Más de 800 millones de personas en el mundo presenta obesidad, patología para cuyas complicaciones se destinará más de un billón de dólares en el año 2025. Además, la obesidad infantil podría aumentar en un 60% en la próxima década, alcanzando los 250 millones de niños con sobrepeso u obesidad en 2030.
En España, los últimos datos indican que el 54% de la población mayor de 18 años presenta sobrepeso, considerado como una condición de preobesidad, y obesidad, por lo que la implantación de estrategias de prevención y tratamiento de esta enfermedad es una urgente necesidad biomédica y de salud pública.
En su desarrollo contribuyen factores exógenos, como una inadecuada alimentación y el sedentarismo, pero también existen mecanismos endógenos que aún no han sido totalmente descifrado.
Se trata, por tanto, de una enfermedad epidémica multifactorial que está íntimamente relacionada con el desarrollo de múltiples patologías, y tiene su origen en la expansión exacerbada del tejido adiposo.
El tejido adiposo presenta importantes requerimientos de irrigación sanguínea, si bien la contribución de los vasos al desarrollo de la obesidad no había sido esclarecida. Sin embargo, un trabajo realizado por los laboratorios de Mariona Graupera, jefa del Grupo de Investigación en Patobiología endotelial, del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carrera, en Barcelona, y por Arkaitz Carracedo, jefe del Grupo de Investigación en señalización y metabolismo en cáncer, y profesor de investigación Ikerbasque, en CIC bioGUNE, ambos miembros del Centro de Investigación Biomédica en Red de Cáncer (CiberONC), ofrece datos muy esclarecedores.
La abundancia y función de los vasos sanguíneos en el tejido adiposo condiciona el desarrollo de obesidad es la principal conclusión de esta investigación que publica Nature Metabolism.
Para Graupera, cuyo laboratorio está reconocido internacionalmente por el estudio de la regulación y función de los vasos sanguíneos, fenómeno que se investiga mediante el desarrollo de modelos animales genéticamente modificados, los datos ponen de relieve la importancia de los vasos sanguíneos en la regulación de la salud y la enfermedad en nuestro organismo.
Funcionalidad vascular aumentada
Considerados tradicionalmente como simples tubos inertes de transporte de sangre, ahora los investigadores están descubriendo que perciben las alteraciones en nuestro organismo y responden regulando y organizando la función de múltiples tejidos.
"El hecho de que los vasos respondan diferencialmente en cada órgano sugiere que estamos ante un tejido que se especializa en todo nuestro organismo, lo que abre grandes oportunidades para mejorar la salud humana a través de la regulación de los vasos sanguíneos", señala Graupera.
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