El paciente mayor que ingresa y pasa unos días encamado pierde masa muscular y funcionalidad; a las 48 horas de estar ingresado, habitualmente deja de caminar y a menudo se desorienta, de manera que cuando recibe el alta ha perdido autonomía y tiene que volver a una residencia o al cuidado de un familiar, que no siempre puede atenderlo o está preparado para afrontar esas pérdidas que se producen tras el ingreso durante varios días.
En la Comunidad de Madrid, muchos de los grandes hospitales de la red pública tienen un porcentaje muy elevado de mayores entre los pacientes ingresados, pero aun no suficientes alternativas encaminadas a que esos ingresos se prolonguen lo menos posible –para que el impacto sea menor- y para que al alta los pacientes puedan recuperar su vida anterior con la máxima funcionalidad alcanzable. Una alternativa que sí está ya en marcha es la recientemente abierta unidad asistencial del Hospital de Día Geriátrico en el Hospital Universitario Infanta Elena -hospital público de la Comunidad de Madrid-, dirigida a la recuperación funcional del paciente mayor frágil, tanto ambulatorio como ingresado, que redunda, entre sus muchos beneficios, en una mejoría de su autonomía y una disminución del tiempo de hospitalización, llegando incluso a evitarla en muchos casos.
El primer objetivo, como es lógico, es lograr la mejor atención y mayor calidad de vida para estos pacientes y sus familiares o cuidadores, pero también es una baza importante para el ahorro de costes: "no requiere inversiones en grandes aparatajes ni tecnologías sofisticadas; en el caso del Infanta Elena, la unidad está atendida por un geriatra del centro y dos terapeutas ocupacionales", explica María Herrera Abián, jefa de los servicios de Geriatría y Cuidados Paliativos del centro, integrados por 8 geriatras.
La responsable de Geriatría del centro señala que unidad trabaja en la recuperación de los mayores "en una sala habilitada en la que ejercitan su destreza y su memoria para que no pierdan funcionalidades y a veces, incluso, para salir con más autonomía cuando reciben el alta, tras la cual, además, siguen acudiendo a la unidad dos o tres días por semana durante el tiempo que precisen para continuar o reforzar esa recuperación. Se trabaja en dos turnos de 8 pacientes cada uno; el primero para los ingresados y otro posterior para los pacientes que ya han recibido el alta y acuden durante algún tiempo más".
El perfil de persona que se favorece de esta unidad es, principalmente, el mayor de 75 años, ya que la terapia está enfocada a la prevención de la dependencia y a evitar que el deterioro se produzca a causa de un ingreso o de forma patológica en el domicilio por un envejecimiento no sano, revertirlo o hacer que no derive en dependencia. Concretamente, los criterios de inclusión en la unidad contemplan a pacientes mayores de la citada edad con algún grado de déficit funcional, dependencia potencialmente reversible o deterioro cognitivo con potencial capacidad de recuperación; aquellos con puntuación basal de entre 40 y 90 puntos en el Índice de Barthel (escala de valoración funcional); pacientes que realicen y comprendan órdenes para la terapia prescrita, con buen apoyo familiar para la continuidad del trabajo en domicilio; y los que tengan deterioro cognitivo leve, demencias con valoraciones de 2 y 6 puntos en la Escala de Deterioro Global (GDS) de Reisberg, 3 o más puntos en la batería corta de desempeño físico (SPPB; instrumento que evalúa aspectos de la movilidad), o de 1 a 6 puntos en la Escala de Fragilidad Clínica (que valora la funcionalidad).
Por otra parte, en la unidad se imparten talleres todas las semanas para que familiares o cuidadores aprendan cómo cuidar al paciente mayor, cómo alimentarle cuando se atraganta o tiene disfagia, cómo movilizarle o cambiarle un pañal si está inmóvil, o cómo usar el andador.
Apoyo para cuidadores
Herrera destaca que, en general, hay bastante implicación por parte de los familiares. "Yo pensaba que algunos ancianos estaban un poquito abandonados, pero no es así; en parte creo que el teletrabajo ha favorecido una mayor disponibilidad por parte de la familia para atender a sus mayores, y con los talleres se aprenden trucos para vestirles con facilidad o ayudarles a moverse sin cargar peso para no hacerse daño, porque un problema añadido es que muchos están atendidos por su cónyuge, también mayor, que no sabe o no puede movilizarles". Herrera considera que harían falta incluso más espacios como éste; "todos los geriatras desearían tener un hospital de día de este tipo, y creo que la tendencia será a que haya cada vez más".
En el Infanta Elena "podemos atender aproximadamente a un tercio de los potenciales pacientes ingresados que podrían beneficiarse de esta recuperación; es una unidad extraordinaria, que era necesaria y que ha tenido un gran éxito, y sería pertinente que hubiera unidades de este tipo en todos los hospitales para dar cabida a todos los pacientes ancianos que ingresan y están en ese punto de fragilidad y riesgo de perder su autonomía".
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