Un tercio de los jóvenes españoles entre 16 y 30 años tiene sobrepeso u obesidad, concretamente el 24,7%; y el 7,9% tiene un índice de masa corporal (IMC) por debajo de los índices normales. Son unos datos medios que alcanzan su pico más alto entre las personas del último tramo, entre 25 y 30 años, donde el 34,6% presenta problemas de peso y el 9% tiene obesidad.
Así lo revelan los datos del Estudio sobre la Obesidad en Jóvenes’ elaborado por la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) y que ha acaba de ser presentado. Un encuesta realizada a más de 1.000 jóvenes durante el pasado mes de marzo, para conocer los aspectos relacionados con el peso corporal en un grupo poblacional del que habitualmente no se conocen estos datos.
“Conocer la prevalencia de obesidad en ese rango de edad, la percepción que tienen sobre su peso, las causas que han propiciado el peso excesivo así como las tácticas utilizadas para bajar de peso nos ayudarán a desarrollar en estrategias para combatir la obesidad”, subraya Francisco Tinahones, presidente de esta sociedad científica.
A su juicio, los resultados del estudio reflejan que “estamos ante unos datos preocupantes que deberían hacernos reflexionar para tomar medidas y corregir este problema de salud”.
Sedentarismo y ansiedad
Entre los hábitos y costumbres que se apuntan en la investigación como las principales causas que propician el exceso de peso en la población infanto-juvenil están el sedentarismo, la mala alimentación provocada en muchos casos por la ansiedad lo que los lleva a picar entre horas, la falta de higiene del sueño, así como el tiempo excesivo delante de las pantallas.
“Sin duda, la falta de ejercicio físico y el sedentarismo es uno de los grandes problemas relacionados con la obesidad en los jóvenes. En este sentido, la actual pandemia con la extensión del teletrabajo ha fomentado un reducción aún mayor de la actividad física que realizan. Esto, a su vez, se va a traducir en uno años en un incremento de casos de obesidad sarcopénica, más grave y con más complicaciones”, argumenta la doctora y nutricionista Monereo.
Con los datos en la mano, solo el 16,5% de los jóvenes asegura hacer deporte a diario (el 10% de los obesos), mientras que el 33,8% dice no hacerlo muy poco o nunca. Por su parte, el 29,6% habla de ansiedad relacionada con el consumo incontrolado de comida y el 20,7%, simplemente, argumenta comer mal. Destaca que el 61,1% de los jóvenes consume comida procesada a diario.
En este sentido, Tinahones destaca que llama la atención la relación que parecen tener clara, los jóvenes, entre el malestar en la esfera psíquica y los problemas con la alimentación.
En cuanto a otros estilos de vida, el especialista destaca que el 16% reconoce que duerme menos de seis horas, y más de un 30% pasa entre seis y 10 horas delante de la pantalla. Hábitos que se han mostrado una relación directa con el exceso de peso y la obesidad.
El problema vive cerca y le afecta
Otro dato llamativo que se extrae de esta encuesta realizada por Seedo tiene que ver con las personas del entorno de los participantes, la genética y su relación con esta enfermedad metabólica. En este sentido, el 7,1% de las personas preguntadas considera que se trata de un factor genético.
De hecho, más del 30% asegura que hay personas con exceso de peso en su familia más próxima, sus amigos (63,4%), sus parejas (21,9%) o su entorno cercano, frente a un 28% que dice no tener a nadie cercano con obesidad. “Son datos que advierten tanto sobre la posible influencia genética como de los hábitos de vida y alimenticios compartidos con familia y amigos”, indica el presidente de la SEEDO.
Asimismo, cerca de un 89% de los jóvenes que interiorizan este problema confiesan que este exceso de peso les está provocando, o lo ha hecho en algún momento, problemas de autoestima (68% complejo) o rechazo social (el 20,8%). “Son conscientes de que les afecta a su salud, pero no solo sino que también lo hace a su calidad de vida también a su calidad de vida lo que les lleva a buscar remedio”, asevera la nutricionista.
Intentan perder peso
La encuesta también refleja que más de la mitad de los jóvenes que han participado (el 55,2%) le gustaría perder peso, incluso el 80% está convencido de que se trata de una enfermedad a la que deben poner remedio. Este dato contrasta con el de la población adulta, quienes -en su mayoría- no la reconocen como patología, sino que lo achacan a no hacer bien la dieta.
“Este es un dato positivo –asegura Susana Monereo, también de la Seedo–, sobre todo si lo comparamos con la percepción que tiene la población adulta sobre el exceso de peso y la obesidad, donde solo el 20% los considera un problema de salud”. Además, el 70,6% de los participantes ha tratado de perder peso en alguna ocasión, un dato que se eleva hasta más del 90% en el caso de aquellos que tienen sobrepeso u obesidad.
Remedios no profesionales
No obstante, aunque desde Seedo aplauden este cambio de conciencia sobre la enfermedad, cuando intentan perder peso para mejorar su salud acuden a fuentes poco fiables. La mayoría de los jóvenes (el 75%) lo hacen por su cuenta sin ningún tipo de orientación profesional, lo que desde la sociedad científica lo califican como “imprudencia que casi siempre supone una garantía de fracaso”.
Solo el 14,8% de los jóvenes con sobrepeso u obesidad ha recurrido a un médico de Atención Primaria y un 36,8% a un nutricionista. Estos datos se contraponen con más de la mitad (50,1%) que busca remedios y dietas a través de internet.
Aunque el 62,9% sabe que existen tratamiento farmacológicos para controlar el peso y el 80,6% que es un problema que puede resolverse con cirugía, los entrevistados en el estudio reconocen haber seguidos remedios con productos de herbolarios (15%), internet (12,4%), gimnasios (11,3%) o parafarmacia (10,5%), en lugar de acudir a la farmacia o al médico. Únicamente el 7% reconoce seguir tratamientos farmacológicos con prescripción médica.
Asesoramiento riguroso
“Esta falta de control profesional les lleva, a algo más de la mayoría (el 45,3%) a recuperar el peso rápidamente”, incide Tinahones. A su juicio, se debería hacer un mayor esfuerzo desde la Atención Primaria para desarrollar un asesoramiento riguroso a las personas de este rango de edad.
La educación es otro eslabón que hay que mejorar. “Se están haciendo intentos pero vamos tarde. Hay otros países de nuestro entorno que han integrado los temas nutricionales en la educación de niños y adolescentes. También es necesario mejorar la cesta de la compra y el etiquetado de los alimentos de forma que resulte sencillo identificar los alimentos sanos”, concluye el presidente de Seedo.
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