domingo, 11 de noviembre de 2018

La tecnología, punto de apoyo a la erradicación de resistencias

La infección supone una amenaza real. Los microorganismos representan una de las causas de enfermedad que es completamente distinta a otros motivos. El hecho de que los microorganismos sean elementos vivos, que se adaptan, que evolucionan y, en muchas ocasiones, impredecibles, supone una llamada de atención a la comunidad científica y a la población en general para actuar de forma racional, rápida y efectiva. Una vez más, es la moderna tecnología la posible protagonista de los cambios y del apoyo necesario.

El desarrollo de plataformas de detección (antigénicas, moleculares o de inmunocromatografía), unas más rápidas y sencillas, otras más complejas y sofisticadas, tiene dos objetivos prioritarios que se entrelazan: la identificación exacta del microorganismo -virus o bacteria- responsable de una infección permite aplicar la terapia adecuada, lo que a su vez favorecería la eliminación de uno de los grandes problemas de salud pública mundial: la resistencia a los antimicrobianos. “Este es el gran problema actual en el mundo de la infección”, afirma Ramón Cisterna, presidente de la Asociación de Microbiología y Salud (AMYS), porque “afecta a todos los países, por lo que es necesario considerarlo y abordarlo de forma globalizada”, considera el microbiólogo, que ha particiado en la Reunión Anual que AMYS ha celebrado en Madrid, coincidiendo además con la celebración hoy lunes del Día Mundial de la Neumonía, patología de la que España es el tercer país de Europa que más casos reporta, y de la Semana Mundial de Concienciación sobre el Uso de los Antibióticos auspiciada por la Organización Mundial de la Salud.

Valores en alza

Precisamente, en este último encuentro se ha dado a conocer un informe elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que refuerza la opinión científica: exámenes de diagnóstico rápido -además de otros programas de monitorización e higiene ambiental y concienciación social-, podrían evitar cerca de 1.500 fallecimientos derivados de la ineficacia de los antimicrobianos a las infecciones o, lo que es lo mismo, de la resistencia a los antibióticos, fenómeno que en España ha aumentado, aunque en una proporción similar a la media europea, de un 14 a un 18 por ciento en los últimos diez años y para 16 antibióticos analizados. El informe también adelanta que, en el año 2050, cerca de 78.000 españoles podrían morir a causa de la resistencia antimicrobiana.

Un diagnóstico diferencial y de certeza de los microorganismos reduciría la morbilidad y mortalidad asociadas a la infección

Los datos justifican, de nuevo, la necesidad de un diagnóstico diferencial, rápido y de certeza, de los microorganismos, muy abundantes y de presentación sintomática similar mediante tecnología que informe de la identidad del agente causal concreto a través de diagnósticos sindrómicos que reducirían la morbimortalidad asociada a la infección y a la derivada de la ineficacia, por las resistencias, a los antibióticos. “Un diagnóstico tardío de determinadas infecciones puede desencadenar enfermedades crónicas”, admite Cisterna. De hecho, en la reunión que ha celebrado la AMYS, los especialistas han analizado la utilidad de plataformas tecnológicas de diagnóstico para infección respiratoria, “prioritaria por ser el grupo de infecciones más numeroso”.

Ángel Gil de Miguel, miembro de la junta directiva de AMYS y catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), de Madrid, considera que la información actual sobre microorganismos infecciosos y el paralelo aumento de las resistencias a los fármacos destinados a combatirlos no deja de ser una “llamada de atención para no descuidar ni el desarrollo ni la producción de antibióticos y de vacunas”, aportando además un nuevo dato que puede hacer tambalear más a los sistemas sanitarios: el envejecimiento paulatino de la población. “Cualquier enfermedad infecciosa es más grave y entraña más riesgo de mortalidad en mayores de 65 años”.

Las enfermedades por agentes víricos han venido para quedarse, pero se dispone de instrumentos necesarios para abordarlas

Las razones que esgrime Gil de Miguel para no bajar la guardia ante la producción y desarrollo de antimicrobianos e inmunizaciones se centran en que, ante un brote epidémico, hay que tener en cuenta que las vacunas, por ejemplo, “no son de fabricación inmediata. Se trata de un producto biológico cuya producción tiene un tiempo estimado de entre seis meses y tres años”. Representan menos del 1 por ciento del gasto farmacéutico total y sólo hay cinco empresas farmacéuticas, ninguna en España, que producen vacunas para todo el mundo, a excepción de China e India, que tienen fabricación propia.

La amenaza vírica

Para Cisterna el mensaje está claro: “Deben desaparecer los tratamientos empíricos, especialmente en la asistencia primaria, y conseguir que la medicina asistencial se convierta en medicina personalizada,en función del perfil del agente, virus o bacteria, que ha provocado la infección”.

Por sus posibilidades de extenderse por países diferentes a los que se producen y porque muchas de las enfermedades que generan carecen de tratamientos específicos, las infecciones por virus preocupan, especialmente, a los especialistas en microbiología. “Infecciones que pensábamos controladas reaparecen en países no habituales. Están ahí, no sin riesgo, y han venido para quedarse”, señala Cisterna. Los recientes tres casos de dengue o los pasados casos de Ébola y de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo en España, han puesto el foco en infecciones víricas que se creían lejanas. “El mundo de la infección evoluciona constantemente y disponemos de tecnologías y de intercambio de información. Estamos preparados para instaurar tratamientos y hacer frente a la infección”. En el análisis de la comunidad científica tampoco falta el más cercano y conocido virus gripal, otra amenaza constante en la que, según Gil de Miguel, “las herramientas de un primer diagnóstico rápido y de certeza, sobre todo en Atención Primaria y Urgencias hospitalarias, adecuarían los tratamientos. Hay que dotarlos del apoyo necesario, con diagnósticos diferenciales que empiezan a llevarse a cabo en el caso de la gripe y de la faringoamigdalitis”.

