La Encuesta Europea de Salud 2020 se tuvo que realizar en esta ocasión en dos oleadas, antes y después del estado de alarma (entre julio de 2019 y julio de 2020), pero gracias a ello la estadística ha podido estudiar cómo ha afectado el confinamiento y los primeros meses del estado de alarma no sólo a la salud de los ciudadanos -al margen de los efectos del coronavirus- sino también a sus estilos de vida y hábitos saludables y a su frecuencia de uso del sistema sanitario.
Según los datos hecho públicos por el Ministerio de Sanidad, la percepción de los ciudadanos sobre su propio estado de salud no empeoró durante los primeros meses de pandemia, bajo el estado de alarma, sino que incluso mejoró, con un 78% de los hombres y un 70,7% de las mujeres que declaraba tener un estado de salud bueno o muy bueno justo antes del estado de alarma y un 82,1% y 74,7% de hombres y mujeres que lo declaraban durante o después de la pandemia.
Este incremento del porcentaje de población que refería un buen estado de salud percibida se dio tanto en hombres como en mujeres y en todos los grupos de población, incluidos los mayores.
Peor salud mental
Por el contrario, los síntomas sobre un mal estado de salud mental empeoraron durante los primeros meses del estado de alarma, creciendo desde el 16,9% a 20% la población que refería poco interés o alegría por hacer cosas, del 18% al 20,99% la población adulta que se sentía deprimida y del 19 al 21% los que afirmaban no poder dormir.
Otros síntomas frecuentes como la mayor sensación de cansancio, los cambios en los hábitos de alimentación, el sentirse mal consigo mismo, los problemas para concentrarse, moverse o hablar rápido, por el contrario, no empeoraron durante la pandemia, según refiere la Encuesta Europea de Salud para España.
La estadística pregunta no sólo por la autopercepción del estado de salud, sino por datos objetivos como la frecuencia de visitas al médico. Y, ante el colapso del sistema sanitario, la reducción de visitas al médico fue evidente. La encuesta preguntó si se había consultado al médico de familia, no sólo con visita presencial sino de cualquier otra forma telemática o por teléfono, en las últimas cuatro semanas. El resultado de esta pregunta entre quienes fueron encuestados antes del estado de alarma fue de un 21% de hombres mayores de 15 años y un 29% de mujeres que habían consultado al médico de familia, frente a la mitad en el caso de quienes fueron encuestados durante o después del estado de alarma (9,3% de los hombres había consultado al médico de familia y 12,4% de las mujeres).
En las visitas a médicos de otras especialidades ocurrió algo semejante, desplomándose las consultas desde el 9,5% que había tenido una consulta en las últimas 4 semanas entre quienes fueron encuestados antes del estado de alarma a sólo el 3,9% (en el caso de las mujeres las cifras bajaron del 13,6% al 5,5%).
Esta caída en la frecuencia de visita a médicos de familia y especialistas, de nuevo, se dio tanto en hombres como en mujeres y en todos los grupos de edad, siendo especialmente significativa la caída en los de más de 65 años, donde bajó en el caso de los hombres del 37,95 al 14,4% y en las mujeres del 40,8% al 14%, pese a que se incluía en la pregunta también las consultas telefónicas.
Cae el consumo de medicamentos
Junto a las visitas al médico se redujo también el consumo de medicamentos. Si antes del estado de alarma el 52,7% de la población decía haber consumido medicamentos recetados, esta cifra baja al 50,5% durante la pandemia. En el caso de los medicamentos sin receta ocurrió algo semejante, con un desplome de los que habían tomado medicamentos del 15,5% antes de la pandemia al 2,8% durante ella. El mayor desplome en el uso de medicamentos sin receta se produjo en mayore de 65 años.
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