre la piedra de la locura del Bosco, trepanaciones. De él es también La nave de los locos, reflejo de una época en las que se cogía a los locos y se les metía a todos en una nave para que se alejaran río abajo. O pensemos en los cuadros que tiene Goya de su experiencia en manicomios. Volviendo al cine, hemos visto muchas veces manicomios terribles. Los más jóvenes pueden pensar en Shutter Island, pero en El gabinete del doctor Caligari es terrible cómo se trata a los pacientes.

¿Hasta qué punto nos prepara lo que vemos en el cine para el momento en el que llega la enfermedad?

Para esta pregunta voy a tirar de una telenovela que fue muy famosa en los años ochenta y que se llamaba Cristal. En un capítulo a una de las protagonistas le diagnostican un cáncer de mamá. Y sirvió para concienciar a muchas mujeres de la importancia del diagnóstico y una guía sobre cómo afrontar el tema. En aquella época, el cáncer era algo muy tabú. No solamente para el cine, también para pacientes e incluso médicos.

El cine ha servido tradicionalmente para desmitificar muchas cosas, aunque también tiene una parte negativa. En mi clase, hay muchos alumnos que trabajan temas como pueden ser la obesidad o la anorexia. Y refieren películas que pueden ser perjudiciales de cara a la idea social, a culpabilizar a personas con estos problemas de salud; y luego hay películas en las que sucede todo lo contrario, que pueden ayudar a no estigmatizar o tratar mejor una enfermedad que puede ser más compleja. Estoy convencido de que hay películas que han ayudado a que los pacientes se sepan acercar mejor al médico, que aprendan a preguntar, porque hasta hace poco los españoles teníamos miedo a preguntar al médico, nos parecía una especie de semidiós, y hay películas que ayudan a desmontar todo esto.

¿Por ejemplo?

Hay una película producida para televisión por HBO que se llama Wit (En España se tradujo como Amar la Vida), protagonizada por Emma Thompson. A la protagonista le diagnostican un cáncer de ovario y su relación con médicos y enfermeras es algo que hace repensar sobre cómo debemos relacionarnos con la enfermedad y los sanitarios. Y saliéndome del puro diagnóstico y tratamiento médico, en el año 2004 le dieron el óscar a la mejor película extranjera a Mar Adentro y el óscar a la mejor película a Million Dollar Baby. Ambas tratan el mismo tema: la eutanasia o el suicidio asistido. En aquella época, esas dos películas sirvieron para abrir ese debate social y que la gente opinase. Más tarde llegaron películas como Gattaca o Código 46, protagonizada por Tim Robins, que tratan el tema de la manipulación genética. No solamente manipular los genes para el tratamiento de enfermedades, sino para mejorarnos como seres humanos. La famosa eugenesia del siglo XXI. Cualquier ciudadano que haya visto estas películas se habrá planteado si esto de manipular los genes tiene límites o no.

¿Y hay temáticas estacionales? Es decir, la psiquiatría o el cáncer pueden ser temáticas atemporales, pero hace un par de años, con la pandemia, las películas sobre contagios surgieron como setas.

Claro que hay momentos en la historia donde se tratan unas enfermedades más que otras. En las primeras décadas, durante el cine mudo donde los recursos eran fundamentalmente visuales, evidentemente los médicos y la medicina que se mostraba era muy de cliché, de estereotipos. Salían muchos locos o enfermos muy disparatados. En comedias de Chaplin, por ejemplo, pacientes con gota a los que el protagonista pisaba y salían corriendo. O pacientes mentales durante el expresionismo alemán. Empiezan a aparecer otro tipo de patologías más desarrolladas cuando el cine se hace hablado, cuando a finales de los años 20 se introduce la palabra. Ahí surgen un conjunto de películas que tenían que ver con los trastornos de los sentidos: sobre sordos, personas mudas o personas ciegas. Un ejemplo es Belinda, pero hay otros relativamente recientes como Hijos de un dios menor. Hay gran cantidad de películas que explotan esto. También hay una gran variedad de cintas que tienen que ver con el cáncer. Aunque en las últimas décadas han salido muchas, la enfermedad se empieza a tratar en el cine a partir de los años cincuenta. Hay una película de Bette Davis llamada Amarga victoria que es magnífica, aunque es algo más antigua. Películas como Elegir un amor, protagonizada por Julia Roberts, en la que se enamora de un paciente que está cuidando, o Love Story. Todas estas películas que tienen que ver con el cáncer surgen cuando se empiezan a tratar y a diagnosticar mucho más la enfermedad. Y luego están las patologías neurológicas. Desde un punto de vista clínico, puede ser muy llamativo ver a una persona con párkinson o alteraciones del movimiento. En El hundimiento, se ve a Hitler con esos temblores, porque se decía que tenía párkinson. Y por supuesto el deterioro cognitivo, enfermedades como el alzhéimer, ligadas a que cada vez vivimos más, también lo vemos cada vez más en el cine.

