Se estima que, aproximadamente, un 50% de los sanitarios se verán implicados en algún momento a lo largo de su carrera profesional en un acontecimiento adverso para el paciente y experimentarán la sensación de ser, por ello, una segunda víctima. En el debate sobre el problema de los fallos de calidad y seguridad asistencial se ha abordado extensamente el cómo evitarlos o prevenirlos y que, para lograrlo, es necesario que se declaren y queden registrados y bien documentados, con mecanismos que no sean punitivos.
Pero en esa ecuación, que a menudo supone una acción legal por parte del paciente y sus familiares contra el profesional o profesionales implicados por responsabilidad civil médica, falta por abordar qué atención prestar a los sanitarios afectados.
En el Hospital de Sant Pau de Barcelona ha elaborado un documento titulado Guía de autoayuda para profesionales que han sufrido un incidente relacionado con la seguridad del paciente (IRSP), coordinado por Leonor Patrícia Gawron, psicóloga clínica, y Lydia Navarro Blasco, médico, ambas del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales.
En él detallan que verse implicado en un acontecimiento adverso es una situación “potencialmente traumática” que puede tener consecuencias emocionales: labilidad emocional o cambios emocionales incontrolables e irritabilidad, especialmente después de los primeros momentos; despersonalización (sensación de distanciamiento de uno mismo, sentirse un observador externo de un mismo ) y desrealización (sensación de irrealidad o distanciamiento del entorno, sentirse como dentro de uno sueño o película), también en los primeros momentos; ansiedad; depresión, tristeza y aflicción; indefensión; ira y rabia dirigidas hacia los demás o hacia uno mismo; revivir lo ocurrido de forma repetida; experimentar recuerdos y/o imágenes intrusivas; sentimientos de culpa, remordimientos y vergüenza; sentimientos de soledad, y otras alteraciones (insomnio, disminución del apetito, reducción o abandono de las actividades de ocio y sociales, aislamiento, consumo de sustancias,…). En algunos casos se puede llegar a desarrollar un trastorno de estrés postraumático, trastornos afectivos (de ansiedad y depresión) e ideación suicida y/o suicidio.
Pueden haber también consecuencias que se relacionan principalmente con el miedo y las conductas de evasivas: miedo a perder el trabajo (despido, suspensión temporal o permanente de la licencia para el ejercicio de la profesión), temor a ser juzgado por los compañeros, decepción con relación a compañeros que dan la espalda y participan en la creación/difusión de rumores, miedo a las consecuencias legales, inquietud por la pérdida de reputación y burn-out (agotamiento emocional, despersonalización de los pacientes, carencia de realización personal).
También es posible, según consta en la mencionada guía, que se reduzca la satisfacción laboral y que a la sensación de fracaso y de haber traicionado al paciente se sume un fuerte sentido de responsabilidad por lo que ha pasado y miedo a cometer nuevos errores (dudas frecuentes sobre la propia competencia o adecuación profesional).
¿Cómo afrontar un evento estresante?
Ante un evento estresante de este tipo la guía recomienda, entre otras medidas: mantener la rutina diaria en el ámbito profesional, compartir el malestar emocional, evitar el aislamiento y prepararse para lo peor, haciendo ejercicios imaginarios sobre situaciones que produzcan estrés y/o ansiedad, y después buscar varias formas con las que sea posible afrontarlas correctamente.
También se recomienda consultar a un experto si las reacciones inmediatas duran más de un mes; si aparecen otros síntomas; si el malestar subjetivo persiste o si se cree que lo que está pasado está afectando a la forma de trabajar o a otras áreas significativas de la vida.
via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/9bRvZH7
No hay comentarios:
Publicar un comentario