Desde hace unos años, la investigación clínica ha adquirido un papel fundamental en nuestro país, gracias, entre otros factores, a que la industria farmacéutica aquí establecida, tanto de capital nacional como multinacional, es muy activa en investigación y está comprometida con su impulso: el 60% de su inversión anual en I+D se dedica a ensayos clínicos (más de 700 millones de euros).
Esta situación no hubiera sido posible sin el fuerte compromiso de los diferentes agentes (Agencia de Medicamentos, investigadores, profesionales sanitarios, comités de ética, gerentes de investigación, industria farmacéutica, farmacia hospitalaria y pacientes) para mantener nuestro alto nivel en investigación biomédica y seguir atrayendo más investigación en un momento en el que la solución a esta crisis depende, principalmente, de las vacunas para la covid-19, así como de uno o varios tratamientos eficaces para atacar a la enfermedad.
En nuestro país se han autorizado en 2020 más de mil nuevos ensayos clínicos (146 para covid y 872 para otras áreas terapéuticas). Esta significativa cifra manifiesta que para los diferentes actores que participan en la investigación las prioridades han sido tanto dar una respuesta a la nueva enfermedad como mantener la actividad en ensayos clínicos de otras patologías con necesidades médicas no cubiertas.
La crisis de la covid-19 también ha puesto el acento en la transformación digital de la sanidad. La digitalización en este sector no ha hecho más que comenzar, y su carácter complementario a muchas de las actividades presenciales irá progresivamente mejorando y adaptándose conforme se desarrollen diferentes tecnologías. En este sentido, destaca la actividad de la Agencia de Protección de Datos, que trabajó en mayo junto con la Agencia de Medicamentos y Farmaindustria para buscar una solución a la monitorización de los ensayos de manera remota y garantizar la continuidad de estos estudios, que en determinadas ocasiones son la única alternativa terapéutica para los pacientes.
Muchas de las actividades de investigación requieren el contacto constante con el personal del hospital, para asegurar que el ensayo se realiza y se documenta adecuadamente. Un ejemplo: la identificación de errores o procedimientos incompletos en las historias clínicas de los pacientes permite al monitor identificar estas carencias de manera casi inmediata y resolverlas junto con el investigador del ensayo.
En este sentido, se ha de asegurar la validez de los datos y la integridad científica del ensayo clínico. La adopción de medidas ético-jurídicas que permiten realizar este tipo de actividades en remoto es una garantía para que en una situación epidemiológica como la actual continúe la investigación en nuestro país.
“En 2020 se autorizaron en españa más de mil ensayos, covid y no covid”
En todo este tipo de acciones, coordinadas por Farmaindustria, ha sido importante el apoyo de los profesionales de las compañías farmacéuticas, que han compartido sus preocupaciones por la continuidad de la investigación clínica, han trabajado de manera cohesionada nacional e internacionalmente y han validado la estrategia de la Asociación. Todo ello, en un entorno de adaptabilidad constante a la situación para aportar la mejor solución a los pacientes en un contexto sanitario muy difícil.
En definitiva, los trabajos intensos y los avances realizados en los últimos meses nos permiten mirar al futuro con optimismo en este ámbito, repleto de oportunidades que no podemos perder y donde la innovación, no sólo en la parte científica, sino también en la parte ejecutiva de desarrollo clínico, tiene un papel fundamental.
Toda esta experiencia vivida demuestra que hemos dado pasos importantes que nos permiten diseñar cómo será la investigación clínica de los próximos años y en la que se dará respuesta a nuevos desafíos científicos y tecnológicos. Pero no nos olvidemos de que la generación de conocimiento es un proceso de mejora continua e importante competencia entre los países que no nos permite bajar la guardia, sino más bien seguir trabajando con excelencia, como hasta ahora, para un mayor beneficio de nuestra sociedad a la que se le debe seguir ofreciendo una investigación de vanguardia como la que se realiza en nuestro país.
“Atraer inversiones a España en I+D puede ser clave para reactivar la economía”
Invertir en ciencia es sinónimo de invertir en bienestar, la inversión en investigación puede aportarnos ese salto de calidad para mejorar la asistencia y, además, atraer inversiones a España en el terreno de la I+D, lo que puede resultar también fundamental para reactivar nuestra economía.
El futuro nos deparará nuevos retos y desafíos que requerirán respuestas interdisciplinares; el ecosistema de la investigación biomédica, ya creado en nuestro país, ha de seguir siendo un pilar fundamental por el que apostar e introducir mejoras, y si nosotros no lo hacemos, otros países, sin duda, lo harán, y esto ni podemos ni debemos permitirlo por nosotros y por las próximas generaciones.
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