Los mecanismos de defensa de la piel de los niños, especialmente los menores de 3 años, son menos eficaces que los de los adultos ante la radiación del sol, lo que les hace más susceptibles al daño solar. Además, población infantil recibe más radiación solar que los adultos ya que hacen más actividades al aire libre. Por ello, además de extremar las precauciones, Júlia María Sánchez i Schmidt, jefa del Servicio de Dermatología del Consorci Sanitari de Terrassa, Barcelona, aconseja intentar que el hábito de fotoprotección se adquiera "desde el día del nacimiento".
Según señala a DM, "la protección contra la radiación solar se debe adquirir desde el nacimiento, adquiriendo hábitos que estén incorporados en la rutina a lo largo de todo el año, por lo que es fundamental la actitud de los adultos que acompañan en el desarrollo de los niños: padres, familiares, educadores, entre otros".
Como la piel tiene memoria, además de los beneficios que reporta la fotoprotección en los niños, protegerse de las radiaciones solares ofrece en la edad adulta beneficios como un aspecto cutáneo más saludable, con menos manchas y menor número de arrugas. Por otro lado, y según esta profesional, "el hábito de protegerse del sol puede evitar la aparición de enfermedades inflamatorias relacionadas con la exposición solar como la fotosensibilidad, enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso y la erupción polimorfa lumínica o la urticaria, así como las reacciones de fotoalergia o fototoxia relacionadas con determinados fármacos".
Durante la infancia, la piel tiene una serie de características que la hacen más vulnerables a la radiación solar: es más delgada y los mecanismos naturales de protección no están desarrollados por completo.
"Uno de los mecanismos de defensa es la producción de melanina, que en los primeros años de vida es menor, por lo que la piel es más susceptible al daño de las radiaciones ultravioletas", explica Sánchez i Schmidt, que ha participado en el taller Cómo proteger del sol a nuestros menores, organizado por la Federació Catalana d’Entitats contra el Càncer (FECEC) y los Laboratorios Pierre Fabre. El taller está enmarcado dentro de la Campaña de protección solar que FECEC organiza anualmente, con el objetivo de concienciar a la población de que todos estamos expuestos al cáncer y que la prevención es una responsabilidad individual.
Uno de los mecanismos de defensa de la piel es la producción de melanina que en los primeros años de vida es menor
Por otro lado, la piel actúa como órgano regulador de la temperatura: en la infancia, las glándulas sudoríparas, que están implicadas en esta función, "están presentes en menor número y su función, por tanto, es también más reducida, por lo que en esta edad hay mayor riesgo de sobrecalentamiento o enfriamiento. Además, la permeabilidad de la piel en la infancia es mayor por lo que, por un lado, hay mayor riesgo de pérdida de agua a través de la piel y por otro lado, aumenta la probabilidad de absorción de sustancias a través de la piel”.
A pesar de que el cáncer de piel es muy poco común entre los niños, ésta debe cuidarse desde el principio porque, además, una parte importante de los tumores cutáneos podrían prevenirse con correctos hábitos de fotoprotección desde la infancia.
Hasta los dos años de edad, máximos cuidados
La dermatóloga recomienda que "hasta los dos años de vida debemos proteger a los niños al máximo de la radiación solar, sobre todo de la exposición directa, resguardándolos en la sombra, utilizando gorros y gafas de sol, y cubriéndolos con ropa, muselinas, sombrillas, por ejemplo".
A partir de esa edad, se pueden utilizar protectores solares tópicos, "aunque esto no debe traducirse en un aumento de la exposición directa al sol. Estos protectores solares deben ser preferiblemente minerales y de un factor de protección de 50 o superior".
Sobre si sería necesario extremar la protección en niños con determinadas patologías, la profesional adelanta que, afortunadamente, las enfermedades más perjudiciales para la piel frente a la radiación solar son muy poco frecuentes en la infancia. Sin embargo, detalla que "algunas enfermedades genéticas como el xeroderma pigmentoso, la epidermólisis bullosa o el albinismo, tienen un riesgo aumentado de daño solar y cáncer cutáneo ya en edades tempranas".
Por otro lado, la inmunodepresión inducida por tratamientos quimioterápicos e inmunosupresores, para evitar el rechazo de órganos trasplantados o para el tratamiento de enfermedades autoinmunes, "también aumentan el riesgo de cáncer cutáneo en la edad adulta. Finalmente, en niños con vitíligo hay que tomar las medidas adecuadas para evitar las quemaduras solares".
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