Ningún lugar del mundo está exento de sufrir las consecuencias de la obesidad, según se desprende del Atlas de la Federación Mundial de la Obesidad. Una lectura más local de este desafío de la salud lo aporta la Guía Española del manejo Integral y multidisciplinar de la obesidad (GIRO), donde se indica que en nuestro país el 55,8% de las personas adultas padece sobrepeso y un 18,7% obesidad. Si las tendencias actuales continúan, para 2035 más de la mitad de la población podría tener obesidad, condición que recorta la expectativa de vida de manera similar al tabaquismo y es la quinta causa de muerte en el mundo.
La llegada de los agonistas del receptor de GLP-1 (como semaglutida) y los co-agonistas de los receptores de GIP y GLP-1 (tirzapatida) al tratamiento de la diabetes y la obesidad supone, pues, una gran oportunidad para ganarle terreno a ese problema sanitario.
En palabras de Javier Butragueño, del Departamento de Rendimiento Humano y Salud de la Universidad Politécnica de Madrid, y Jonatan Ruiz Ruiz, catedrático de Actividad física y Salud de la Universidad de Granada, destacan sobre estos fármacos basados en hormonas incretinas que “han cambiado las reglas del tratamiento, mostrando que son especialmente valiosos para las personas que han luchado contra la obesidad durante años, y que la fuerza de voluntad por sí sola no es suficiente”.
Ambos recuerdan que, según se demostró en el último Congreso Europeo de Obesidad celebrado este mayo en Venecia, estos medicamentos regulan el apetito y la ingesta de energía, pueden reducir significativamente el peso corporal y mejorar el control glucémico y ofrecen beneficios cardiovasculares pudiendo reducir el riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares, infarto de miocardio y accidente cerebrovascular en un 20% comparado con placebo. Sin embargo, añaden, “la combinación de estas terapias con ejercicio podría potenciar esos beneficios, mejorando la aptitud cardiorrespiratoria, la función vascular y musculoesquelética mejorando la captación de glucosa, aumentando la sensibilidad de los músculos esqueléticos a las hormonas y nutriente”.
Efectos sinérgicos
En diversas investigaciones se muestran lo beneficios en la salud cardiovascular y metabólica de combinar el ejercicio con los nuevos fármacos GLP-1 con ejercicio regular. En algunos estudios se sugiere que dicha combinación podría tener efectos sinérgicos, potenciando los beneficios individuales de cada intervención en la salud cardiometabólica. “Un ejemplo relevante es el estudio realizado por Sandsdal, RM et al. (2023), que encontró mejoras significativas en la pérdida de peso, la sensibilidad a la insulina y los marcadores de riesgo cardiovascular en pacientes tratados con agonistas de GLP-1 y un régimen de ejercicio, en comparación con aquellos que solo recibieron el tratamiento farmacológico o solo hicieron ejercicio”.
Por ese motivo, apuntan estos investigadores, “es fundamental investigar los nuevos tratamientos con moléculas que son mucho más potentes y efectivas (semaglutida y tirzepatida) para ver cómo el ejercicio puede complementar los tratamientos para la pérdida de peso y mejorar de la saluda cardiometabólica”.
Además de potenciar el efecto, la combinación de ejercicio y tratamiento con GLP-1 parece prometedora para el mantenimiento de la pérdida de peso a largo plazo. Como señalan estos expertos, hay estudios que indican que “mientras que los agonistas de GLP-1 pueden disminuir el apetito y aumentar la saciedad, el ejercicio puede ayudar a incrementar el gasto energético y mejorar la composición corporal, contribuyendo así a mantener la pérdida de peso conseguida. Aunque los datos a largo plazo aún son limitados, la evidencia preliminar es alentadora y apoya la eficacia de esta estrategia combinada”.
En concreto, aluden a dos trabajos: “En 2022, Wilding y colaboradores observaron que la interrupción del tratamiento con agonistas del receptor GLP-1 podría llevar a una recuperación parcial del peso en personas con obesidad. Esto resaltaba la necesidad de buscar estrategias complementarias que pudieran sostener los beneficios a largo plazo de estos fármacos y de este modo evitar la reganacia de peso corporal”.
Y un estudio más reciente, publicado en 2024, de S. B. Jensen y colaboradores demostró que “la incorporación de ejercicio supervisado a la farmacoterapia para la obesidad mejora el mantenimiento de un peso saludable tras la finalización del tratamiento, en comparación con la finalización de un tratamiento que solo incluye farmacoterapia para la obesidad”.
En este sentido, la combinación de farmacoterapia y ejercicio emerge como una estrategia prometedora y eficaz. Según Javier Butragueño, coautor del artículo publicado en Nature Review Endocrinology, fundador de Obesity Management School y vocal de la junta directiva de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), “es fundamental que los profesionales de la salud comprendan la importancia de combinar estrategias farmacológicas con programas de ejercicio personalizados. Este enfoque no solo optimiza los resultados del tratamiento, sino que también proporciona un apoyo continuo para el mantenimiento de un peso saludable y una mejora de la función musculoesquelética, además de una mejor calidad de vida, como han demostrado otros estudios". Para Javier Butragueño, resulta imprescindible una formación especializada en este tema para que los educadores físicos sean capaces de prescribir el ejercicio de manera adecuada como un tratamiento coadyuvante para el tratamiento de la obesidad.
Alianza metabólica
Y como se ha expuesto, esa alianza metabólica ofrece beneficios sinérgicos que van más allá de la simple pérdida de peso. Jonatan Ruiz, coautor del estudio y también director del Instituto Mixto Universitario Deporte y Salud (iMUDS) de la Universidad de Granada indica que "este enfoque integrado de farmacoterapia y ejercicio no solo aborda la pérdida de peso, sino que también podría mejorar significativamente la salud metabólica y cardiovascular de los pacientes. Nuestro trabajo demuestra que, con las herramientas y el apoyo adecuados, podemos ofrecer a las personas una oportunidad real para transformar sus vidas".
Jonatan Ruiz, quien coordina el grupo de trabajo de ejercicio de la SEEDO, también señala que “queda mucho por investigar y es necesario que existan estudios integrativos que combinen varias estrategias para realizar una medicina de precisión que pueda ayudar al paciente a mejorar su estado de salud no solo mejorando la pérdida de peso, sino facilitando su mantenimiento a largo plazo”.
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