Vinculada a Andalucía, la comunidad en la que nació y se licenció en Matemáticas, Mercedes Siles Molina creció, no obstante, en Madrid, la ciudad a la que ahora ha vuelto por motivos laborales, y que contempla a diario desde un despacho ubicado en la 7ª planta de un edificio del distrito financiero de la capital. Concretamente, el despacho destinado al director/a de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca), el organismo encargado de velar por la calidad de la enseñanza universitaria. Se sentó allí el 19 de febrero de 2020 y exactamente 24 días después, el 14 de marzo, el Gobierno español declaró un estado de alarma por alerta sanitaria.
Doctorada en Matemáticas por la Universidad de Málaga (cum laude por unanimidad) y catedrática de Álgebra desde 2009, su curriculum te cuenta que sus "áreas de interés" le pueden sonar a arameo al común de los mortales: estructuras algebraicas no asociativas, módulos y anillos asociativos y análisis funcional. Si eso es lo que le apasiona -piensa uno-, gestionar Aneca tiene que estar chupado..., incluso con las cartas que le han tocado en su primer año al frente de la Agencia.
Pregunta. 24 días después de llegar a la dirección de Aneca un terremoto cambia las condiciones del contrato y hay que revisarlo todo. ¿Cómo ha afectado la pandemia a la estructura de trabajo y al día a día de la Agencia? ¿Les ha pillado la crisis con el pie cambiado?
Respuesta. Creo que la capacidad de adaptación de la Agencia a una situación que -no lo olvidemos- era absolutamente excepcional ha sido encomiable, como lo ha sido, por otra parte, la de todo el sistema universitario español. No puedo dejar de reconocer el enorme esfuerzo y la profesionalidad de todo el personal de la Agencia, que se ha adaptado perfectamente al nuevo contexto. Las comisiones de acreditación, que antes eran exclusivamente presenciales, pasaron a ser virtuales, y han funcionado tan bien que esto ya quedará así de forma permanente, lo que, entre otras cosas, nos permitirá ahorrar bastante dinero. Hemos avanzado, además, en muchos otros frentes, como la propia digitalización de Aneca, cuyo objetivo último, por ahorro y eficacia, es llegar al ideal de papel cero; hemos puesto en marcha una sede electrónica propia, que hemos estrenado con la convocatoria de los sexenios de investigación; hemos avanzado en medidas de acción positiva, de forma que todos los datos oficiales que haremos públicos a partir de ahora estarán desagregados por género; hemos mejorado en comunicación, tanto externa como interna; en nuestro nivel de proximidad y acompañamiento a universidades y docentes en unos momentos tan difíciles, hemos avanzado también en el capítulo de internacionalización...
P. Más allá de los epígrafes, ¿cómo se traduce en cifras todo ese despliegue de actividad? Entiendo que los números son esenciales para alguien con su formación académica.
R. Si nos fijamos en los números, que, en efecto, puede ser lo más tangible, hemos resuelto más de 16.000 solicitudes de sexenios de transferencia en todas las titulaciones, más de 10.000 peticiones de sexenios de investigación, 11.000 solicitudes de aspirantes a profesorado contratado, cerca de 2.500 peticiones de profesorado funcionario... Además, hemos emitido un total de 5.963 informes de equivalencia y homologación de titulaciones a lo largo de 2020, y aquí hemos dado prioridad a las solicitudes de Medicina y Enfermería, que era obligado agilizar por el contexto de pandemia.
P. ¿Cuando dice que le han dado prioridad a las peticiones de homologación académica de médicos y enfermeros, de qué cifras hablamos, porque los aspirantes a que se homologue su título de Medicina en España se quejan siempre de la excesiva lentitud burocrática?
R. Desde el inicio del estado de alarma, vimos que el volumen de expedientes pendientes de homologación en ambas profesiones era razonable, en términos de cantidad y de gestión, para emitir informes en un periodo de tiempo relativamente breve. En el plazo de tres meses que estipula el decreto de homologación, es decir, antes de finales de abril, habíamos tramitado un total de 218 expedientes (128 de Medicina y 90 de Enfermería), y a lo largo de todo 2020 los expedientes de homologación emitidos para Medicina fueron de 267, y llegaron hasta 337 en Enfermería. Hablamos de expedientes que han pasado una primera revisión por parte de la Subdirección General de Universidades y que, por tanto, son susceptibles de evaluarse en uno u otro sentido. Es verdad que esas cifras no reflejan el número total de solicitudes registradas en ambas titulaciones, y que parte de ellas están todavía en proceso de revisión de la documentación.
P. Al margen del trabajo interno de la Agencia, la pandemia ha obligado al sistema universitario español (SUE) en su conjunto a adaptarse muy rápidamente a una situación inusitada. ¿Cree que hemos estado a la altura si nos comparamos con los países de nuestro entorno?
