Puñetazos y huesos rotos. Amenazas, algunas con armas. Destrozos en el material de trabajo. Son agresiones reales que ha sufrido el personal sanitario en los últimos meses. El Sistema Nacional de Salud (SNS) registró 13.210 notificaciones de violencia física y verbal en 2022. Unas 36 al día. "No creí salir viva", confiesa Rosa. Como otros profesionales, se siente desprotegida ante algunos pacientes a los que, cumpliendo con su deber, sólo trataba de ayudar.
Manuel, que lleva 25 años ejerciendo la Medicina, asegura que en la última década se ha agravado la agresividad. Él fue atacado en las Urgencias de un hospital andaluz. Tras examinar a una niña y ante la imposibilidad de explorar a su hermano, pidió a la madre que buscara ayuda para sujetarlo mientras él iba recibiendo a otros pacientes. Al llegar, el padre le acusó a gritos de no atender al niño. "Yo estaba escribiendo, se puso a mi lado y a traición empezó a darme puñetazos en la cabeza, el costado, me fracturó un dedo". El agresor le persiguió. Ante el reproche de los testigos, le asestó, de palabra, un último golpe: "Así aprende".
"Ocurren más agresiones en atención primaria, pero la incidencia por número de consultas es mayor en hospitales, y más en Urgencias hospitalarias"
Pese a las restricciones aun vigentes al contacto directo por el coronavirus, en 2021 se produjo "la recuperación de la tendencia constante y paulatina del incremento de notificaciones de agresiones", según el informe que realizó el Ministerio de Sanidad, que contabilizaba 10.170 agresiones en total. El último informe de 2022 refleja un aumento del 5%, sugiriendo que vuelve la vieja normalidad de la violencia creciente. "Ha sido el máximo histórico", confirma sobre el año pasado José María Rodríguez Vicente, integrante del Observatorio de Agresiones de la Organización Médica Colegial (OMC).
Su información se refiere sólo a los facultativos, pero el "repunte" se recoge también en las estadísticas del Consejo General de Colegios de Enfermería. "La pandemia marcó un antes y después en cómo se percibía el sistema sanitario y, como se mantiene la precariedad, la gente está más frustrada", sostiene Carmen Guerrero, portavoz del sindicato de Enfermería Satse. También lo nota Manuel en el hospital, que ahora ve a los pacientes "más exigentes, demandantes y agresivos". El diagnóstico de este deterioro lo formula Rodríguez Vicente: "Nos hemos acostumbrado a vivir con la amenaza y el insulto".
Solo una parte llega a los tribunales
Los datos señalan la tendencia pero no reflejan la magnitud del problema. Porque no todas las agresiones se notifican. Después, de las notificadas, sólo una parte llega a los tribunales. Guillermo Pérez Rivero es abogado especialista en Derecho Sanitario y desde hace 27 años asesora al Colegio de Médicos de Las Palmas. "Son más los que no acuden a la vía judicial que los que sí. Casi todas las agresiones físicas se denuncian. Las otras, en buena medida, se dejan pasar", apunta este letrado.
Pérez Rivero destaca como avances la figura del Interlocutor Policial Sanitario -para agilizar los trámites-, la consideración de estos profesionales como agentes de la autoridad si son atacados en su trabajo y la mayor sensibilidad de los jueces. Pero una barrera frena muchas denuncias: "Las incomodidades para personas no habituadas al mundo judicial".
Colegios profesionales y sindicatos instan a no pasar por alto comportamientos violentos. "La profesión no tiene por qué sufrir estas situaciones", defiende la portavoz de Satse. El informe ministerial menciona que en 2022 se registró una agresión física por cada 5,6 agresiones no físicas. Pero ninguna debería ignorarse. "Dar golpes en una mesa, tirar la pantalla del ordenador o cosas al suelo de mala manera es una agresión", explica el abogado Pérez Rivero.
Como una agresión evidente vivieron los afectados lo sucedido en abril en el Centro de Salud Lagasca, en Madrid. Un paciente derivado de Urgencias y al que ya se había prescrito un tratamiento montó en cólera al saber que no le daban la baja laboral -motivo habitual de tensión- y que no podía verle un segundo médico. Amenazó al personal sanitario y administrativo, golpeó ordenadores, arrancó la conexión telefónica, arrojó al suelo lo que encontró a su paso...
"Ocurren más agresiones en atención primaria, pero la incidencia por número de consultas es mayor en hospitales, y más en Urgencias hospitalarias", explica Rodríguez Vicente. "Pacientes y familiares llegan con un estrés importante, son servicios que se saturan con frecuencia, el nivel de frustración es bastante alto y se paga con quien está más cerca", completa Guerrero. La ira puede dirigirse contra médicos, enfermeros, auxiliares, administrativos o celadores. A veces ha alcanzado en plena calle a conductores de ambulancia y personal de emergencias.
El informe de Sanidad sobre 2022 menciona que los agresores son los pacientes (71%) y acompañantes (29%). En el 58% de los casos en que se notificó el género, fueron hombres. Las víctimas son mayoritariamente mujeres, predominando entre los 35 -55 años y principalmente son personal administrativo y facultativo. Los datos de la OMC sobre 2022 indica que un 89% de las agresiones son a médicos en la sanidad pública.
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