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miércoles, 24 de marzo de 2021

“Con el Ébola como con la covid hay secuelas, pero se acaban yendo”

Microbiología y Enfermedades Infecciosas
cristinareal
Mié, 24/03/2021 - 08:00
David Wohl, especialista en enfermedades infecciosas en la UNC Health de Carolina del Norte
Hasta la llegada de la covid, David Wohl repartía su labor entre el VIH y el Ébola, pero como tantos infectólogos en todo el mundo, el año pasado el esfuerzo ha tenido que concentrarse en el SARS-CoV-2.
Hasta la llegada de la covid, David Wohl repartía su labor entre el VIH y el Ébola, pero como tantos infectólogos en todo el mundo, el año pasado el esfuerzo ha tenido que concentrarse en el SARS-CoV-2.

Hace seis años, David Wohl fue uno de los médicos que atendió a la llamada de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por otra emergencia sanitaria: el Ébola en África occidental. Este especialista en Enfermedades Infecciosas, profesor e investigador de la UNC Health, un sistema de salud vinculado a la Universidad de Carolina del Norte, no dudó en dejar su consulta de Chapel Hill para enfrentarse al brote en Liberia. Wohl aportó allí su experiencia de más 20 años con la otra gran pandemia, la del sida. Entre sus investigaciones, destacan los estudios sobre el efecto del VIH en el envejecimiento de los pacientes o el impacto de esta enfermedad en las cárceles, y, desde hace unos años, también analiza las secuelas de los supervivientes del Ébola. Hasta la llegada de la covid, repartía su labor entre estas enfermedades víricas, pero como le ha ocurrido a tantos infectólogos en todo el mundo, el año pasado el esfuerzo ha tenido que concentrarse en el SARS-CoV-2.

Afirma que la explosión hace unas décadas del VIH/sida le llevó a dedicarse a las enfermedades infecciosas –"sentía que tenía que hacer algo ante tanta gente muriendo"– y valora de esta especialidad que "el enemigo siempre es algo externo y a mí me gusta ese límite: estás tú frente el invasor".

Puede decirse que Wohl se ha enfrentado a tres de los virus más dañinos de nuestro tiempo. En todos encuentra cierta conexión, ya sea a la hora de enfocar el tratamiento o sobre lo que se puede esperar una vez pasa la infección aguda. Los pasados brotes del Ébola, dice, nos han mostrado que también podremos deshacernos de esta pandemia, aunque lamenta que se haya fallado a muchas personas.

¿Cómo se ha manejado la pandemia de la covid-19 en Estados Unidos?

[Pulgar hacia abajo] Para ser honesto, nadie podría recibir un A+ [sobresaliente] a la respuesta dada a la pandemia. Tenemos medio millón de muertos. Escuchamos el número, pero parece que la gente no lo entiende. Visualice un estadio de fútbol, toda esa gente: uno de cada 700 está muerto. Hemos fracasado miserablemente. Hemos fallado a la gente de las residencias de ancianos, a nuestros abuelos, a nuestros padres; hemos fallado en los colegios, en la economía, a la gente de color; a las personas que recogen los alimentos, a los que empaquetan nuestra comida... les hemos fallado a todos los que se han llevado la peor parte de esta pandemia. Nuestro gobierno, obviamente, ha fracasado no solo a la hora de actuar, también al aportar un mensaje que ayudase a darnos ánimo y a liderarnos. Escogemos a los líderes para que nos guíen en tiempos de crisis y han fracasado con recursos inconsistentes y mensajes contradictorios.

¿Teme una cuarta ola?

En Estados Unidos hablamos de picos y valles, pero nunca hemos tenido valles, siempre picos, más o menos suaves, que se construyen sobre el pico anterior. No he llegado a ver un auténtico valle. Los números que tenemos ahora en Estados Unidos son similares a los de junio del año pasado, y tampoco es que lo estuviéramos haciendo fantásticamente bien entonces. Los casos bajan, pero se mantienen en una meseta. Como ya hemos visto, también en España, puedes tener un descenso seguido de un repunte. Me preocupa que esto ocurra, quizá no como pasó en diciembre, pero que las buenas noticias hagan que la gente se relaje y eso se traduzca en un nuevo aumento de casos.

Un año después, ¿qué sabemos de los tratamientos para la covid?

Al principio de la pandemia tuvimos que centrarnos en personas que estaban muy enfermas en el hospital. Partimos de no tener nada y por eso recurrimos a tratamientos que después se han visto inútiles como hidroxicloroquina o lopinavir/ritonavir. No teníamos otras herramientas, y como sanitario es muy frustrante no poder ofrecer nada a una persona muy enferma. Creo que hemos conseguido tratamientos de soporte que marcan cierta diferencia en las personas hospitalizadas y luego empezaron a llegar buenos datos de estudios sobre la dexametasona y el remedesivir.

De momento, ese es el único antiviral aprobado para la covid, aunque el estudio Solidarity de la OMS no lo aconseja.

