Para muchos grandes lectores infantoadolescentes de mi generación, entusiastas de la historieta o bédé francobelga, René Goscinny (1926-1977) era una de las figuras más admiradas. Cofundador de la revista Pilote en 1958, guionista de Lucky Luke en más de cuarenta álbumes (con ilustraciones de Maurice de Bévère «Morris»), de Iznogud en trece álbumes (con ilustraciones de Jean Tavary) y de los cinco libros originales de El pequeño Nicolás (con ilustraciones de Jean-Jacques Sempé), su creación más internacional y popular —mi favorita también, con mucho— fue la serie de álbumes tebeísticos de Astérix el Galo (con ilustraciones de Albert Uderzo). Traducida a más de cien idiomas y con más de 380 millones de ejemplares vendidos hasta la fecha, Astérix es la historieta francobelga más leída del mundo, por delante del mismísimo Tintín.
El 5 de noviembre de 1977, la prematura y repentina muerte de quien estaba considerado el mayor historietista de Francia nos causó en su momento —a mí y a muchos— honda impresión. Ese día, René Goscinny acudió a un reconocimiento médico rutinario en una clínica parisina de la calle de Chazelles. Entre las pruebas solicitadas, una ergometría o prueba de esfuerzo para ver cómo responde el corazón a un esfuerzo progresivo controlado. Mientras estaba pedaleando en el cicloergómetro, Goscinny sufrió un infarto de miocardio fulminante y falleció en el acto. Tenía 51 años.
Ha pasado casi medio siglo desde entonces. Las ergometrías de hoy son mucho más seguras de lo que eran en 1977; pero, como toda prueba médica, no están exentas de complicaciones. Por cada 10 000 pruebas de esfuerzo, se registran 48 arritmias graves, entre tres y cuatro infartos agudos de miocardio y un desenlace mortal.
Me interesa ahora, no obstante, el modo en que su amigo íntimo y compañero de fatigas Albert Uderzo, dibujante de Astérix, expresó su duelo. Se lo cuento aquí mismo la semana que viene. ♦
Off Fernando A. Navarro Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/yJu62Si
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