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domingo, 10 de septiembre de 2023

¿Por qué se empeña la administración sanitaria en ocultar el suicidio médico?

Medicina Preventiva y Salud Pública
franciscogoiri
Sáb, 09/09/2023 - 10:08
Día Internacional para la Prevención del Suicidio
Aspecto de una protesta ante la sede del Ministerio de Sanidad para reclamar, entre otras cosas, la puesta en marcha de un plan nacional de prevención. Foto: ALBERTO DI LOLLI.
Aspecto de una protesta ante la sede del Ministerio de Sanidad para reclamar, entre otras cosas, la puesta en marcha de un plan nacional de prevención. Foto: ALBERTO DI LOLLI.

Ser la primera causa de muerte no natural en España y estar entre las tres primeras causas de muerte de jóvenes en el mundo justificaría por sí solo que el suicidio tuviera un día internacional como el que hoy, 10 de septiembre, cumple exactamente 20 años. El problema es que las conmemoraciones y los días mundiales los carga el diablo; tras el oropel, las fotos y el eco mediático que suscitan, se corre el riesgo de diluir la trascendencia de un problema que, como este, es estructural, sostenido en el tiempo y estadísticamente creciente.

"En España, no solo mueren 11 personas al día por suicidio el 10 de septiembre, sino también el 11, el 12, el 13... Las cifras nacionales e internacionales siguen creciendo de forma inexorable y no vale con hablar únicamente de ello el día internacional de la prevención o cuando se suicida algún famoso o cuando el Instituto Nacional de Estadística (INE) publica sus datos anuales".

Lo dice Miguel Guerrero Díaz, y lo dice desde su dilatada experiencia. Psicólogo clínico, especialista en prevención del suicidio y coordinador de la Unidad de Prevención e Intervención en Conducta Suicida (UPII) Cicerón del Área Hospitalaria Costa del Sol, su discurso parece, no obstante, ajeno a cualquier dogmatismo. Como si su verbo andaluz, fluido y veloz, inmunizase a sus palabras de certezas y las tiñese de la empatía que denotan cuando Miguel las usa para hablar de un problema que le preocupa y, sobre todo, le ocupa. A diario. Sin ir más lejos, este fin de semana ha intervenido en la jornada Abordaje Integral de la Conducta Suicida, organizada por el Colegio de Médicos de Madrid.

Miguel Guerrero Díaz, responsable de la UPII Cicerón.
Miguel Guerrero Díaz, responsable de la UPII Cicerón.

A pesar de su cautela, días como el de hoy, matiza, son importantes "para concienciar a la gente del impacto y magnitud que tienen las cifras en nuestro país". Porque esas, las cifras, sí que son incontestables: según los últimos datos del INE, en 2022, los fallecidos por suicidio en España aumentaron un 2,3% respecto al año anterior, hasta llegar al escalofriante dato de 4.097 (3.042 hombres y 1.055 mujeres).

¿Y bien? Dada la evidente magnitud del problema, ¿qué tienen que decir autoridades sanitarias y políticos? Poco, según Guerrero Díaz. "En España, el suicidio encabeza las causas de muerte no natural desde mucho antes de la pandemia, concretamente desde 2008, y creo que no hay correspondencia entre la magnitud del problema y la respuesta de los responsables políticos y gestores a la hora de poner en marcha medidas de prevención, máxime si lo comparamos con la lógica respuesta institucional a otros problemas, como los accidentes de tráfico, la violencia de género o, como lo fue en su día, el terrorismo".

Los accidentes de tráfico, por ejemplo, fueron 1.790 en 2022, menos de la mitad que las muertes por suicidio registradas ese año por el INE, y en los últimos 20 años la mortalidad en las carreteras españolas ha bajado un 80%. Algo tendrán que ver -aventura Guerrero Díaz- las campañas de prevención de la DGT.

"El suicidio se puede prevenir, pero lo que no podemos hacer, y eso la gente debe tenerlo muy claro, es predecirlo: saber qué persona, en qué momento y en qué situación concreta va a llevar a cabo un intento de suicidio. Pero, ojo, tampoco nos hace falta. La DGT no sabe qué coche, en qué carretera concreta y con qué conductor específico va a tener un accidente, pero tampoco le ha hecho falta para poner en marcha planes de prevención de accidentes de tráfico que se han demostrado muy efectivos en las dos últimas décadas".

"El suicidio no se puede predecir, pero tampoco la DGT sabe qué coche y en qué carretera se va a accidentar"

La mala noticia es, en definitiva, que el suicidio no se puede eliminar; la buena, que quienes trabajan a diario contra esta lacra, como hace nuestro psicólogo clínico, no son ingenuos: lo saben y actúan en consecuencia. "No existe el suicidio cero, pero tampoco existen los accidentes de tráfico cero o la violencia de género cero. Pero el objetivo que perseguimos es, repito, evitar el mayor número posible de muertes por esta causa que se puedan prevenir".