Ese estudio es pragmático, y entiendo la motivación, porque se diseñó para poder hacerse fácilmente en un momento de crisis. Probablemente, no se observó beneficio, porque incluyeron a pacientes con la covid avanzada, entre otras cosas. Pero hemos hecho estudios, como el ensayo impulsado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) estadounidenses, y este no es un ensayo de la compañía, frente a placebo. En mi opinión es el más robusto que tenemos y ha demostrado el beneficio de remdesivir en pacientes hospitalizados, si se usa de forma precoz. La gente lo ha estado usando demasiado tarde, en una fase en la que el virus probablemente deja de ser el problema, cuando aparece la reacción inmune y empieza a dañar el sistema. Una vez que el paciente está en el hospital y necesita el oxígeno, tiene todo el sentido utilizar el antiviral. No digo que sea el mejor medicamento del mundo, su efecto es limitado, pero salva vidas, y por eso es valioso. En Estados Unidos, es muy común administrarlo junto con la dexametasona. En realidad, para cada tratamiento de la covid hay un espacio concreto y si lo usas fuera de ese momento, te adelantas o te retrasas, puedes no obtener el resultado esperado.

¿Vamos a convivir con vacunas y tratamientos durante mucho tiempo?

Absolutamente, porque incluso con la vacuna, todavía no nos vamos a librar de la covid-19. Puede ocurrir que haya gente que no reciba la vacuna, o que no les funcione, o que una variante consiga eludirla. Necesitaremos antivirales y otros tratamientos durante un tiempo. Ahora estamos trabajando en un estudio, también impulsado por el NIH, con pacientes fuera del hospital, buscando qué terapias funcionan. El problema es que no tenemos nada para la gente que está fuera del hospital. Hay anticuerpos monoclonales prometedores, arrojan datos estudio tras estudio sobre su potencial beneficio. En Estados Unidos, hay tres disponibles pero están infrautilizados pues requieren una infusión y es complicado fuera del entorno hospitalario. Si estas terapias se pudieran administrar con una pastilla, por vía inhalada o con una inyección sí marcarían una gran diferencia: menos gente estaría en el hospital y quizá también se cortaría la transmisión del virus a otras personas.

¿Cuánto debemos preocuparnos por las nuevas variantes?

Lo que hay que preguntarse es ¿son más contagiosas? La británica lo es. ¿Son más peligrosas? Quizá. Creo que la británica, sudafricana y brasileña son más infecciosas y también parece que causan más enfermedad. ¿Protegen las vacunas frente a ellas? Parece que la buena noticia es que las vacunas funcionan frente a la variante británica. No sabemos mucho sobre lo que ocurre con la variante sudafricana, aunque hay estudios que indican que la vacuna de J&J [Janssen] funciona. Pero, en cambio, los anticuerpos monoclonales no funcionan, así que probablemente haya que usar combinaciones.

Wohl no se siente cómodo al aludir a estas variantes del coronavirus por los lugares en los que se identificaron primero: "Deberíamos intentar referirnos a ellas con otra nomenclatura", puntualiza. Acostumbrado al virus del sida cuyas mutaciones se traducen en resistencias a los tratamientos, no le extraña en absoluto que la aparición de estas y nuevas variantes, como las (mal) llamadas de Nueva York y de California, nos hagan cambiar inmunizaciones y terapias. "Seguramente, en octubre o noviembre necesitaremos una dosis de refuerzo de la vacuna. En el VIH, hemos visto que necesitamos un coctel de antivirales para poder cubrir todas las variantes. Esta es una de las cosas que nos puede enseñar el VIH con el coronavirus".

¿Y el virus del Ébola? ¿Qué nos puede enseñar sobre el coronavirus?

Tiene ciertas similitudes. De hecho, la vacuna de J&J contra el coronavirus es similar a la que ha desarrollado para el Ébola, y no olvidemos que el remdesivir se diseñó inicialmente para esa enfermedad; y se ha visto cierto que los anticuerpos monoclonales pueden tener cierta utilidad en el Ébola. Es llamativo que las personas que superaron esta infección tuvieron síntomas durante años. Estudiamos en Liberia a supervivientes y seguían con dolores musculares y articulares, dolor de cabeza, incluso problemas de visión. También se ha visto así en la covid. Parece que te infectas con algo que libera una respuesta en el organismo que no termina de irse, incluso aunque ya no esté el patógeno, queda su legado. La buena noticia es que en nuestro estudio de seguimiento, a los cuatro años de la infección por Ébola, la mayoría de los síntomas se resuelven.

Es optimista ¿Ve cerca una vuelta a la normalidad?

No sé si contesto a la pregunta, pero diría que ahora el lugar más seguro es Wuhan. Debemos preguntarnos por qué, aprender de cómo han llevado las medidas de control y la vacunación. Todos estamos deseando volver a la normalidad, pero cuando te relajas, aumentan los contagios. Esperemos a abril, si seguimos bajando los casos, creo que hay esperanza [cruza los dedos].

Este médico se las ha visto con tres virus peliagudos: VIH, Ébola y SARS-CoV-2. Confía en que lo aprendido con el Ébola sirva de enseñanza con la covid. Off Sonia Moreno Off

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