Investigación
saradomingo
Lun, 30/09/2024 - 08:00
Aplicación del método científico
La ciencia debe estar siempre detrás de cualquier procedimiento diagnóstico, tecnología médica, tratamiento o fármaco. Es el seguro que certifica que un medicamento funciona y no es nocivo.
Por eso, la formación es clave. "Un médico debería aprender a razonar y a saber interpretar bien un ensayo clínico o un estudio estadístico", dice Iago López, médico de familia en Pontevedra.
En este sentido, según Emilio Molina, vocal de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP), muchos estudiantes de Medicina se quejan de que “la ciencia y el método científico se machaca mucho menos de lo que debería” durante la carrera. En su opinión, “no llegan a reforzar bien a nivel educativo y de formación por qué es importante el método científico y cómo ayuda la medicina basada en evidencias a disminuir sesgos”.
Sin embargo, es consciente de que esto no significa que “algo que no ha sido probado sea falso necesariamente, pero sí que lo que ha sido probado científicamente tendrá siempre más respaldo a la hora de aplicarse que algo que ha sido basado en la intuición”.
Según Molina, “el problema no es tanto de conocer el método científico en sí como de conocer las artimañas que se hacen para distorsionar el método científico. Si no sabes cómo se hacen las trampas, es más fácil que caigas en una de ellas”.
¿Cómo reconocer las pseudoterpias?
Según Emilio Molina, hay algunas pseudoterapias que son fáciles de identificar “porque contravienen todo lo que conocemos que está bien establecido por otras ciencias”.
En el caso de la homeopatía, “sabemos que algo ultradiluido no tiene efecto químico alguno, o con el reiki y la acupuntu ra que no existen las supuestas energías que dicen canalizar o reestablecer”.
Sin embargo, apunta que en ocasiones la sofisticación es tal que se camuflan o cambian de nombre para mantenerse, “como el caso de renombrar la homeopatía como microinmunología para seguir colando artículos de mala ciencia, o tratar de darle una pátina a la acupuntura adjetivándola de científica para continuar defendiendo de nuevo la mala ciencia de publicaciones no doblecegadas convenientemente y concluir que funciona muy bien para el dolor, el estrés o la ansiedad, que son los campos del placebo”.
Asegura Molina que un “truco más o menos simple es comprobar si el mismo remedio se está proponiendo para tratar multitud de enfermedades (es decir, es una “panacea” literal).
Si se propone como “sin efectos secundarios”, o “natural”, o se intenta validar a base de historias y testimonios.
Si viene con un símbolo de registered (registrado) detrás de un nombre rimbombante, o si el argumento para aplicarlo es que lo usa mucha gente, o que se ha usado durante milenios”.
La terminología utilizada también puede hacer sospechar.
“Hay multitud de términos, como “holístico”, “cuántico”, “vibración”, “energía” o “paradigma” que debería encender luces rojas a quien recibe ese discurso”.
De esta manera, el experto concluye: “En definitiva, si algo parece demasiado bonito para ser verdad, probablemente es que no sea verdad”.
En cualquier caso, poner en duda y contrastar la información es la mejor de las soluciones a la hora de abordar este asunto.
Por eso, además de hablar de ciencia, es necesario conocer cómo funciona la mala ciencia”. Alejandro Pascual, doctor en Biociencias por la Universidad Autónoma de Madrid y estudiante de Medicina en la misma universidad, confirma que “en la carrera de medicina todo apunta más hacia una perspectiva práctica, clínica y se profundiza menos en el método científico, en la demostración y en la base”.
De otra opinión es Guillermo Basauri, médico homeópata en Guetxo, Vicaya. “En la carrera no estudiamos el método científico ni la mayoría de los médicos son expertos en ciencia ni serían capaces de publicar un estudio ni un ensayo clínico. No te forman para ser científico, te forman para ser médico”.
Basauri lleva 20 años formándose y trabajando con la homeopatía. “Me empecé a interesar a través de compañeros a los que yo admiraba y respetaba mucho y que con la homeopatía podían resolver casos con resultados muy satisfactorios en patologías donde a mí, con la terapia convencional, me costaba mucho conseguir buenos resultados”.
Su primera formación fue de dos años en un curso impartido por el mismo Colegio de Médicos de Vizcaya. “A partir de ahí empecé a utilizarla en mi día a día. Descubrí unos medicamentos nuevos apra mi. Una cosa que me gustó mucho de la homeopatía fue esa visión que ahora es tan pujante: la visión biopsicosocial de la medicina”. Explica que esta visión consiste en entender que los problemas de salud y la enfermedad tienen que ver con todo el aspecto de su globalidad. “No podemos entender la salud y la enfermedad desde un punto de vista puramente biologicista, sino que tenemos que integrar toda la realidad de la persona, tanto lo emocional, lo mental, incluso lo espiritual”, dice.
Iago López: "Un médico debería aprender a razonar y a interpretar bien un ensayo clínico"
Molina cree que hay dos tipo de médicos que recomiendan este tipo de terapias: “los que honestamente lo creen y los que saben que es una estafa pero les da dinero”.
“Me siento insultado cuando dicen esto”, afirma indignado Basauri, que encajaría en el primer tipo, según la definición de Molina. “Yo soy médico homeópata. Y si ciertos médicos homeópatas están engañando porque usan homeopatía, yo también lo estoy haciendo”. Y añade: “¿Qué sentido tiene recomendar la homeopatía, invertir dinero propio en formarte si no crees en ella?”.
