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domingo, 23 de octubre de 2022

Joseph Fins: "La bioética no es la Guardia Civil de la investigación"

Política y Normativa
soledadvalle
Lun, 24/10/2022 - 08:00
Investigación y bioética
Joseph J.Fins, profesor de ética médica y responsable de Ética Médica en el Hospital Presbiteriano de Nueva York. FOTO: SERGIO ENRÍQUEZ-NISTAL
Joseph J.Fins, profesor de ética médica y responsable de Ética Médica en el Hospital Presbiteriano de Nueva York. FOTO: SERGIO ENRÍQUEZ-NISTAL

Presidente de la Sociedad Internacional de Neuroética y expresidente de la Sociedad Americana de Bioética y Humanidades, Joseph J. Fins fue responsable del Comité de Ética del New York-Presbyterian Hospital durante la pandemia, donde además trabaja con pacientes con daño cerebral. 

Profesor de Bioética y Ética Médica en varias universidades de Estados Unidos visita con frecuencia España, donde es miembro de honor de la Real Academia Nacional de Medicina y parte de la Comisión Académica del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset

En su último paso por Madrid ha hablado con este periódico en la sala de Profesores de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, durante su participación en el XV Seminario de Biomedicina, Ética y Derechos Humanos.

En un español bastante bueno, muestra su preocupación por el retroceso del derecho al aborto en Estados Unidos, la regulación de los neuroderechos en la fallida Constitución chilena, las lecciones de la pandemia, la eutanasia, los avances de la neurociencia y las investigaciones con organoides. Vamos a empezar por el final.  

Organoides y ratones 

Pregunta: Hemos conocido hace unas semanas el éxito de una investigación que introdujo organoides cerebrales humanos en ratas. ¿Cuál es la postura dominante en la bioética de Estados Unidos en investigaciones de este tipo donde se parte de tejido de células madres?

Respuesta: Sin duda que hay una oposición clara en Estados Unidos a crear un tipo de quimeras en las que se utilicen animales como monos o animales más complejos. Eso es imposible. Pero el uso de otros animales de una evolución inferior, como ocurre con los ratones es factible. Así que depende del tipo de animal con el que se investigue y de la cantidad de organoide que se exporten.

Los investigadores de Stanford que realizaron el estudio con ratones lo dejaron claro. No han creado un ratón con característica humanas. Así que tenemos que saber de qué estamos hablando. Ellos no están creando un Frankensteins, sino un modelo para entender las enfermedades neuropsiquiátricas. Abre posibilidades para saber más sobre daños cerebrales, por ejemplo.

P.: ¿Cuál es su respuesta a los que desde la bioética advierten de los experimentos con tejido cerebral humano y la posibilidad de crear cebroides (animales híbridos) conscientes? 

R.: Sobre los organoides tengo ensayos publicados donde defiendo que no son cerebros. No tienen conexiones cerebrales, ni las redes propias del cerebro humano. Por lo tanto, considero que es una paradoja que desarrollemos más consideración o protección hacia estos organoides que hacia personas con trastornos de la conciencia o con enfermedades neurológicas

Trabajo diariamente con pacientes con daños cerebrales y cuando ingresé en la Real Academia Nacional de Medicina, como miembro de honor, dediqué mi conferencia de ingreso a hablar de los trastornos de la conciencia

En los Estados Unidos estos pacientes están relegados a la sombra de manera injusta, a las residencias de mayores. Soy miembro de un equipo médicos que estamos usando estimulación cerebral profunda para tratar estos enfermos. 

Estimulación cerebral profunda

P.: En su libro Right come to mind (2017) defiende el uso de la estimulación cerebral profunda en pacientes con daño cerebral a partir de casos que usted ha tratado. 

R.: Sí, hablo de los derechos de los pacientes que sufren algún tipo de daño cerebral. Por eso cuando leo artículos sobre "los pobrecitos organoides", bueno, ellos no son personas y sí hay personas con daño cerebral a los que no estamos dando respuestas. Para mí, esas consideraciones o planteamientos tienen un importante grado de hipocresía. Me interesa el uso de los organoides para mejorar el bienestar de personas que tienen enfermedades. 

He insisto, la cuestión no es crear un ratón que pueda dar una conferencia, sino un modelo para investigar que supera los entornos que conocemos hasta ahora. 