Ahora bien, prevención no es una palabra huera que hoy, día internacional, repitan hasta la saciedad esos mismos políticos y gestores; prevención es "poner en marcha todas las estrategias que sabemos que funcionan y -más importante aún- sostenerlas en el tiempo: de nada me sirve estrenarlas y financiarlas un año y luego olvidarlas". Oiga, y ¿por qué sabemos que funcionan? Muy fácil, porque los países de nuestro entorno - "otro sintagma con el que se les llena la boca a nuestros políticos", dice- las han puesto en marcha "y han reducido significativamente sus tasas de suicidio, de forma que a ciegas no vamos".

A ciegas quizás no, pero España, en el mejor de los casos, camina tuerta, porque incumple la Declaración de Helsinki de 2005, que, entre otras cosas, obliga a los países firmantes (sí, a España también) a implantar un plan nacional de prevención, el mismo que tienen los "países de nuestro entorno" (no, España no). "La ausencia de este plan es un palmario fracaso social, porque España sigue sin dar una respuesta institucional coordinada a su primera causa de muerte no natural. La excusa es que es un problema de salud y que, al estar la salud transferida a las comunidades, son ellas las que tienen que dar una respuesta".

"De nada sirve presentar estrategias de prevención, financiarlas un año y después abandonarlas"

A los consabidos efectos de la casa sin barrer, se suma, según él, un problema de concepto: "Entender el suicidio como un problema de salud, y casi exclusivamente de salud mental, y no como un problema social, es un error básico, que, además, genera un problema de desigualdad: hay comunidades que tienen planes de prevención y otras no; entre las que los tienen, hay muchas diferencias de recursos; algunas tienen estrategias medibles y otras no...".

Si las cifras de fallecidos no fueran las que son, y su crecimiento anual no fuera tan exponencial, quizás hubiera tiempo para disquisiciones conceptuales, pero Guerrero Díaz y sus colegas ven venir el tren de frente: "El mayor nivel de concienciación que existe con este problema desde la pandemia se tiene que traducir en inversión, esfuerzo y planes concretos. Como profesional, mi mayor preocupación es que pase esta ola mediática, esta moda en la agenda política, las cifras se estabilicen y se pierda, de nuevo, la oportunidad de avanzar".

¿Por qué miran para otro lado?

El abordaje del problema -argumenta Guerrero Díaz- no debe ser exclusivamente sanitario, porque el enemigo al que nos enfrentamos es maleable y multifactorial. Entre los muchos interrogantes que suscita su prevención asoma, sin embargo, alguna certeza (o relativa certeza), como la relación entre el suicidio y determinadas profesiones, que los psicólogos clínicos llaman "de riesgo" o "vulnerables". Aun así, esta relación -y eso quiere dejarlo muy claro- "no implica en modo alguno que todas las personas que trabajan en esa profesión tengan el mismo nivel de riesgo por el mero hecho de ejercerla". En cabeza de ese listado profesional aparecen sistemáticamente los sanitarios, particularmente los médicos, máxime desde la falla que sacudió al mundo en 2020.

El estudio sobre morbi-mortalidad que presentó en 2019 el Consejo General de Colegios de Médicos, elaborado con datos del INE y del propio Consejo, cifró el porcentaje de suicidios entre los facultativos (sobre el total de fallecimientos médicos) en un 1,3%, frente al 0,8% de la población general. El problema, dice el coordinador de la UPII Cicerón, es que la evidencia estadística es escasa: "Al margen de ese estudio, hay poca investigación robusta, con población amplia y metodología rigurosa. No basta con llamar a 9.000 médicos y preguntarles".

Hay, no obstante, dos datos claros: "Si comparamos las tasas de suicidio de los médicos con las de la población general, las primeras han aumentado más en los últimos años, que es lo mismo que decir que el médico es un colectivo de riesgo. El segundo dato es muy llamativo: mientras que en la población general el varón tiene tres veces más probabilidades de morir por suicidio que la mujer, en el caso de los médicos, son ellas las que mueren más por suicidio que los hombres". Según el estudio de la OMC, el porcentaje de suicidios entre las mujeres médico era en 2019 del 45,8%, frente al 37,2% del resto de la población femenina.

Las tasas de suicidio entre los médicos son más altas que en la población general y entre otros profesionales, Problemas laborales, principal causa de suicidio en el médico, Suicidio y tentativa, plan o ideas de suicidio, Darias: "El teléfono contra el suicidio es importante, pero más lo es la prevención"
Pero los datos sobre suicidio médico, además de escasos, son poco fiables, y no solo porque, estadísticamente, sea un fenómeno relativamente raro -"po
Guerrero Díaz, psicólogo clínico y coordinador de la UPII Cicerón, alerta de que "silenciar" los casos o achacarlos a causas ajenas a la institución es "una práctica habitual". coronavirus Off Francisco Goiri. Madrid Política y Normativa Profesionales de la Salud Off

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