El asma es una enfermedad por la que siguen muriendo cada año alrededor de 250.000 personas, pese a los buenos tratamientos con los que se dispone en la actualidad. Esto es así porque la mayoría de los pacientes diagnosticados de asma, “independientemente de la gravedad de la enfermedad y el control que tengan sobre la misma, presentan síntomas todos los días”. Así de contundente se mostró ayer Pedro Jesús Martín, médico en el centro de salud de Cruce de Arinaga, en Agüimes (Gran Canaria) y miembro del Grupo de Trabajo de Respiratorio de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria Semergen, que participó ayer, junto a la farmacéutica comunitaria Olga Deleito, del Grupo de Trabajo Respiratorio de la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (Sefac), en el tercer Congreso Semergen-Sefac.
En la actualidad, las tasas globales de hospitalización por asma son todavía muy altas, existiendo una fuerte correlación entre los ingresos y las tasas de mortalidad por asma. “De esta enfermedad se siguen muriendo hoy en día los pacientes en los países desarrollados a pesar de los buenos tratamientos que tenemos para esta patología”, resalta Martín.
Según los datos que lleva tiempo analizando, y en contra de lo que creen muchos pacientes y profesionales sanitarios, la mayoría de los pacientes con asma tienen síntomas durante casi todos los días, en mayor o en menor grado.
Infraestimación de la enfermedad
Por tanto, nos encontramos con que las personas que sufren esta enfermedad respiratoria infraestiman la gravedad del asma. Como ejemplo, Martín habló sobre los datos de un estudio sobre la prevalencia del asma en Canarias que reflejan que el 75% de los pacientes con una exacerbación en el año previo, declaró no sentirse preocupado por su enfermedad.
Ese mismo trabajo reflejó que una inmensa mayoría respondieron que no se sienten una persona enferma. Consideran que sus síntomas no son serios y no se consideran como otras personas que también tengan asma. “Esta tendencia de minimizar y negar los síntomas es una característica frecuente en estas personas porque consideran el asma solo con las exacerbaciones, y si no las tienen no están enfermos”, aseguró el especialista.
Teniendo en cuenta estos datos, el miembro de Semergen entonó el mea culpa al reconocer que esta situación puede deberse a que existe una labor de formación deficitaria por parte de los profesionales sanitarios.
Sobrestimación del control
En ese sentido, destacó que tanto pacientes como sanitarios sobreestiman el control que los propios pacientes tienen del asma. Un estudio de hace algunos años, denota que el 84% de los afectados y el 74% de los médicos percibían un buen control de la enfermedad, frente al 55% de los que, en realidad, tenían el control adecuado.
Un dato más que aportó el experto: el estudio European Realise revela que solo el 20% de los pacientes con asmas mantiene la enfermedad bajo control.
“Por lo tanto hay una gran diferencia entre la realidad a la percepción que se tiene del control en el asma”, asevera. “No nos podemos conformar con preguntar al paciente ‘¿cómo lleva su asma?’, sino que debemos ir más allá y repetir controles como hacemos con quienes tienen diabetes o hipertensión”, dijo.
Asimismo, recalcó que en el asma es fundamental evitar la inercia terapéutica.
Cómo medir el control del asma
En esta situación, el portavoz de Semergen explicó que para medir de forma adecuada el asma a los pacientes en la consulta de Atención Primaria (AP) se deben tener en cuenta tres variables. Por un lado, debemos realizar el Asma Control Test (ACT), preguntar por las exacerbaciones y medir de alguna manera la función pulmonar.
“En el ACT valoraremos que tenga una puntuación por encima del 20%, respecto de las exacerbaciones no debe tener ninguna, y que la función pulmonar, en el cao de la FEV1, no esté por encima del 80%”, resumió.
Se trata de una manera sencilla que, además, coincide con las últimas modificaciones que se recogen en la última guía GEMA 5.1 recientemente publicada. Este documento reseña que para llevar un buen control del asma en adultos se deben valorar los síntomas diurnos, las limitaciones de actividad, síntomas nocturnos, necesidad de medicación de rescate (que quedarían recogidos en el ACT), la función pulmonar y las exacerbaciones.
Control desde la farmacia comunitaria
La educación que reclama Martín se debe complementar de forma sistemática con la formación continuada del paciente por parte de la farmacia comunitaria, subraya Olga Deleito, farmacéutica adjunta y miembro del Grupo de Trabajo Respiratorio y Tabaquismo de Sefac.
En su opinión, “todos los pacientes con asma deben salir de la farmacia, en cada una de sus visitas, con una pauta. No es preciso revisar todo en cada visita, pero sí un día el tratamiento, otro los inhaladores, recordar qué debe hacer cada día, recordar cuál es su tratamiento, qué dosis tiene establecida…”, aconsejó.
Otra de las funciones importantes de la farmacia es constatar si el paciente sigue controlado con el fin de prevenir las exacerbaciones que constituyen la primera causa de muerte en estos pacientes. Y por otro lado, tratar de reducir el uso de los inhaladores de rescate que van a causar una respuesta de efectos secundarios, incide la boticaria.
Aquí la representante de la farmacia comunitaria destacó la importancia que tiene una buena colaboración médico-farmacéutica y los beneficios que puede aportar en el control del asma.
Off Mónica M. Bernardo Medicina Familiar y Comunitaria Neumología Off
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