miércoles, 25 de septiembre de 2024

'Flutter'

Fernando Navarro
Fernando Navarro
Mar, 24/09/2024 - 12:13
¡Qué difícil es el inglés!

Ante un neologismo acuñado en otra lengua —pongamos el inglés—, caben básicamente tres actitudes para su incorporación al español. Si consideramos que el extranjerismo es prescindible, pasamos a decirlo directamente en nuestra lengua; es lo que sucede, pongamos por caso, con lead (derivación), pues nadie llamaría, hablando en español, precordial leads a las derivaciones precordiales. Si consideramos que el extranjerismo es necesario o imprescindible, porque viene a designar un concepto novedoso que no tenemos forma de llamar en nuestra lengua, unas veces optamos por tomar el extranjerismo crudo; otras, por adaptarlo a nuestra ortografía. Son ejemplos de lo primero términos como bracket, catgut, kwashiorkor, pool y whisky; de lo segundo, términos como ‘blíster’ (castellanización de blister), ‘escáner’ (castellanización de scanner), ‘estrés’ (castellanización de stress) y ‘nailon’ (castellanización de nylon).

Flutter se cuenta, a buen seguro, entre los anglicismos crudos más arraigados en el lenguaje cardiológico actual; pero ¿es un anglicismo necesario o innecesario? Yo diría que más bien esto último, puesto que el concepto de flutter puede expresarse también en español; de hecho, se han propuesto diversas traducciones posibles, como ‘vibración’, ‘pulsación rápida’ o ‘taquisistolia’, de las cuales, la que ha alcanzado mayor aceptación es, con mucho, aleteo. Donde en inglés dicen atrial flutter, por ejemplo, decimos nosotros ‘aleteo auricular’ (o taquisistolia auricular) y nos entendemos igual de bien que en inglés. Si, pese a todo, alguien considerara absolutamente necesario o ineludible el anglicismo, lo recomendable sería castellanizarlo cuando menos a flúter, con tilde y una sola t.

La cosa se complica más cuando flutter sirve como punto de partida para acuñar un neologismo jergal en inglés por contracción: es lo que ha sucedido con flitter, usado en inglés para referirse al cuadro caracterizado por una mezcla electrocardiográfica de ondas auriculares de fibrillation (fibrilación) y flutter (aleteo); esto es, lo que en español llamamos fibriloaleteo (auricular), mejor que el híbrido *fibriloflúter* y no digamos ya *flitter* o *flíter*.

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Columna publicada originalmente en el «Viaje al corazón de las palabras» de Revista Española de Cardiología.

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