Medicamentos
La Agencia Española del Medicamento (AEMPS) cuenta con un apartado de medicamentos homeopáticos aprobados, aunque los requisitos de aprobación son diferentes a los de los fármacos convencionales. ¿Por qué? “Los medicamento homeopáticos no actúan en el organismo de la misma manera que los medicamentos convencionales. Su forma de preparación y de fabricación también son especiales”, aclara Basauri.
En las fichas técnicas de los productos homeopáticos aprobados y publicadas en la página de la AEMPS aparece lo siguiente: “Medicamento homeopático sin indicaciones terapéuticas aprobadas. Autorizado mediante registro simplificado especial, en el que se garantiza su calidad farmacéutica y su inocuidad, sin que sea necesario presentar datos de eficacia (Directiva 2001/83/CE). Consulte con un profesional sanitario para su utilización y acuda al médico si los síntomas persisten”. Molina lo traduce de la siguiente manera: “Significa que no tiene una indicación terapéutica simple, sino que para lo que el homeópata considere que funciona es para lo que va a funcionar”.
“Aparecen las características del medicamento con la información que la administración exige a ese medicamento especial”, dice Basauri. “A la hora de valorar la eficacia y la seguridad de un medicamento homeopático, que hay que tener en cuenta algo que no tienen otros medicamentos, y es que llevamos más de 200 años utilizandolos”. Y prosigue: “Hay que tener en cuenta las características particulares del medicamento y la experiencia que tenemos con él”. Pero eso no es científico.
Guillermo Basauri: "Hay que tener en cuenta que los medicamentos homeopáticos llevan utilizándose 200 años"
Basauri hace referencia a los tres pilares de la medicina basada en la evidencia: la experiencia de los profesionales, la percepción de los pacientes con esos tratamientos y las evidencias científicas que se tengan, aunque no cree que este último tenga que ser el más destacado. “En ciencia, no puedes tener los mismos parámetros de evaluación para un ensayo clínico con un medicamento convencional que con un medicamento homeopático. La metodología de investigación tiene que adaptarse a lo que estás investigando”. Por contra, López afirma: “Un medicamento está obligado a demostrar una cierta eficacia clínica, está obligado a demostrar una cierta inocuidad”.
Barauri asegura que los medicamentos homeopáticos son los más seguros que hay en la farmacia: “Los efectos secundarios son prácticamente inexistentes y los que están descritos en farmacovigilancia son leves y transitorios, ni tan siquiera es necesario suspender el tratamiento en la inmensa mayoría de los casos”.
Tanto Molina como López discrepan. “Esas sustancias activas pueden tener efectos beneficiosos, pero también efectos secundarios y al no estar regulado, éstos no constan en ningún sitio, y eso es una inseguridad para mi paciente”, dice López.
“Los fármacos convencionales se han visto obligados a pasar un ensayo con miles de pacientes para averiguar no solo que funcionaban, sino que no hacían daño. Este otro producto no ha tenido que hacer nada al respecto. Todo aquello que tenga efectos primarios puede tener fectos secundarios”. El problema, concluye López, es “la ausencia de control”.
Pascual considera que “este tipo de prácticas deberían verse reguladas como cualquier otro tratamiento o fármaco a estudio: ensayos clínicos, autorización y seguimiento. El problema es que se comercializan sin entrar en esta misma regulación”.
¿Efecto placebo?
Pero más allá de los posibles efectos secundarios sobre la salud, también los hay para el bolsillo o el estado de ánimo de los pacientes.
Molina cuenta una anécdota con un componente del Observatorio OMC contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias, del que es colaborador. “Un cirujano me contó que si le llegaba un paciente terminal con cáncer o cualquier otro problema y le preguntaba si le serviría ir al Santuario de Lourdes a rezar, pues le decía: ‘Si tú crees que te va a tranquilizar o que te va a hacer bien, pues vete a Lourdes’. Le expliqué que no es la manera, porque eso desinforma, le provoca falsas esperanzas que puede llevarle a que se meta en círculos que acaban llevándoles a situaciones mucho peores. Al final, acabó entendiendo que si un paciente no tiene ningún tipo de esperanzas vale más la pena hacérselo entender y que el tiempo que le quede lo dedique a estar con sus familiares, a cerrar sus asuntos, a dejar las cosas en orden y no a malgastar su tiempo, su dinero y sus recursos”.
Y continúa: “Entiendo que cuando ves que la medicina no llega, tienes internamente la necesidad de intentar hacer algo más, de buscar algo más para el paciente, con lo cual el 90% de los que recomiendan estas prácticas lo hacen por buena voluntad, porque creen que están ayudando. Es algo humano, no te puedes quedar sin probar absolutamente todo en una situación muy complicada porque luego te podría quedar la sensación de que esto porque no lo probé”. Molina reconoce, que hasta él, con su formación en este ámbito, en un momento de desesperación podría llegar a caer en algún tipo de pseudoterapia.
En este sentido Arancha Santos, de la APETP y médico, cree que la vocación por ayudar y la frustración en ocasiones de no poder lograrlo a veces “puede sesgar el pensamiento crítico y llevar al médico a probar puntualmente cosas que no han demostrado evidencia”. El problema, dice, son las personas que no tienen escrúpulos a la hora de hacer negocio para recomendar pseudoterapias que no tienen evidencia científica.
Afortunadamente son pocos, pero hacen mucho ruido”. Hace referencia al vacío legal frente a las pseudoterapias y a la ambigüedad de la OMS.
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Sobre esta idea de “total, qué daño puede hacer si no hace nada”, Molina es tajante. “No es deontológico. No puedes dar un placebo no informado a un p
¿Qué lleva a un médico, ser de ciencia, a confiar en pseudoterapias? Unos dirán que la falta de formación en el método científico. Otros, que la 'ciencia' dice que funciona. Off
Sara Domingo Off
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