Encontrar a una chica de veintipocos ocupando un asiento en un autobús mientras un anciano o una embarazada permanecen de pie genera malas miradas e, incluso, insultos. Lorena Arribas sufre espondiloartritis axial desde los 19 años y en algún momento ha tenido que hacer frente a esa situación, aguantando en silencio por no tener que explicar que padece una enfermedad prácticamente desconocida que, aunque por fuera le hace parecer completamente sana, le impedía permanecer de pie en el viaje de más de una hora que tenía que hacer para ir a la universidad los días que el dolor se lo permitía.
La enfermedad le debutó hace 11 años. "Un día me levanté de la cama y tenía un dolor muy raro en la espalda que no se me quitaba con las pastillas normales, paracetamol o ibuprofeno". Su médico de Familia también probó a "atiborrarle" a pastillas, según cuenta, sin éxito. Fue derivada al traumatólogo, que no encontró nada; al ginecólogo, por si resultaba ser un dolor irradiado y, finalmente, "como ultimísimo recurso", llegó al reumatólogo, "un médico que yo no conocía, lo del reuma me sonaba a personas mayores".
Al fin, un diagnóstico
Empezaron las pruebas en busca de un diagnóstico y, en una de las primeras, apareció la positividad del antígeno HLA B27, un marcador genético que guía al reumatólogo hacia la espondiloartritis axial. "Eso, junto con una resonancia, me dio un diagnóstico". Acababan ahí meses de "mucha angustia, era peor no saber qué me causaba unos dolores que no eran normales".
Lorena Arribas lleva cerca de 11 años diagnosticada de espondiloartritis axial. Hace ahora una vida casi normal, pero el camino no ha sido fácil.OffRosalía Sierra. MadridOff
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