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miércoles, 23 de junio de 2021

"El mundo se estaba desmoronando. Había que idear soluciones"

Cirugía General y del Aparato Digestivo
raquelserrano
Mié, 23/06/2021 - 08:00
Damián García-Olmo, jefe del Departamento de Cirugía de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid
Damián García-Olmo, jefe del Departamento de Cirugía de la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid. FOTO: DM.
Damián García-Olmo, jefe del Departamento de Cirugía de la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid. FOTO: DM.

Empieza a tomar conciencia de que estábamos inmersos en una pandemia mundial con las primeras noticias de lo que acontecía en Italia en los últimos días del mes de febrero de 2020.

Damián García-Olmo, jefe del Departamento de Cirugía de la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, que ha recibido uno de los premios #Admirables en la categoría de Medicina, recuerda a la perfección una de las últimas sesiones clínicas ‘normales’ de su equipo y la llegada de los primeros pacientes sospechosos de covid-19.

Fue el primer ‘aldabonazo’ con el que arranca un reguero de ‘caídos’ por la covid-19 y una sensación indescriptible de que “se desmoronaba el mundo”. Pese a ello, su equipo decide aportar su ‘granito de arena’ y empezar a ensayar terapia celular en pacientes con covid-19 en estado grave.

PREGUNTA. ¿Algún enfermo le ha impresionado especialmente?RESPUESTA. Todos fueron terribles, pero en mi caso concreto el más dramático fue el de mi compañero y amigo personal Joaquín Díez, jefe de Cirugía en La Paz, de Madrid, con el que conviví durante 15 años en ese hospital. Recuerdo un ‘whatsapp’ en el que me decía: ‘no puedo hablar. Me ahogo. Cuando esté mejor, te llamaré’. Y falleció.

En mi servicio, por ejemplo, somos 18 personas y 13 estuvieron infectadas. Dejamos de operar, salvo las urgencias. El servicio se disolvió y se dedicó a apoyar a los que asistían a los pacientes covid-19. Fue terrorífico. Una auténtica catástrofe.

P. Analizando la situación, ¿qué ha echado en falta?
R. Mi queja fundamental es que los sanitarios carecimos de una dirección científica gubernamental que ofreciera mensajes certeros y basados en datos de publicaciones científicas. Aún recuerdo cuando se decía que las mascarillas no eran necesarias, por ejemplo.

P. ¿Cómo surgió la idea de ensayar terapia celular en pacientes afectados por la covid-19?
R. Cuando se evidenció el fenómeno inflamatorio que se producía en los afectados, con la denominada ‘tormenta de citocinas’, pensamos que las células madre -nuestra línea de investigacion- podrían ser una posible opción por su capacidad antinflamatoria.

Los líderes de la Red de Terapia Celular española, un entramado poderoso y brillante de investigación que ha sido capaz de poner en el mercado el primer fármaco de terapia celular del mundo, empezamos a trabajar, a través de llamadas telefónicas y teleconferencias. En plena sensación de terror, decidimos ensayar y evaluar esta estrategia.

El proceso fue muy complejo y no llegó a buen puerto, por las regulaciones tan estrictas de las multinacionales, por lo que finalmente nos centramos en las dosis celulares de las que disponíamos, no de producción industrial sino académicas, y empezamos a tratar por uso compasivo en algunos de nuestros hospitales, con la autorización, el apoyo y los requisitos exigidos por la Agencia Española de Medicamentos.   

P. ¿Quién fue el primer paciente que recibió esta terapia?
R. Todo en la vida tiene ojos y cara. La ‘chispa’ saltó cuando enfermó un compañero de la Fundación Jiménez Díaz –lo ha contado él, si no no lo desvelaría-, Álvaro Gándara, jefe de Paliativos. Iba a la UCI a verle y pensaba: ‘se nos va, se nos va’. Él fue el primer paciente que tratamos. Salió bien, e inmediatamente lo ampliamos a todos los enfermos que pudimos con las dosis de las que disponíamos.

Después diseñamos un ensayo clínico –aún pendiente de financiación-, en el que participan todos los centros españoles de terapia celular. Mi grupo también está pendiente de comunicar datos de un pequeño ensayo clínico. La situación ha variado, la mortalidad se ha reducido, por lo que el  manejo con esta terapia es ahora distinto y hay que diseñar otros objetivos. Pero en esos momentos era sobrevivir o no sobrevivir.

P. ¿Qué reflexión realiza como médico?
R. Una situación catastrófica te lleva a la humildad. Las pandemias no forman parte del pasado, a pesar de que, por los avances tecnológicos, nos sentimos poderosos. Soy navegante y sé que cuando las fuerzas de la naturaleza se ponen en marcha nuestra debilidad es increíble. Los virus forman parte de ella y pueden aniquilarnos. Una segunda reflexión es que la ciencia es el conocimiento de la verdad y, por tanto, hay que apostar por ella. Todo lo que se aparte de la ciencia es negativo.

P. ¿Qué hará cuando acabe la pandemia?
R. Reunir en casa a mis amigos, a mi familia. Y avanzar en las mejoras de la terapia celular gracias a los que hemos aprendido con la covid-19.

Experto internacional en células madre, no dudó en poner a disposición de los enfermos graves esta estrategia que, en los próximos años, se enriquecerá gracias a lo aprendido con la covid-19.

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