R. No es que lo crea yo, es que es así. El sistema universitario español se ha amoldado a la nueva situación con la máxima diligencia posible, priorizando las inversiones en aquellas áreas donde era más urgente hacerlo y focalizándose en la obligada adaptación a una enseñanza a distancia. Había un trabajo previo hecho, pero la situación sobrevenida fue tan repentina y tan grave que exigía mucha capacidad de reacción, y creo que el sistema la ha tenido. Además, cuando hemos salido de los meses más crudos de la crisis, el sistema ha demostrado la suficiente flexibilidad para adaptarse a un sistema híbrido de docencia. Y siempre tardando de no perder calidad.
Pese a lo aprendido este año, el alma de la universidad seguirá siendo la presencialidad
P. La calidad universitaria es, precisamente, el leitmotiv de la Agencia. ¿Hasta qué punto cree que los efectos de esa obligada adaptación pueden impactar en la formación académica de la generación covid? ¿Hay indicadores que evalúen ya ese posible impacto?
R. Ese impacto se podrá medir con evidencias concretas y cuantificables una vez que se analice, claro, pero aún falta cierta perspectiva para hacerlo. En cualquier caso, ya le adelanto que en las acreditaciones docentes y renovaciones de acreditación pendientes no vamos a recoger evidencias del curso 2019-2020, precisamente por las especiales circunstancias del tramo final de ese curso.
P. ¿Van a hacer entonces un paréntesis evaluador, una especie de vista gorda, por decirlo de alguna manera?
R. Ojo, no se trata de obviar lo que se ha hecho en estos meses, ni mucho menos. Nosotros hemos hecho un seguimiento puntual de la adaptación a la no presencialidad que han llevado a cabo todas y cada una de las universidades españolas, y las hemos acompañado en ese proceso de adaptación. Cada universidad informó puntualmente a sus respectivos alumnos de cómo se estaba llevando a cabo el proceso y de cómo se iba a garantizar la adquisición de las competencias en cada una de las titulaciones, y Aneca ha tenido también acceso a esa información y ha podido hacer seguimiento del proceso. En definitiva, aunque el método y las herramientas cambien, el mantenimiento de la calidad claro que ha estado garantizado.
P. ¿Qué cree que quedará para el futuro de todo ese proceso de adaptación?
R. Pues algo tan elemental y necesario como toda la inversión que se ha hecho en infraestructuras y toda la valiosísima experiencia adquirida estos meses en la enseñanza no presencial. Eso quedará, pero no podemos perder de vista que el alma de la universidad es y seguirá siendo la presencialidad. Eso no es óbice, claro, para que existan titulaciones híbridas o incluso íntegramente no presenciales, y ahí es evidente que la experiencia adquirida estos meses será valiosísima. De hecho, Aneca ha puesto en marcha este año un sello internacional de calidad propio destinado precisamente a las enseñanzas universitarias no presenciales e híbridas.
P. Aneca acaba de hacer públicos los datos de 2020 sobre acreditación del profesorado universitario. Como viene siendo habitual, los datos en las titulaciones de Ciencias de la Salud están entre los peores del SUE: el ritmo de acreditación es más lento que en otras titulaciones y, porcentualmente, se rechazan más solicitudes docentes que en el resto de las áreas. ¿Qué pasa con la acreditación del profesorado de Ciencias de la Salud? ¿Por qué va tan lenta?
R. El ritmo del último año ha sido, en efecto, más lento, pero es una consecuencia directa de la pandemia. Los responsables de los comités de acreditación de estas titulaciones han estado tan absorbidos por la crisis sanitaria que inevitablemente el ritmo de acreditación se ha resentido.
P. Pero éste no parece un problema coyuntural. Las facultades de Medicina llevan años quejándose de la falta de profesores, y los decanos aseguran que el ritmo y los criterios de acreditación de Aneca no ayudan en absoluto a paliar ese déficit de docentes.
R. No es por tirar balones fuera, pero en este sector la responsabilidad es multifactorial. Las consejerías de Sanidad y los responsables de contratación del personal sanitario deberían facilitar también la realización de la actividad docente e investigadora; valorar, por ejemplo, la importancia de cursar el doctorado, dar más peso y reconocimiento a la carrera académica…
Es difícil casar la presunta inflación de facultades con la falta de médicos en la pandemia
P. Ya, pero la última palabra para acreditar a nuevos profesores la tiene Aneca y parece que los requisitos para optar a una plaza no animan precisamente a presentarse, al menos a los aspirantes con experiencia clínica. ¿No habría que arbitrar criterios específicos para un personal cuyo principal mérito es, muchas veces, esa experiencia asistencial?