En definitiva, el estudio de organoides y ratones es genial y un modelo de futuro. Los investigadores lo explican: ellos han creado un modelo para investigar cómo responden los organoides en un contexto nuevo hasta ahora. Además, estos organoides parten de células de pacientes que ya han sufrido una cirugía. 

P.: Usted es el presidente de la International Neuroethics Society (Sociedad Internacional de Neuroética), sin embargo, se ha mostrado muy crítico con el único intento hasta ahora de plasmar los neuroderechos en una legislación nacional, que ha sido en la Constitución de Chile. El pueblo chileno no respaldó la nueva carta magna en una votación del pasado 4 de septiembre, pero usted ya se había manifestado en contra en lo referente al reconocimiento de los llamados neuroderechos. 

R.: Mi crítica a cómo la Constitución Chilena recogía los "neuroderechos", lo publiqué en Neuroethics, en agosto, antes del plebiscito. Parto de la idea de que el reconocimiento de un derecho puede plasmarse en positivo o en negativo. En este caso, en Chile estaban muy interesado en las prohibiciones. En los derechos negativos. En lo que no se puede hacer, sin tener en cuenta los derechos positivos, lo que sí se puede lograr con estos avances de la neurotecnología, por ejemplo, el tratamiento de pacientes. 

En el texto de Chile se prohibía intervenir, manipular y entrar en el cerebro de una persona para respetar su libertad cognitiva. De este modo se prohibía el uso de la resonancia magnética funcional, un procedimiento con el que hemos podido saber que personas que estaban en apariencia inconscientes tenían consciencia, con respuesta a estímulos.  

Neuroderechos y Rafael Yuste

P.; ¿El uso de esas técnicas quedaban expresamente prohibidas en la redacción de la Constitución chilena? 

R.: Sí, el lenguaje de la Constitución es muy vago, poco preciso y en lugar de ayudar a las personas ponía trabas. El resultado de su aplicación nos hubiera puesto frente a un juez litigando sobre el término libertad cognitiva. ¿Qué significa libertad cognitiva? Y, claro, si puedo entrar en el cerebro para ver esos pensamientos, pues estaría haciendo algo que la Constitución, en los términos en los que estaba redactada, hubiera prohibido. 

También las técnicas de estimulación cerebral profunda. Nosotros tenemos un estudio publicado en Nature en el que a través del uso de estas técnicas de estimulación cerebral profunda un paciente en estado de consciencia mínima, no hablaba, no comía, pudo hablar seis o siete palabras. Le pudo decir a su madre: Te quiero. 

Pues bien, si la Constitución de Chile hubiera salido adelante estas técnicas se hubieran prohibido. El esfuerzo en Chile por regular los neuroderechos ha respondido más a un interés ideológico, a un tipo de populismo. Esto hubiera parado una Ciencia que puede ayudar a gente. 

Estos derechos deben ponderarse. Deben armonizarse las leyes de manera internacionales y el mandato de las personas con discapacidad -en referencia a la Carta de la ONU- obliga a ponderar bien estos derechos para no perder la oportunidad que ofrecen los avances de la neurociencia a las personas con daño cerebral.

Esto se refleja de manera genial en la película, Hable con ella, que en Estados Unidos se tradujo como Hable a ella (Talk to her), que no es lo mismo, porque la relación con el otro, la integración, se realiza con la comunicación participativa del otro. No podemos crear comunidad sin los derechos positivos. La bioética no está en contra de la tecnología, del avance tecnológico. No es la Guardia Civil de la investigación.

La mayoría de la neurocientíficos están en contra de cómo se recogieron esos derechos en la Constitución de Chile. 

Organoides cerebrales humanos injertados en ratas permiten estudiar mejor la enfermedad neuropsiquiátrica, Científicos españoles crean quimeras de mono y humano en China, Quimeras humano-animales. Lo que de verdad debería preocuparnos
P.: No es el caso del neurobióloga español que trabaja en la universidad de Columbia Rafael Yuste, que ha defendido y apoyado la Constitución chilena
El bioeticista norteamericano defiende los avances de la investigación en neurociencia y su aplicación en pacientes. Off Soledad Valle. Madrid Política y Normativa Política y Normativa Política y Normativa Política y Normativa Off

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