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miércoles, 22 de abril de 2020

¿Dónde estaba usted?

Opinión
franciscogoiri
22/ 04 / 2020

La situación sanitaria de los últimos dos meses, con graves repercusiones sociales, económicas, políticas, y de todo tipo, ha resultado en algo inédito, difícil de explicar, de experiencia personal indeleble. Podemos reflexionar más sobre las consecuencias que sobre las causas. Y, a la vista de que el inmenso problema se ha centrado, originariamente, en el sistema sanitario, esto ha impactado en sus tres misiones: la asistencia a los pacientes, la investigación científica, y la formación de personal sanitario.

Eso ha permitido que se detecten importantes carencias, pero también (y ésta es la única parte positiva)  que se pongan de manifiesto importantes fortalezas.

Por encima de todo, y en primer lugar, con letras de molde y doradas, es preciso señalar lo que ha sobrado desde el punto de vista asistencial: profesionalidad. Ha sido un derroche de profesionalidad. Es difícil encontrar ninguna situación que haya permitido nunca poner en evidencia los valores personales inherentes a las profesiones sanitarias: entrega, generosidad, altruismo, sacrificio, trabajo en equipo,….Hasta la extenuación física y emocional. Profesionalismo en estado puro. 

En lo que tiene de “preparación para” ha faltado planificación previa, aunque hay que reconocer que era muy difícil prever el carácter explosivo del problema. A cambio, ha sobrado capacidad de respuesta inmediata, rapidez en la acción, que aunque no es lo mismo que anticipación, ha permitido una notable respuesta cuantitativa y cualitativa. Ha sobrado capacidad de respuesta de la organización sanitaria. Es difícil concebir como un hospital es capaz en menos tiempo de adaptarse a semejante explosión de casos. Con todas las luces y sombras que un proceso así conlleva, es de elogiar la adaptación a la demanda, y la energía de servicios claves. Por los servicios de urgencias han pasado miles de pacientes cada dia, los servicios de medicina interna han soportado el 70-80 % de los ingresos, los servicios de críticos han tenido que crecer hasta límites insospechados; en los servicios centrales, por ejemplo microbiología o radiología, el esfuerzo diagnóstico ha sido titánico. Han demostrado que, ante la necesidad y la adversidad, son capaces de hacer las cosas de un modo más ajustado al caso real.

Ha sobrado evidencia de que el movimiento se demuestra andando. Frente a los teóricos de la sanidad, que se precian de predecir, “conocer” lo que hay que hacer, asesorar, hacer cálculos, hacer propuestas, quienes están solucionando el problema son los que demuestran con hechos como hay que hacerlo. El papel de los teóricos ha sido inútil, y quizás ya no tengan mucha autoridad en el futuro porque siempre se les podrá preguntar ¿dónde estabas?, ¿por qué no lo pudiste evitar? Y si eso es así, ¿por qué no te viniste?. Como ha señalado el Dr Diez Medrano, hemos pasado del “Think Tank” al “Don’t Think, Thanks”.

Ha sobrado contaminación política. El Dr Zapatero, desde el hospital de IFEMA lo ha señalado también. No es concebible, ni es de recibo, que en estas circunstancias, cada uno pretenda rentabilizar políticamente la situación. Hay que reprochar a los políticos que no han sido capaces de aislarse para ofrecer una imagen global y unitaria, de apoyo a la solución, a su gente, a quienes estaban enfrentándose al problema. En la práctica aunque todos dicen pretenderlo, la realidad es muy distinta, y se les ha notado demasiado. Ojalá el futuro se encargue de hacerles ver que se han equivocado en esa estrategia.

Ha faltado, y sospecho que sigue faltando, firmeza para evitar que esta crisis sirva para hacer negocio por parte de compañías internacionales o nacionales, que quizás piensan que a la hora de vender mascarillas, respiradores, o equipos de protección,  en las actuales circunstancias, esto es un “mercado normal”. Para situaciones que no son normales, no caben soluciones habituales. La excepcionalidad de la situación parece que la entienden nuestros profesionales sanitarios, pero no lo entiende el mundo del negocio.

Desde el punto de vista de la investigación sobre esta enfermedad, ha faltado, por pura lógica e incapacidad para “crear ciencia” en tan breve espacio de tiempo, mucha precisión en el conocimiento científico de aspectos claves: epidemiología, factores de riesgo, agente etiológico, patogenia, fisiopatología, cuadro clínico y factores pronósticos, diagnóstico y marcadores, terapéutica, etc. Nos hemos visto obligados a tomar numerosas decisiones de corte empírico, fundamentadas en los conocimientos previos, en la racionalidad de tales decisiones, pero frecuentemente experimentales. Ha sobrado, por el contrario, cantidad de información irrelevante, escasamente filtrada. El tráfico de información por redes sociales ha sido imponente. Se han publicado trabajos, y se siguen publicando, con grandes fallos metodológicos, importantes sesgos, que incluyen supuestas respuestas que realmente no se refieren a las hipótesis. El esfuerzo para diferenciar aquello que es realmente discriminativo y útil en la clínica, asi como su abordaje del problema ha sido, y sigue siendo, un factor adicional de confusión, y de esfuerzo intelectual para los que han protagonizado la lucha frente a la enfermedad.

La situación en la formación sanitaria tampoco aboca al optimismo. En este periodo de tiempo ha desaparecido la docencia en el entorno clínico, presencial, asi como la formación práctica. Ha resultado imposible la adquisición de competencias clínicas según el método tradicional.  Imposible supervisar la formación y el aprendizaje de un alumno de grado, sencillamente porque no podía estar. Imposibles las clases presenciales. Nos ha sobrado todo esto. Y nos ha faltado una mayor formación del profesorado en educación on-line; una mayor capacidad para e-learning; más y mejores tecnologías disponibles, y más generalizadas; equipamiento; aplicación de la telemedicina. Aun ahora nos resulta de enorme complejidad las técnicas de evaluación on-line, no presenciales. No estamos preparados suficientemente para afrontar una educación médica en la que el alumno “no está al lado” sino “al otro lado”. Y eso ha de ser corregido para el futuro.

Con respecto a la formación de especialistas, entre los residentes ha sobrado ímpetu, dedicación, capacidad de trabajo. Han demostrado que están muy bien formados para el reto que han asumido. La medicina del futuro está garantizada en sus manos. 

 

Off Jesús Millán Núñez-Cortés Jefe de Servicio de Medicina Interna del HGU Gregorio Marañón Off

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