En una sociedad cada vez más envejecida, en la que la cronicidad, la pluripatología y la polimedicación van en aumento, resulta difícil eliminar por completo los errores asociados a los tratamientos farmacológicos. Sin embargo, prevenirlos y minimizar los efectos adversos sí parece una tarea que debe estar marcada en rojo en la agenda de los profesionales sanitarios. Para facilitar este cometido y ofrecer herramientas que ayuden a alcanzar esta meta, España cuenta con el Instituto para el Uso Seguro de los Medicamentos, una institución multidisciplinar sin ánimo de lucro centrada en promover la seguridad y mejorar la calidad en el proceso de utilización de los fármacos y cuyo objetivo es prevenir los errores de medicación y disminuir los acontecimientos adversos. De hecho, ha contribuido a fijar pautas de prevención para evitar errores en el uso de las vacunas contra la covid.
La directora de esta organización es María José Otero, jefa de Servicio de Farmacia del Hospital Universitario de Salamanca, quien, en una entrevista con este periódico, analiza con detalle el impacto de los errores de medicación, pone rostro a los más notificados y ahonda en cómo trabaja la institución que dirige para intentar prevenirlos.
Pregunta. ¿En qué se centra la actividad del Instituto para el Uso Seguro de los Medicamentos?
Respuesta. El Instituto para el Uso Seguro de los Medicamentos es la delegación española del Institute for Safe Medication Practices (ISMP). En los últimos años su actividad se ha centrado fundamentalmente en el análisis y aprendizaje activo de los errores que los profesionales sanitarios notifican al Sistema de Notificación y Aprendizaje de Errores de Medicación, y a la difusión de herramientas y de recomendaciones con prácticas de seguridad. También realiza estudios sobre la incidencia y características de los errores de medicación y la implantación de prácticas seguras con medicamentos. Estas actividades las realiza en su mayoría en colaboración con instituciones, sociedades científicas y con otros organismos que trabajan en la seguridad del paciente.
P. ¿Qué tipos de errores de medicación son los más notificados en España?
R. Se comunican todo tipo de errores de medicación. Los más frecuentes son los errores en la prescripción, dispensación y administración de los medicamentos, tales como errores de dosis, omisión o retraso en la administración, confusiones entre medicamentos por envasado o etiquetado parecido, prescripción de medicamentos inapropiados para el paciente, errores de conciliación en las transiciones asistenciales, etc. Sí que me gustaría destacar que los tipos de errores que se notifican en España son similares a los que se producen en otros países de nuestro entorno. Nosotros pertenecemos a una red internacional de centros, el International Medication Safety Network, que permite intercambiar información y coordinar esfuerzos a nivel internacional, y observamos este hecho.
P. ¿Suponen muchos de estos errores un riesgo grave para la salud de los pacientes?
R. Sí, es evidente que los errores de medicación siguen ocurriendo con una frecuencia inaceptable y causan daños a los pacientes. En este sentido, tenemos que tener presente que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó el tercer reto mundial de seguridad del paciente Medicación sin daño consciente de que "los errores de medicación y las prácticas inseguras asociadas al uso de los medicamentos son una de las principales causas de daño evitable en los sistemas de salud de todo el mundo".
P. Desde el instituto, ¿cuáles son las principales recomendaciones que lanzan para corregir estos errores?
R. A lo largo de estos años hemos difundido numerosas recomendaciones para mejorar el uso de los medicamentos, ya que el circuito de utilización de los fármacos presenta una extraordinaria complejidad e intervienen múltiples profesionales, por lo que hay que actuar en cada uno de los eslabones de la cadena y tienen que trabajar activamente todos los agentes implicados.
Se han publicado cuestionarios de autoevaluación de la seguridad con prácticas seguras dirigidos a instituciones y profesionales; 50 boletines con errores de diferentes tipos y recomendaciones para prevenirlos; recomendaciones para utilizar con seguridad los medicamentos de alto riesgo y documentos con prácticas específicas para el potasio intravenoso, anticoagulantes orales, opioides y antineoplásicos; recomendaciones dirigidas a la industria para mejorar el etiquetado y envasado de los medicamentos; recomendaciones para pacientes y cuidadores, etc.
P. Por grupos de población, ¿qué colectivos de pacientes tienen mayor riesgo de sufrir incidentes derivados del uso de medicamentos?
R. Los pacientes que tienen mayor riesgo son los pacientes que se encuentra en los extremos de edad (esto es, los pacientes pediátricos, especialmente neonatos, y los pacientes de edad avanzada), los pacientes pluripatológicos y polimedicados, y los pacientes críticos o aquellos que por su situación clínica reciben numerosos medicamentos y éstos son de alto riesgo (trasplantados, oncológicos, etc.).
P. Desde el instituto que dirige también se ha puesto el foco en la prevención de errores asociados a las nuevas vacunas frente a la covid-19. ¿Cuáles son esos errores y qué recomendaciones se dan para prevenirlos?
R. Efectivamente, el ISMP ha trabajado para establecer y difundir medidas de prevención para evitar los errores en la utilización de vacunas frente a la covid-19, que se han enfocado a planificar la vacunación, formar a los profesionales que manejan las vacunas, establecer procedimientos normalizados para preparar y administrar las vacunas, e informar a las personas a vacunar e implicarlas en el proceso de vacunación. En este caso también hemos compartido experiencias entre los países a través del International Medication Safety Network y hemos observado problemas similares. Es preciso reconocer que la puesta en marcha de los programas de vacunación frente a la covid ha sido un reto impresionante para todos los países y que se han administrado millones de dosis de vacunas en un tiempo récord.
