La falta de vocación y de formación, así como la precariedad laboral en algunas residencias de mayores donde además hay poco personal, es la consecuencia directa de la poca profesionalidad de algunos de sus trabajadores, como quedó reflejado la semana pasada en una residencia de la tercera edad de Terrassa (Barcelona), cuando dos jóvenes trabajadoras en prácticas (auxiliares de enfermería) se grabaron un vídeo riéndose explícitamente de una de las mujeres mayores.
Entonces, la Asociación Madrileña de Enfermería Gerontológica (AMEG) se sumó a la condena de las imágenes difundidas en los medios de comunicación sobre el trato recibido a una persona mayor.
“Desde su fundación esta asociación ha estado especialmente sensibilizada con el trato que reciben las personas mayores. Estas imágenes no solo muestran una cruda realidad, sino que hacen visible un problema oculto, por tanto, permite que la sociedad tome conciencia del mismo”.
El fundador y presidente emérito de AMEG, Eduardo Seyller, recuerda que en ningún caso esta situación es generalizable y “que la mayoría de los profesionales sanitarios que trabajan con personas mayores desempeñan su labor con el respeto, dignidad y profesionalidad que estas personas merecen”.
Formar al trabajador
Ante este panorama, Seyller explica que para evitar situaciones como la mencionada es imprescindible formar al personal de las residencias. “El formador, durante las clases, tiene que darse cuenta también de cómo es el alumno, y decidir no contratarle si ve que no cumple con las expectativas”.
La formación tiene que contemplar el manejo adecuado de una serie de situaciones que son habituales en las residencias de mayores, “como el trato a los ancianos agresivos por su deterioro cognitivo, a los que hay que intentar tranquilizar”, dice Seyller.
También es fundamental formar en habilidades de comunicación, “para que hablen a los ancianos con paciencia y en empatía”. Respecto a las posibles agresiones a las que se pueden ver sometidos los profesionales, el presidente emérito de AMEG explica que es preciso tranquilizar primero al anciano y después pedir ayudar, “pero sin gritar para no empeorar la situación”.
Profesionales ‘fake’ y falta de vocación
A pesar de que es difícil que alguien sin el título pueda ejercer como enfermero o auxiliar, en ocasiones sucede. De hecho es más fácil colarse en la sanidad privada, aunque no en todos los servicios, sino en donde la remuneración y condiciones de trabajo son peores, como ocurre con las residencias de mayores.
“El intrusismo es mayor en las residencias donde las condiciones laborales son peores”, dice Seyller.
Desde el Colegio de Enfermería de Madrid (Codem) han explicado que el perfil del impostor suele coincidir: gente joven, empática, envolvente y con mucha labia.
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