
La obesidad se ha convertido en un importante problema de salud pública. La Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que para 2050 más de la mitad de la población adulta mundial -unos 3.800 millones de personas- y 746 millones de niños y adolescentes -un tercio de este grupo poblacional-, presentarán sobrepeso u obesidad, cifras que convierten a esta enfermedad crónica y multifactorial en la gran epidemia del siglo XXI.
Pero, más cerca aún; se calcula que en 2030, habrá más de 1.500 millones de personas en el mundo afectadas por obesidad. En España, el 20% de la población -una de cada cinco personas-, la padece actualmente, hecho que los expertos consideran que pone de relieve las limitaciones de un sistema sanitario que no ha sido efectivo para rebajar este grado de afectación. "El sistema está muy lejos de ofrecer una respuesta", según Francisco Pajuelo, director médico de la empresa Novo Nordisk, que junto a la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) y la Asociación Nacional de Personas que viven con Obesidad (ANPO) han realizado una llamada de atención sobre la bidireccionalidad entre la obesidad y salud mental, así como sobre sus repercusiones cardiovasculares, con motivo del Día Mundial de la Obesidad que hoy se celebra.
Las repercusiones negativas de esta patología se extienden a la salud digestiva, a la cardiovascular, la musculoesquelética, a la relacionada con la fertilidad y también a la mental, ámbitos estos dos últimos en los que los especialistas consideran que son bidireccionales; uno puede influir sobre otro y viceversa. Es como una especie de 'círculo vicioso' que se retroalimenta pues la carga emocional, el estigma y la falta de empatía que acompañan a esta enfermedad repercuten negativamente en su evolución. "Hay que dejar de ver la enfermedad y centrarse en las personas", destaca Pajuelo.
Obesidad y salud mental están, por tanto, estrechamente ligadas: una inadecuada salud emocional puede influir en el desarrollo de la obesidad. Pero esta, también es capaz de agravar trastornos como ansiedad y depresión. De hecho, la obesidad incrementa en un 30% el riesgo de desarrollar un trastorno de ansiedad y en un 40% síntomas de ansiedad. Trabajos más recientes también han señalado que las personas con obesidad tienen un 55% más de posibilidades de desarrollar depresión con el tiempo. Además, las personas con depresión tienen un 58% más de riesgo de presentar obesidad.
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