Los incidentes registrados con más frecuencia hasta la fecha en el ISMP-España han sido errores en la segunda dosis de la vacuna, por administración de la misma antes del tiempo indicado o de una vacuna diferente a la prevista sin justificación. También se ha comunicado algunos incidentes de dosis incorrecta, de dilución de la vacuna Comirnaty, de confusión entre vacunas diferentes o de almacenamiento.
P. ¿Han observado el incremento de algún tipo de error o la aparición de incidentes en el uso de los medicamentos derivados de la pandemia?
R. La primera ola de la pandemia de la covid-19 supuso un aumento sin precedentes en la presión asistencial, por lo que los profesionales notificaron pocos incidentes. Quizás señalaría los errores derivados de los cambios en las presentaciones de los medicamentos disponibles en los centros sanitarios en la primera ola de la pandemia, ya que para cubrir la demanda exponencial de algunos medicamentos, particularmente de los necesarios para pacientes críticos, los centros tuvieron que adquirir medicamentos con apariencia similar o etiquetados en otros idiomas, por lo que se notificaron algunos incidentes por esta causa. Eso sí, afortunadamente la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) gestionó muy eficazmente el suministro de los medicamentos necesarios para el manejo de los pacientes y garantizó que no faltaran en ningún centro.
También se comunicaron algunos errores de administración de los medicamentos en el domicilio de los pacientes, derivados de la situación de confinamiento y la necesidad de realizar consultas telefónicas.
P. En lo que se refiere a la Administración sanitaria, el instituto trabaja conjuntamente con el Ministerio de Sanidad y otras instituciones públicas en proyectos, como el sistema de notificación de incidentes con medicamentos. ¿Cómo funciona este sistema?
R. El sistema recoge notificaciones de los profesionales sanitarios, las analiza con un enfoque sistémico y desarrolla actuaciones dirigidas a reducir el riesgo de que los mismos incidentes vuelvan a suceder. Está financiado por el Ministerio de Sanidad y cuenta con la colaboración de profesionales e instituciones como, por ejemplo, la Aemps, el Consejo de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de Castilla y León (Concyl) y el Observatorio para la Seguridad del Paciente de Andalucía.
Se elaboran boletines con información sobre los incidentes ocurridos y con recomendaciones para evitar errores de características similares. Se trabaja con la Aemps, a la que se remiten periódicamente las comunicaciones sobre los problemas detectados en el etiquetado y envasado de los medicamentos, lo que ha llevado en ocasiones a cambios y mejoras en el etiquetado y envasado. También se remite periódicamente información sobre los pares de nombres de medicamentos proclives a confusión a la Aemps y al Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. Se colabora con la industria farmacéutica para mejorar el diseño del etiquetado y envasado, con la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés), etc. Igualmente, la información obtenida a través del sistema de notificación se ha utilizado para diseñar otros proyectos en materia de prevención de errores.
P. ¿En qué otros proyectos reseñables colaboran?
R. En estos momentos estamos planteando el desarrollo de algunos proyectos relacionados con los objetivos prioritarios del tercer reto de la OMS, sobre medicamentos de alto riesgo, prácticas seguras en las transiciones asistenciales, y sobre participación de los pacientes y cuidadores en el uso seguro de la medicación.
P. ¿Considera que las políticas sanitarias están concienciadas con apostar decididamente por la seguridad del paciente y por el uso seguro de los medicamentos? ¿Cómo podría mejorarse?
R. La información que recogemos a través de los cuestionarios de autoevaluación nos indica que las prácticas seguras que están escasamente implementadas en nuestros país son fundamentalmente aquellas que implican la incorporación de tecnologías de eficacia probada, como la tecnología de código de barras en la administración, los sistemas de ayuda a la prescripción y las bombas de infusión inteligentes; y aquellas que implican disponer de más recursos humanos para su implantación, como la conciliación de la medicación, la revisión estructurada de medicación en pacientes polimedicados y la integración de los farmacéuticos en los equipos clínicos. Por ello, considero que había que invertir en seguridad, invirtiendo en tecnología y en recursos humanos.
De la misma manera que se invierte en el acceso a medicamentos innovadores, habría que invertir en seguridad para lograr que los medicamentos se utilicen correctamente. También sería importante disponer de la figura de un responsable de seguridad de medicamentos en los centros, para que coordinara e implementara las prácticas de seguridad de la medicación. Esta figura ya existe en Estados Unidos y en Inglaterra, y la OMS la contempla en el Plan de Acción Mundial sobre Seguridad del Paciente 2021-2030, porque resulta fundamental para avanzar de forma efectiva en la mejora de la seguridad.
P. De cara al futuro, en el campo de la seguridad y el uso seguro, ¿qué aspectos considera fundamental que se mejoren?
R. En el momento actual es fundamental trabajar alineados con las directrices que ha marcado la OMS en el reto de seguridad Medicación sin daño, que se han incluido en el Plan de Acción Mundial. Esto supone centrar los esfuerzos para reducir eficazmente los eventos adversos evitables relacionados con los medicamentos en tres áreas prioritarias: la polimedicación inapropiada, las transiciones asistenciales y las situaciones de riesgo, que incluyen los medicamentos, los pacientes y los procesos de alto riesgo.
La OMS ha indicado asimismo que para lograr mejoras en estas áreas era necesario actuar sobre cuatro pilares: los sistemas y prácticas de medicación, implementando las tecnologías y prácticas que son efectivas para reducir los errores; los medicamentos, que deben estar envasados y etiquetados de forma que se garantice su correcta identificación, diferenciación y administración a los pacientes; los profesionales sanitarios, que deben estar formados en prácticas seguras con la medicación, particularmente las referentes a las áreas prioritarias; y los pacientes y cuidadores, que deben recibir información apropiada sobre sus medicamentos para que los utilicen correctamente y deben estar motivados para que tomen parte activa en su tratamiento.
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