España es el primer país en consumo de antibióticos

El Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) acaba de publicar en The Lancet Infectious Diseases un estudio donde se estima que más de 33.000 europeos mueren anualmente debido a infecciones causadas por bacterias resistentes a antibióticos. El trabajo, que se ha basado en datos recogidos por la Red Europea de Vigilancia de la Resistencia a los Antibióticos (Ears-Net), también muestra que el 39 por ciento de estas infecciones están causadas por bacterias resistentes a antibióticos como los carbapenémicos y la colistina. Si bien más de un 60 por ciento son infecciones nosocomiales, es de reseñar que el resto, un porcentaje nada desdeñable, se adquiere fuera del entorno sanitario, lo que abunda en la idea de una difusión cada vez mayor de bacterias resistentes.

Estos resultados reflejan lo que, a juicio del presidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), José Miguel Cisneros, debe considerarse “una de las mayores amenazas para la salud pública mundial”. Las resistencias siguen creciendo a una velocidad muy superior a la que se desarrollan antibióticos, con lo que el número de tratamientos disponibles se va reduciendo. El especialista alude a una situación que ya se está detectando en hospitales de países desarrollados, entre ellos España, por la que infecciones comunes aparecen por bacterias también comunes pero resistentes a todos los antibióticos. “Es dramático, supone una mortalidad cuatro veces superior a la que se registra cuando el patógeno es sensible”.
El especialista trae a colación otro estudio reciente, llevado a cabo por la Seimc en 82 hospitales españoles, donde se observaba en pacientes infectados por bacterias resistentes una mortalidad ocho veces superior a la causada por accidentes de tráfico en el mismo periodo.

Cisneros no oculta su decepción ante lo que califica de un “fracaso colectivo” por no haber logrado que este problema preocupe a la sociedad, las instituciones socio-políticas, la industria farmacéutica e incluso a la prensa. “Con estos datos, es increíble que no haya una financiación específica para luchar contra este problema; no hay ni una sola línea en los presupuestos generales del Estado que así lo recoja”, se lamenta sobre la falta de recursos para el Plan Nacional de Lucha contra las Resistencias, puesto en marcha hace ya cuatro años.

Las recetas para atajarlo, desde el punto de vista sanitario, son bien conocidas. “Hay dos líneas claves:reducir y evitar la diseminación de las bacterias resistentes; para ello se deben identificar pronto las infecciones y aplicar las medidas de control para evitar que se produzca un brote en el hospital. Esto sabemos cómo hacerlo con equipos de control de infección, que requieren más recursos técnicos que los actuales, pues están infradotados”.

La segunda línea sobre la que recomienda trabajar es el uso de los antibióticos. Llama la atención en el hecho de que España es el primer país del mundo en consumo de antibióticos. “No hay ninguna razón epidemiológica que lo explique. En parte, esto se debe a que hay un déficit estructural en formación de enfermedades infecciosas. Al contrario de lo que ocurre en el resto de países europeos, no tenemos la especialidad. Dentro de las necesidades que deben cubrirse, está la de la formación en Programas de Optimización de Uso de Antimicrobianos (PROA), que deben estar conducidos, según insta la Unión Europea, por microbiólogos clínicos, farmacéuticos, especialistas en enfermedades infecciosas y en medicina preventiva. Esto no es una reivindicación corporativa, es una necesidad real: cuando son atendidos por un especialista en enfermedades infecciosas, los pacientes con infecciones graves y complejas mejoran su pronóstico”.

De igual importancia es fomentar una cultura sanitaria entre la sociedad: “Según datos del Eurobarómetro, la ciudadanía española está a la cola en conocimiento sobre la función de los antibióticos; también desconocen que la vacuna de la gripe es muy útil para luchar contra las resistencias, pues reduce las complicaciones bacterianas”.

Terapias cuádruples
Helicobacter pylori es una bacteria gramnegativa exclusiva del estómago humano cuya importancia radica en que, de no tratarse adecuadamente, es capaz de generar numerosas manifestaciones gastrointestinales: desde úlceras hasta cánceres gástricos y linfomas MALT. Se estima que dos tercios de la población mundial está infectada por esta bacteria, una de las más frecuentes por su mecanismo de transmisión oral, aunque cerca del 70 por ciento de las infecciones son asintomáticas. La conjunción de un inhibidor de la bomba de protones (IBP) y de antibioterapia -normalmente claritromicina y/o amoxicilina, aunque los esquemas más actuales también incluyen metronidazol, tetracicilina, levofloxacino e incluso moléculas como el bismuto- han sido el estándar para la erradicación exitosa de la infección. Hasta el momento, porque, según Ramón Cisterna, presidente de AMYS, ya es un hecho la constante resistencia a alguno de los antimicrobianos que se utilizan para su eliminación. “La resistencia que muestra el Helicobacter pylori frente a algunos de los antibióticos diseñados para su erradicación en primera línea es cada vez más frecuente”. Este fenómeno podría desembocar en cambios de los esquemas terapéuticos con la utilización y asociación de otras moléculas o con la adición de más antibióticos llegando a terapias cuádruples. El objetivo es urgente: no hay que rebajar la tasa de erradicación de esta bacteria a menos de un 90 por ciento.

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