R. Coincido con usted en que no se puede medir de la misma manera que en otras titulaciones, y de hecho no se hace, de ahí que existan comisiones específicas para cada titulación. Nos consta que los criterios actuales no satisfacen a todo el mundo, pero esto no es algo definitivo y, de hecho, a lo largo de este año tanto la división de Evaluación del Profesorado como la de Enseñanzas e Instituciones han mantenido varias reuniones con la Conferencia de Decanos de Medicina, y seguiremos manteniéndolas para intentar llegar a un acuerdo que satisfaga a todos. Le aseguro que somos muy sensibles con el déficit de profesores en Medicina, particularmente de los docentes clínicos.
P. ¿Me asegura también que va a haber una modificación específica de los criterios de acreditación del profesorado para las titulaciones sanitarias?
R. Vamos a revisar a fondo los criterios de los Programas Academia y PEP [acreditación de profesores funcionarios y temporales, respectivamente] para todas las titulaciones, pero también, sí, los que rigen específicamente para el grado de Medicina.
P. ¿Entiende usted que los decanos reclamen que la experiencia asistencial tenga más peso del que tiene actualmente para optar a una plaza docente en Medicina? En definitiva, gente que mayoritariamente va a ejercer preferirá que la forme gente que está ejerciendo, ¿no?
R. Se hará una idea de hasta qué punto entiendo ese argumento si le digo que mi marido es intensivista y que tengo muchos amigos vinculados con el sector sanitario… Insisto en que el mayor peso de la experiencia va a tener un claro reflejo en los criterios de Academia y PEP, pero también en la nueva convocatoria de sexenios de transferencia. Este año quedarán resueltos ambos temas.
P. 46 facultades de Medicina para un país con apenas 47 millones de habitantes. ¿Se escucha desde su despacho el clamor de decanos y estudiantes? ¿Qué tiene que decir Aneca ante eso?
R. Pues, en puridad, nada, porque el número de facultades de Medicina no es competencia de la Agencia. Ahora bien, desde una perspectiva estrictamente personal, me resulta muy difícil casar ese dato con el hecho de que ahora, durante la pandemia, todos los hospitales se han visto obligados a aumentar sus camas de UCI, pero no había suficientes intensivistas para dar servicio a esas camas.
P. Dice usted que Aneca no puede decir nada con respecto al número de facultades de Medicina, pero ¿no cree que debería poder decirlo? ¿No cree que entre los criterios que la Agencia tiene en cuenta para dar el visto bueno a un nuevo centro o a una nueva titulación debería figurar el número de centros o de titulaciones ya existentes en esa rama o en una comunidad concreta?
R. Eso que usted me está describiendo tiene que ver directamente con la política universitaria, y la política universitaria compete al Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y a las comunidades, que tienen transferidas las competencias. Son las propias autonomías las que deberían dilucidar si en una titulación concreta tienen déficit o inflación. Algunas ya están elaborando sus propios mapas de titulaciones, y entiendo que para dar respuesta a esa pregunta.
P. Pero lo que sí es competencia de Aneca es la calidad docente, y los decanos de Medicina llevan años denunciando que la inflación de facultades afecta, y mucho, a esa calidad.
R. La responsabilidad de Aneca es la de velar por la calidad de las propuestas concretas que tiene sobre la mesa; es decir, comprobar que un nuevo centro o una nueva titulación cumplen estrictamente con todos los requisitos académicos y técnicos exigidos para salir adelante. Ahí es donde Aneca hace oír su voz, y le aseguro que de forma muy clara.
P. Al margen de Aneca, hay 10 autonomías que tienen su propia agencia de evaluación docente. ¿No existe el riesgo de que la proximidad entre la agencia y el gobierno autonómico que quiere abrir un nuevo centro o tener una nueva titulación condicione el informe técnico de la agencia?
R. Por definición, las agencias de calidad tienen que ser total y absolutamente independientes, de forma que cualquier sospecha de injerencia política debería impedir, de entrada, que esa agencia figurase en el registro europeo de agencias de calidad. Formar parte de este registro es un requisito indispensable para acreditar nuevas titulaciones.
Al margen de las agencias autonómicas, Aneca debería darle homogeneidad a todo
P. ¿Están todas las agencias autonómicas españolas en ese registro?
R. No, no todas.
P. ¿Por qué, porque no cumplen con los requisitos necesarios para estarlo?
R. No, no se trata de eso. Sencillamente puede suceder que no se hayan presentado para ser evaluadas.
P. Entonces, esas agencias autonómicas no pueden acreditar nuevas titulaciones.
R. No, en ese caso la competencia recae directamente sobre Aneca. Cuando en comunidades como Canarias o la Comunidad Valenciana, por ejemplo, hay que hacer un informe técnico para la puesta en marcha de una nueva titulación, lo hace directamente Aneca, como ocurre en aquellas comunidades que no tienen agencia acreditadora propia.
