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jueves, 6 de mayo de 2021

«Mal follada» (con perdón) (y IV)

Fernando Navarro
Fernando Navarro
Jue, 06/05/2021 - 10:08
La jerga de los médicos
mal follada
El lenguaje médico informal recurre con frecuencia a los tacos o las expresiones malsonantes.

Como sucede con la mayoría de las jergas, el lenguaje médico jergal ha sido históricamente irrespetuoso, subversivo, insolente y nada dado a la corrección política. No son raras, pues, las acuñaciones sexistas, que se aplican solo a uno de los dos sexos. Pienso, no sé, en expresiones como «ser una María Dolores» (típica paciente hipocondríaca) o, en pediatría, el diagnóstico «niño sano, MHAJAOL» (sigla jergal de «madre histérica, a joder a otro lado», que no he visto emplear jamás en la forma PHAJAOL).

¿Es ello atribuible a machismo? Pues en parte sí, qué duda cabe. No es posible negar el machismo social imperante en una profesión como la nuestra, que hasta hace poco más de una centuria fue exclusivamente masculina y siguió estando ultramasculinizada hasta hace cosa de medio siglo.

Pero influye también, y no en poca medida, el hecho de que los síntomas psicosomáticos en general fueron históricamente, y siguen siendo, mucho más frecuentes en las mujeres ―especialmente en las solteras y las mujeres sin hijos― que en los varones. El mismo nombre de la histeria deriva del griego ὑστέρα (hystéra, útero o matriz), y durante siglos la histeria se atribuyó a falta de actividad sexual femenina. Para curarla, Galeno proponía aplicar sustancias en el sexo de la mujer con la intención de provocar el orgasmo; y el primer vibrador eléctrico lo inventó el médico británico J. Mortimer Granville en 1883 para el tratamiento de la histeria femenina.

La vinculación entre histeria y falta de actividad sexual femenina no se acepta en la medicina actual, pero sigue muy viva en el subconsciente colectivo y, desde luego, en el lenguaje médico jergal. No es raro diagnosticar de síndrome faloprivo a una paciente ansiosa, hipocondríaca, histérica y malhumorada (o incluso a la típica paciente flaca, fumadora, inquieta y preguntona), cuando esos mismos síntomas en un varón se despacharían como ‘gadejo’ o ‘ganejo’ («ganas de joder», ya vimos).

Síndrome faloprivo o cualquiera de sus ciento un sinónimos jergales supuestamente humorísticos: por acronimia (faldepí, «falta de picha»; faldever, «falta de verga»), por siglación (FOP, «falta de objeto penetrante») y, sobre todo, por eponimia (síndrome de Nepiur, «necesita picha urgente»). Lo que en España es el síndrome de Lamalfo («la mal follada»), también llamado síndrome de Malfo o síndrome de Nofo («no follada»), en América pasa a ser síndrome de Lamalco («la mal cogida»), síndrome de Malco o síndrome de Aco («acogida», porque no la coge nadie y psicosomatiza). Con metátesis silábica típica del «vesre», tenemos también el síndrome de Tafal de Gaver («falta de verga») y su variante porteña de Tafal de Chagar (a partir de ‘charga’, nombre vulgar del pene en el Río de la Plata).

Estoy seguro de que más de un lector habrá asociado ese jergal «síndrome de Lamalfo» con el caso de Murcia que dio pie a todas estas entregas sobre lenguaje jergal malsonante. Y eso me recuerda que tengo pendiente informar de la resolución del caso.

En enero de 2019, la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Murcia desestimó el recurso interpuesto por el médico y confirmó la sanción impuesta por considerar que los hechos declarados probados integran las infracciones graves tipificadas. Copio literalmente de la sentencia:

La expresión vertida por el apelante a la paciente y consignada por escrito en un papel que le entregó en la consulta, de estar «no bien follá», es indudable que constituye una grave desconsideración con la usuaria del servicio y, por tanto, que está bien tipificada en el art. 72.3 d) de la Ley 55/2002 de 16 de diciembre, del Estatuto Marco del Personal Estatutario de los Servicios de Salud (que tipifica como tal la grave desconsideración con [...] los usuarios), en la medida de que atenta contra la dignidad de la paciente. Se trata de una expresión no solo desafortunada, como reconoce el propio apelante, sino inadmisible en una consulta médica que se espera respetuosa, científica y deontológica. En absoluto puede admitirse como un diagnóstico correcto según la lex artis.

Inadmisible, sí, esa es la palabra; los jueces aciertan, en mi humilde opinión.

Fernando A. Navarro

No es raro diagnosticar de "síndrome faloprivo" (o cualquiera de sus ciento un sinónimos jergales supuestamente humorísticos) a una paciente ansiosa, hipocondríaca, histérica y malhumorada. Off Fernando A. Navarro Off

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