Si no está roto, no lo arregles: lo que aplicado a las dietas teóricamente encaminadas a mejorar o modular la microbiota humana se traduce en que “cada uno tiene su microbiota y no debemos alterarla, salvo que haya evidencia".
Así lo ha expresado Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI) y director del Instituto de Investigación Valdecilla, hoy martes durante la presentación de la VI Escuela de Inmunología e Inmunoterapia, que tiene lugar esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), en Santander.
El microbioma y su conexión con el sistema inmunitario forma parte del variado programa de este curso. No en vano, “algunos consideramos a la microbiota como una parte más de la respuesta inmune natural”, ha abundado el también jefe de Servicio de Inmunología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla.
El reciente boom en la investigación de la comunidad bacteriana que habita en el ser humano puede originar inexactitudes e incluso a errores de bulto. La propia ciencia tiene sus mecanismos para enmendar hipótesis que se demuestran falsas o inconclusas. Sin embargo, a veces esos mensajes han calado entre la sociedad y son más difíciles de erradicar.
Es el caso de las dietas probióticas y prebióticas que buscan “favorecer” a la microbiota, una tarea que, en principio, y en condiciones de normalidad, no tendríamos que acometer, considera Marcos López Hoyos.
En cambio, sí hay que "tener cuidado con no alterarla”, bien por el abuso de los antibióticos o con cambios drásticos de alimentación.
En ello ha abundado también África González Fernández, catedrática de Inmunología y científica en el Centro de Investigaciones Biomédicas (Cinbio) de la Universidad de Vigo: "Hay que tener cuidado con los bulos sobre las dietas y la microbiota, pues muchas cosas no están contrastadas".
Trasplante en ‘Clostridium difficile’
Por el momento, en relación a la modificación de la microbiota como tratamiento, la inmunóloga ha recordado que solo está demostrada la indicación del trasplante fecal de persona sana en pacientes infectados por Clostridium difficile. No obstante, “con la microbiota también hay células humanas que pueden causar rechazo al trasladarla a otra persona, por lo que hay que ser muy cautos con estos tratamientos”.
Otra área de interés en la investigación es el de la interacción de la microbiota con el sistema nervioso, y cómo puede influir en determinadas conductas o patologías. Con todo, “hay que seguir investigando y recabando evidencias”, ha apostillado.
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