P. ¿Pero en el caso de las agencias autonómicas que sí están en el registro europeo y que, por tanto, sí pueden acreditar titulaciones, Aneca revisa posteriormente sus informes?
R. No, no. Aneca no revisa. Insisto en que la competencia es de esas agencias. Estar en el registro europeo implica también que tienes independencia para tomar decisiones.
P. ¿No cree que si las competencias acreditadoras residieran sólo en Aneca se evitaría la posible aparición de injerencias por proximidad geográfica entre técnicos y políticos?
R. Bueno, hay acreditaciones que sólo son competencia de Aneca, como la acreditación del profesorado funcionario, tanto de los catedráticos como de los profesores titulares, y las de los sexenios de investigación y transferencia. No quisiera provocar ninguna susceptibilidad, pero si me pregunta mi opinión personal sí creo que en determinados aspectos habría que dar más peso a lo común, a lo nacional. Las agencias velan por la calidad de la enseñanza universitaria y ahí, quizás, sería conveniente que hubiera una agencia que diera una cierta homogeneidad a todo, y esa agencia sí debería ser Aneca.
P. ¿Usted cree que si la acreditación de nuevos títulos fuera competencia exclusiva de Aneca habría, por ejemplo, menos grados de Medicina en España?
R. Pues no sé decirle. Sería pura especulación. Ahora, también le digo que las agencias confiamos plenamente en el trabajo que llevan a cabo el resto de las agencias, y desde Aneca no dudamos en absoluto de los criterios técnicos que se siguen en las autonomías a la hora de acreditar.
P. En 2020 se han iniciado los trámites para que Aneca sea reconocida por la Federación Mundial para la Educación Médica (WFME) como agencia acreditadora de los estudios de Medicina. ¿En qué punto están esos trámites y qué significa ese reconocimiento?
R. Ese reconocimiento tiene mucha importancia, entre otras cosas porque a partir de 2023 sólo podrán ejercer la Medicina en Estados Unidos aquellas personas que tengan un título acreditado por una agencia reconocida por la WFME. De hecho, muchas universidades españolas y la propia Conferencia de Decanos llevaban tiempo pidiendo que Aneca optara a ese reconocimiento. Ya hemos puesto en marcha un proyecto piloto de acreditación en el que participan 4 universidades españolas, la de Málaga, la de Navarra, la Universidad Complutense y la Universidad de Castilla-La Mancha, y el siguiente paso es hacer una evaluación de esos 4 centros conforme a los criterios de la WFME. Además, está previsto que en 2022 visite España un comité de expertos de la WFME, que participarán como observadores en las evaluaciones que Aneca haga esos días a las facultades que participan en la convocatoria piloto.
- Aneca fijará criterios únicos para avalar internacionalmente a las facultades de Medicina
- 2020, un año pésimo para los médicos que aspiran a dar clase en la universidad
- La Aneca "garantiza" la calidad del curso universitario, pero elude el tema de las prácticas
- "Espero que el criterio político no sea el único para abrir una facultad de Medicina"
P. ¿Hasta qué punto ha contribuido a mejorar la calidad de la investigación universitaria la implantación de una herramienta como el sexenio de investigación? ¿Ha cumplido el papel motivador que se le presuponía?
R. Le aseguro que ha contribuido de manera muy activa. Antes de la puesta en marcha de ese sexenio, España tenía poca relevancia investigadora en el plano internacional, y actualmente nuestro país oscila entre los puestos 8º y 10º en materia de investigación en varios rankings internacionales. Si a los sexenios de investigación y transferencia, que ya están en marcha, sumamos el sexenio docente, cuya primera convocatoria está prevista para finales de 2021, tendremos el panorama completo de toda la actividad que se está haciendo actualmente en la universidad española.
P. El puesto que dice que ocupa nuestro país en materia de investigación no se concilia mucho con la imagen tradicional que se tiene de España como un país donde cuesta mucho investigar por la falta de tiempo, de medios y, sobre todo, de financiación…
R. Una cosa es la calidad de la investigación que se hace en España y otra muy distinta el nivel de financiación y apoyo que tiene esa investigación. Si la pregunta es si la investigación que se hace está mal financiada, evidentemente. La financiación, además de suficiente, debería ser estable y que no dependiera de coyunturas políticas ni de cualquier otro tipo. De hecho, si algo ha puesto en evidencia la pandemia es qué estados invierten más y cuáles menos en un capítulo tan fundamental como éste para el desarrollo de un país. Ahora, en el caso de España, la calidad media de su personal investigador está fuera de toda duda.
via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/31G9eYn
No hay comentarios:
Publicar un comentario