jueves, 23 de abril de 2020

Pandemia por SARS-Cov-2: Implicaciones para la actividad asistencial en gastroenterología

Opinión
franciscogoiri
23/ 04 / 2020

La repentina aparición del virus SARS-CoV-2, que provoca la enfermedad Covid-19, ha sacudido los cimientos de la humanidad, ha certificado lo nefasto de sesgar políticamente los datos científicos y ha puesto a prueba la capacidad de los sistemas sanitarios. Este microorganismo, de aproximadamente 100 nm, extremadamente contagioso, se ha expandido globalmente con inusitada rapidez y estamos viviendo, entre incrédulos y sobrecogidos, una pandemia en riguroso directo.

En lo que atañe a las sociedades científicas, como sucede con otras instituciones, la Covid-19 supone una prueba de estrés, de capacidad de liderazgo y de previsión. En estos momentos no es inusual leer que tras esta situación saldremos reforzados. Sin embargo, solo una amplia visión de las futuras dificultades y la ulterior planificación de acciones específicas harán posible que los resultados sean lo más positivos posibles dentro del complejo horizonte que se avecina. La apuesta actual de las diferentes sociedades de nuestra especialidad pasa por enfrentarnos juntos al nuevo marco asistencial que se inaugurará tras superar la fase más aguda de la pandemia por Covid-19.

Durante las semanas en las cuales el número de infectados crecía de forma exponencial, todas las especialidades médicas y quirúrgicas se vieron forzadas a adaptarse a una situación completamente novedosa. Los especialistas de Aparato Digestivo no fueron una excepción y, al igual que en el caso de otros profesionales, gran parte de los recursos humanos se redistribuyeron. Por un lado, un nutrido porcentaje de gastroenterólogos se dedicaron a la atención de pacientes en salas de hospitalización Covid-19.

Además, se tuvo que reasignar el personal disponible cuando otros miembros de la plantilla cursaban baja tras sufrir la infección por SARS-CoV-2. Por otra parte, a pesar de la permanente presión asistencial que suponen las demoras en la atención sanitaria, nuestra especialidad reaccionó rápidamente para proteger a nuestros pacientes del riesgo de morbimortalidad asociada a la Covid-19.

Así, la inmensa mayoría de la asistencia en consultas se reconvirtió a una modalidad no presencial, incluso en formato de teletrabajo. Finalmente, los procedimientos diagnóstico-terapéuticos propios de nuestra especialidad (endoscopia y ecografía) se redujeron al mínimo, con intención de resolver la patología más urgente y atenuar la probabilidad de infección por SARS-CoV-2 en los recintos hospitalarios.

En la actualidad, este escenario se está modificando progresivamente de forma favorable. La aplicación más estricta de las medidas de distanciamiento social parece mostrar datos para la esperanza en los últimos tiempos. Este hecho supondrá un alivio para nuestro sistema sanitario, pero presagia nuevas oleadas de retos que debemos afrontar: el retraso en el diagnóstico de patologías incidentes no Covid-19, el impacto de la interrupción en la asistencia de enfermedades crónicas y las necesidades de soporte psico-social, tanto de la población como del personal sanitario, son algunos de ellos. Por este motivo, nuestras sociedades han designado un Grupo de Trabajo con el objetivo de enfrentarse a una situación que cambia con rapidez.

Patologías diferentes a la Covid-19 estáa sin diagnosticar, por miedo al contagio 

Nuestros pacientes crónicos, con patologías que se descompensan, habrán permanecido en sus domicilios a fin de evitar contagiarse en plena pandemia. Como resultado, es previsible que se hayan diferido ingresos hospitalarios que acabarán por ser precisos y, probablemente, estos pacientes acudirán en una situación de mayor deterioro. Los casos aún no diagnosticados de enfermedades diferentes a la Covid-19 permanecen ocultos ante la compleja realidad actual, por miedo al contagio. Finalmente, aquellos pacientes con procedimientos electivos programados que han tenido que ser aplazados permanecen en lista de espera, incrementando las que ya existían en la mayoría de los centros.

Por todo ello, nuestro Grupo de Trabajo creado desde la Asociación Española de Gastroenterología (AEG) y de la Sociedad Española de Endoscopia Digestiva (SEED) está gestando un plan de contingencia para optimizar los criterios de derivación y la priorización de procedimientos en el entorno de la especialidad.

Desde nuestro compromiso como sociedades científicas, y teniendo siempre en cuenta la repercusión en el cuidado de nuestros pacientes, nos planteamos dar respuesta a una nueva situación postCovid-19 en tres ámbitos diferenciados:

Derivaciones a atención primaria/atención especializada: Refuerzo de los acuerdos entre la AEG y la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc) a partir de documentos de consenso ya existentes (guías AEGastrum semFYC).

Priorización en consultas de Aparato Digestivo: Promoción de la telemedicina y ajuste de los periodos de revisión en función de la evidencia científica proporcionada por las Guías de Práctica Clínica, con el fin de reducir la inadecuación.

Codificación del grado de prioridad de la asistencia en procedimientos endoscópicos: Asignar niveles de preferencia en función de las diferentes patologías, así como mitigar el porcentaje de procedimientos inadecuados.

Por supuesto, todas estas actuaciones no están exentas de riesgos y eventuales perdidas de oportunidad para los usuarios del sistema sanitario. Por poner un ejemplo, en pacientes con alta sospecha de malignidad, las recomendaciones NICE sugieren un tiempo de espera de dos semanas desde la consulta inicial hasta el diagnóstico.  Sin embargo, durante el pico de la pandemia ha sido necesario evaluar, caso a caso, la conveniencia o no de realizar procedimientos endoscópicos en este contexto. Por tanto, debió buscarse un equilibrio entre el riesgo de exponer a los pacientes a la infección por SARS-CoV-2 en el medio hospitalario y el beneficio de una intervención quirúrgica temprana. Adicionalmente, en zonas del país con alta incidencia de COVID-19, no hubo disponibilidad de quirófanos para programar cirugías oncológicas no urgentes. La transformación sufrida en determinadas áreas quirúrgicas redujo o anuló por completo las intervenciones no urgentes para prestar asistencia a los pacientes con distrés respiratorio secundario a la COVID-19. Todo ello ha hecho que esa máxima demora objetivo de dos semanas resulte inalcanzable. De forma irremediable, esta situación es extrapolable a otros procesos no oncológicos, de relevancia variable.

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Aquellos que ya estamos trabajando en la fase postCovid-19 nos encontramos ante un reto extraordinario: reducir la pérdida de oportunidad para los pacientes, reconsiderar los circuitos asistenciales mediante la priorización de la asistencia e implantar servicios de telemedicina con altos estándares de calidad, rápidos y seguros. Por otra parte, será preciso disponer de la suficiente flexibilidad y apoyo por parte de las administraciones sanitarias en un contexto previsible de listas de espera más sobrecargadas de lo acostumbrado.

En este entorno tan cambiante, se abre un abanico de oportunidades de mejora en el que la implantación de sistemas de aprendizaje rápido y medición diligente de resultados (ciclo Build-Measure-Learn) puede permitirnos progresar en modelos de coste-efectividad que aporten mayor valor a la actividad asistencial. El compromiso y patrocinio de nuestras administraciones no pueden sernos esquivos ante el período postcrisis que se cierne sobre nosotros. En lo que concierne a las SSCC de Aparato Digestivo, ya estamos en marcha.

Off José Carlos Marín Gabriel. Vicepresidente de la Asociación Española de Gastroenterología. Off

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