viernes, 16 de agosto de 2024

Investigadores españoles hallan dos proteínas en los músculos que nos incitan a hacer deporte

Investigación
saradomingo
Vie, 16/08/2024 - 10:00
Publicado en 'Sciences Advances'

Aquellos que se consideran deportistas conocen la sensación inicial de pereza, de obligación a ejercitarse, que una vez pasados los primeros momentos, ya se midan en kilómetros si se corre o pedalea o en minutos si se entrena en un gimnasio, desaparece. ¿Por qué? ¿Qué cambia?

La razón está en unas proteínas de nuestros músculos que le mandan la señal pertinente de aprobación al cerebro. "Hemos descubierto una vía de señalización molecular entre músculo y cerebro que controla el que, cuando hacemos ejercicio, tengamos ese impulso de hacer todavía más", detalla Guadalupe Sabio, investigadora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).

El trabajo español que publica Science Advances sirve de guía para señalar el interruptor del deseo de ponerse en movimiento, al descubrir que durante el ejercicio se activan proteínas que incitan a estar más activos. Y viceversa, esto es que "las proteínas que produce el músculo con el ejercicio se regulan entre sí, para evitar que el deseo de ejercitarse acabe perjudicando al organismo".

Sabio comenta que, en el contexto de las personas con obesidad, "este descubrimiento es clave: en ellas hemos visto que hay una inhibición de las proteínas. Lo que nos lleva a justificar de forma orgánica porqué les cuesta más ponerse en activo".

¿Qué proteínas nos ayudan en el deporte?

El Grupo de Interacción entre Órganos en las Enfermedades Metabólicas que lidera Sabio ha observado que cuando los músculos se contraen de manera repetida e intensa, debido al ejercicio, se activan dos proteínas de una misma familia, llamadas p38a y p38y. La investigación, cuyas dos primeras autoras son Leticia Herrera y Cintia Folgueira, muestra que ambas proteínas se regulan entre sí, de manera que el interés por realizar actividad física es mayor o menor dependiendo de cuánto se activa cada una.

Hay, además, una tercera proteína implicada: la interleuquina 15 (IL-15). Sabio explica que que "la activación de p38 a causa del ejercicio conduce a la producción de IL-15", y que esta proteína tiene un efecto directo sobre la parte de la corteza cerebral que controla el movimiento, el córtex motor. "El aumento de interleuquina 15 en sangre funciona como una señal al cerebro para potenciar la actividad motora, lo que impulsa a los animales a estar más activos de forma voluntaria".

La hipótesis en la que han basado estos hallazgos se dio al pensar que "estas quinasas de estrés, que son las que se activan el músculo, tenían una función importante en el músculo porque se activaban durante el ejercicio y eso lo veíamos en el ratón", explica Sabio. Al eliminar una de ellas en el ratón, en experimentos en el laboratorio, observaron que el animal "no paraba, ni siquiera en la rueda de las jaulas. Corrían cada vez más". Y mediante una dieta grasa veíamos más diferencias entre los ratones que tenían las dos proteínas y los que solo una", explica la jefa del CNIO.

El estudio muestra además que, cuando los animales se ejercitan de manera inducida y constante, la activación de p38 también es mayor que la de p38. Eso lleva a pensar que con el entrenamiento las ganas de hacer ejercicio permanecen. En animales con dieta alta en grasas y obesidad, ese ejercicio constante mostró beneficios: mejoró el metabolismo y disminuyó su tendencia a la diabetes y a la acumulación de grasas, especialmente en el hígado.

Entonces, pasaron el modelo murino a humano. "Gracias a María Ángeles Moro [jefa del Grupo de Fisiopatología Neurovascular del CNIC] pudimos ver esto en los ratones y con ayuda del laboratorio del José Antonio López Calbet [de la Universidad fe Las Palmas de Gran Canaria] dimos el paso para intentar entender si en los humanos se activaban estas vías cuando este corría con experimentos de humanos. También, agradecemos a Miguel Marcos [de la Universidad y Hospital de Salamanca] que nos ayudó con las muestras de personas con obesidad y en proteómica a Jesús Vázquez [del CNIC] para identificar a la IL-15".

Como escriben las autoras en Science Advances: "En este estudio desvelamos que la activación de p38 muscular inducida por el ejercicio conduce a la producción de IL-15, que posteriormente aumenta la actividad física espontánea. También hallamos este eje p38/IL-15 en humanos después del ejercicio, lo que subraya su relevancia clínica a la hora de promover el ejercicio entre la población".

Un futuro biomarcador sanguíneo para el ejercicio físico

La investigación confirmó que en humanos las dos proteínas p38 se activan en músculos que se ejercitan con una actividad de intensidad creciente. También se constató un aumento de interleuquina 15, y que las personas obesas tienen valores más bajos en sangre de esta proteína.

Sabio señala que entre los pasos siguientes habrá que confirmar que la proteína IL-15 es un marcador sanguíneo que "nos revela de las ganas de hacer ejercicio". Confirmado este punto, la investigadora considera que "se puede estudiar, algo que me interesa mucho, si distintos tipos de ejercicios (pesas, correr, crossfit...) estimulan más o menos, y también si tienen el mismo efecto en una persona obesa que en una no obesa. Eso puede ayudar a entrenadoras y entrenadores a diseñar sus programas con mayor eficiencia".

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Durante el ejercicio se activan proteínas que incitan a estar más activos o a dejar de hacer deporte para proteger el organismo. Off Pilar Pérez Medicina de la Educación Física y el Deporte Off

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