Pero la protagonista en el cine son las enfermedades psiquiátricas, no hay duda. Distintas enfermedades infecciosas también han sido muy recurrentes, algunas de ellas por su vertiente de tabú y otras por su connotación romántica. Y te pongo dos ejemplos: el sida con Philadelphia, una película de los años noventa y donde la enfermedad hacía estragos, y una infección a la que se le dio un halo romántico como fue la tuberculosis. En Moulin Rouge, con Nicole Kidman, o en algunas óperas como La bohème en las que esta enfermedad las dejaba pálidas, delgadas, sin fuerza debido a una astenia que se consideraba romántica. Y otro tipo de enfermedades son las adicciones. El alcoholismo ya merecería un punto aparte, pero Bajo el volcán, de John Huston, es magnífica, como también lo es Leaving Las Vegas y muchas otras. También las drogadicciones han servido muchísimo de inspiración. Aquí la patología dual es muy frecuente, ese combo de enfermedad mental y adicciones. Si tuviera que decir alguna por la que tengo debilidad es por Trainspotting. Una película fenomenal sobre lo que es el mundo de las drogas, de cómo se come la vida de los seres humanos y lo que es el intentar volver a una vida normal y salir de ese mundo.

Luego también hay otro grupo de enfermedades que son las enfermedades raras. Desde El hombre elefante a Máscara, que buscan una fisionomía muy particular sobre la que se arma una trama. Y sin olvidar el género de las enfermedades inventadas. El cine, para inventarse historias, se inventan historias como podemos ver en El curioso caso de Benjamin Button.

Que todos estos productos habituales han servido para educar a la población parece quedar claro viendo el tipo de series de televisión que consumimos, por ejemplo. España ha pasado de ver Médico de Familia u Hospital Central a series mucho más 'técnicas' como House o New Amsterdam.

Si te digo la verdad, no me suele apetecer ver series de médicos, pero la última que vi y que me gustó mucho es The Knick, que es magnífica. También me han hablado bien de The Good Doctor. Este tipo de series que ya están más elaboradas, y dejando de lado Urgencias que supuso un antes y un después, pero es que incluso en Anatomía de Grey hay secuencias para trabajar temas de ética que son magníficas. Hay una secuencia en la que un paciente no quiere que le explore una médico afroamericana porque tiene una esvástica en el abdomen. Me parece magnífica.

Yo creo que las series están más trabajadas hoy porque hay más interés en la medicina que nunca. A mí me gustaba mucho Doctor en Alaska. Yo que soy manchego, cuando vine a Madrid a estudiar medicina, esa serie me encantó. A los estudiantes en la universidad una vez les puse un capítulo de House y otro de Doctor en Alaska, uno en concreto en el que ya el doctor Fleischman era más cercano con sus pacientes, porque al principio era un neoyorquino más estirado y luego se va humanizando. Después del visionado, les pregunté a qué médico les gustaría parecerse más. El 99 % prefería ser como House. Lo que interesa a los ciudadanos y a los propios estudiantes es más la parte técnica que la humana.

Pues igual tenemos un problema.

Ya, eso desde luego.

 

Lois Balado Tomé
Entrevista publicada originalmente en la sección «La Voz de la Salud» de La Voz de Galicia

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