Mientras el número de rebrotes sigue avanzando y los contagios se multiplican, el próximo curso escolar sigue marcado por la incertidumbre ante una vuelta presencial a las aulas en septiembre que preocupa a la enfermería escolar.
Las dudas son tantas, que incluso el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, dijo la semana pasada en rueda de prensa que no descarta que haya que cerrar colegios o aulas concretas en septiembre para contener la expansión de la Covid-19.
En este contexto, y a estas alturas, las asociaciones de enfermeras escolares están convencidas de que las medidas llegan tarde y con nebulosa.
“El Ministerio de Sanidad, junto al de Educación, deberían haber elaborado hace meses un protocolo con directrices claras para aplicarlo en todas las comunidades autónomas, y estas adaptarlo a las peculiaridades y características de las escuelas (educación especial, guarderías, institutos, centros rurales, centros ordinarios de una o dos líneas...)”, explica a este periódico Engràcia Soler Pardo, presidenta de la Asociación Científica Española de Enfermería y Salud Escolar (Aceese) y de la Asociación Catalana de Enfermería y Salud Escolar (Acise).
La enfermera escolar es esencial en la planificación de la reapertura de los centros educativos, pero no se la tiene en cuenta
Añade que hubiera sido bueno trabajar en estos protocolos a principios de mayo y tenerlos dispuestos a finales de junio, “y así disponer de tiempo suficiente para preparar con seguridad la apertura de los colegios en septiembre”.
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Además de unificarse los protocolos autonómicos sobre la apertura de las aulas, para Natividad López Langa, presidenta de la Asociación Nacional e Internacional de Enfermería Escolar (Amece) y especialista en Salud Mental, también habrá que contar con personal sanitario que establezca procedimientos adecuados.
“Es fundamental asegurar la distancia social, por lo que es necesario que se disminuya la ratio de alumnos, se desdoblen aulas y se reorganicen espacios y horarios, entre otros”, explica.
Añade que los planes de contingencia que cada colegio tiene que elaborar deben contar con unas directrices claras de partida, con una plantilla ajustada a la realidad concreta de cada centro, así como con recursos materiales y económicos adecuados.
“Es evidente, además, que hará falta una enfermera escolar durante toda la jornada, que actúe como gestora de casos en el centro educativo y que coordine con salud pública y/o los centros de salud los planes de actuación”, dice.
Recuerda, no obstante, que la mayoría de los colegios en España no disponen de enfermera escolar y, de tenerla, “en muchos de ellos se encuentra en jornada parcial o compartida con otros colegios”.
Necesarias, pero ignoradas
La enfermera escolar es una pieza clave en la planificación de las actuaciones preventivas para llevar a cabo una docencia lo más normal posible en los centros educativos. Su papel, en el escenario actual, sería prevenir y detectar, de manera precoz, signos y síntomas compatibles con la Covid-19, pero no todas las comunidades autónomas las tienen en cuenta para organizar una vuelta segura al colegio.
“Aunque todas las consejerías de educación conocen la existencia de los protocolos que han realizado Aceese y Amece, son pocas las que siguen sus recomendaciones. Y aunque nos hemos ofrecido a ayudarles, en ningún caso se han puesto en contacto con nosotros para pedir asesoramiento en la elaboración de sus propios protocolos”, explica a Soler Pardo.
La mayoría de los colegios en España no dispone de enfermera escolar
En cambio –añade- los colegios recurren de forma individual a estas asociaciones “para consultar los protocolos que hemos elaborado, así como para pedir asesoramiento para la apertura”. Incluso hay profesores que se ha matriculado en los cursos de actualización de la Covid-19 en el entorno escolar que hemos elaborado ambas asociaciones”.
¿Control remoto desde AP?
La posibilidad planteada por algunas autonomías de que las enfermeras de atención primaria se encarguen también del seguimiento en los colegios “es un grave error”, señala López Langa.
En su opinión, la presión asistencial en los centros de salud no permitiría desarrollar esta función de manera óptima, ni tampoco se podrían cumplir todas las funciones que una enfermera escolar realiza en su colegio de manera presencial: continuidad de cuidados, educación para la salud, función asistencial durante toda la jornada escolar, etc.
Por ello, la experta asegura que es fundamental empoderar a las familias. “Lo más difícil va a ser proteger a los mayores, mantener la distancia social entre los adolescentes, quitarle el miedo a los docentes y hacer comprender a todos que estamos en un estado extraordinario y que no podemos pretender volver, hoy por hoy, a lo que teníamos. Las familias tenemos un papel fundamental en todo esto y se las está obviando”, indica López Langa.
La posibilidad de que las enfermeras de AP se encarguen del seguimiento en los colegios es un grave error
Para la presidenta de Aceese también es inviable que la preparación del espacio físico de las escuelas, el cumplimiento de normas preventivas y la detección y seguimiento de posibles casos positivos “recaigan sobre el profesorado y un control remoto por las centros de AP, que van saturados de trabajo”.
Sin seguridad, mejor no abrir las aulas
Los colegios deben abrir en septiembre, según Soler, pero siempre garantizando la máxima seguridad hacia toda la comunidad educativa: alumnos, docentes y personal no docente.
“Si esto no fuese posible, se deberá retrasar el inicio del curso 2020-21, o buscar fórmulas alternativas para garantizar el derecho a la enseñanza que tienen todos los niños y adolescentes y a la vez velar por su seguridad”, asegura.
De lo contrario, Soler vaticina que “nos encontraremos en un plazo muy breve de empezar el curso escolar con cierres parciales o totales de las escuelas en todo el país, afectando a la vez a la comunidad donde esté ubicado el centro”.
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